El punto de encuentro con Juan Jiménez Mancha, ¿dónde mejor si no…?, es el mural de Nuria Toll frente al Silo y bajo el libro gigante que en 2D se alza en vuelo y nos lleva… ¡A la aventura! La tarde es cálida, esa fachada está a la sombra y ahí nos encuentra Sandra para las fotos. Enseguida se da cuenta de que falta algo: “¡Oye, ¿y la camiseta del Rayo?”.

Tres días antes, le pedimos en su fiesta de jubilación que la trajera para esta entrevista porque publica libro sobre un mito del club de su pasión. Aquella fiesta de jubilada fue un homenaje, pero quien fuera hasta ese día director de la biblioteca Huerta de la Salud ya se había llevado un gran reconocimiento y fiesta sorpresa en el acto del Día del Libro de Hortaleza que se celebró en el CEPA Dulce Chacón.

¿Qué tiene este hombre que, con tan solo nueve años al frente de una biblioteca de barrio, ha cosechado tanto afecto? ¿Cómo un funcionario municipal puede ser tan querido? Sin duda, tener una personalidad abierta y ser funcionario en el óptimo sentido de la palabra ayudan mucho; pero Juan Jiménez Mancha también representa lo que es una biblioteca moderna, abierta al tejido ciudadano e impulsora de la vida social y cultural.

¡Y pensar que el coordinador del distrito pretendía prohibirle relacionarse con las asociaciones del barrio! ¡Estamos locos!

Pero ¿tú de dónde eres?

Yo nací en la zona del paseo Extremadura, en el barrio de Puerta del Ángel, al lado de la piscina Miami, una de las piscinas que había en los años sesenta y setenta, que era muy representativa del Madrid entonces.

¿Dónde has estudiado?

Mi cole era un colegio de los que había muchos antes en los barrios, que estaba en un sótano, lo llevaba a una familia y era bastante rígido. Se llamaba colegio Anjoros.

Mucha disciplina y poco patio.

Ahí estuve hasta que, al acabar un curso con 8 o 9 años, hubo un percance. Bueno, una cosa muy personal, pero lo puedo contar. Íbamos a la Feria del Campo y, a un chico que era más pequeño que yo dos años, le pilló un coche y lo mató cruzando la avenida de Portugal. Me traumatizó y me tuvieron que cambiar de colegio.

¿Adónde te llevaron?

De ahí fui a los salesianos del paseo de Extremadura, el San Miguel Arcángel, que, a diferencia del que era un sótano, tenía unos campos de fútbol maravillosos, impresionantes, que era lo que más disfrutaba.

¿Futbolero?

Sí. Yo me sentaba pegado a la pared a buscar el 5. Ahí estuve hasta que ya me pillaron unos panfletos.

¿En qué año?

Yo nací en el 61; pues estoy hablando del 74 o 75. En Segundo de BUP. Eran para una manifestación y, a mí y a unos compañeros, éramos siete, nos llamaron a nuestros padres, les dijeron que nos invitaban a irnos cuando acabara el curso porque no teníamos las mismas ideas que el colegio.

¿Ideas de familia?

No venían de familia. Mi madre recuerdo que votaba al PSOE cuando Felipe González, pero era una mujer religiosa y, además, venía de un pueblo de Valladolid. Y mi padre era todo lo contrario. Mi padre era muy de derechas.

¿Cosecha propia?

Venía de llevar una vida de barrio total, es decir, del fútbol, de tirarnos piedras y de todas esas cosas en mi barrio. Evolucioné al conocer a gente.

¿Por ejemplo?

Recuerdo, sobre todo, una persona que era profesor de Física, que me influyó bastante, y otra gente. Empecé a ir a la plaza Mayor todas las tardes estando en los salesianos. Había hippies, gente mayor alcoholizada, pero muy maja… Empecé a conocer ese otro yo que no sospechaba. Comencé a ir a los locales de la CNT en Tirso de Molina, la calle Olmo y la calle Libertad. Y empezamos a construir en cierto modo mi generación.

¿La movida?

Esta fue una movida premovida. Estoy hablando de los años 75, 76 y 77. Yo tenía 13 o 14 años cuando empecé. La movida la sitúan en los primeros ochenta. Ahí ya habían pasado muchas cosas. Nuestra movida era muy distinta a la movida de los pijos.

Mecano era horroroso, muy cursi. A mí me gustaba Frank Zappa, Lou Reed, David Bowie… En los locales, no te ponían Nacha Pop, te ponían música anglosajona. Era la movida que yo viví; esta comercial que venden más es una movida a posteriori.

¿Cómo fue la tuya?

En mi generación, empezamos a ir por los barrios de Madrid de toda la vida, que apenas tenían pubs: Malasaña, Lavapiés, Chueca… Disfruté de la época y de la noche. Y mi ideología se hacía ácrata, como solíamos decir. Yo estuve, por ejemplo, en las Juventudes Libertarias cuando se montaron en Madrid. Estuvimos un año y pico y lo dejamos. Y luego llegó la eclosión de la CNT en España con el mitin de San Sebastián de los Reyes… También estuve en las Jornadas Libertarias del parque Güell… Eso fue lo que a mí me formó y pienso que, desde aquellos años, que fueron tan felices, lo demás son restos comparados con aquello.

Bien movidos.

Intentamos montar un ateneo libertario en el paseo de Extremadura. Llegamos a preparar para teatro Rebelión en la granja de George Orwell, una gran metáfora de lo que era la vida en el capitalismo. Todo eso me dejó mucha huella y, sobre todo, la gente que conocí.

¿Alguien en especial?

Mis tres grandes amigos siempre estarán ahí. Uno se llamaba Miguel Ángel, le llamábamos el Capi; otro era Javi, le llamábamos Jabato por el tebeo, y otro era Pedro. Formábamos un grupo muy compacto, pero abierto a todo el mundo. Eran años de risa, los años de la risa.

Tras los salesianos, ¿no hubo más?

Fui al Eijo y Garay por la tarde, lo cual fue un lujo porque, por la tarde, ibas cuando querías. Ahí no completé los estudios.

Pero ¿seguiste estudiando?

Al conocer a mi mujer, ella me animó. Hice cursos de televisión, de cine en el TAI, en el CEV. Y mi mujer me animó a que hiciera la carrera de Comunicación Audiovisual. Me presenté para mayores de 25 años, lo saqué y fui a la universidad. Ahí sí estudié. Ahora viene la parte de buen alumno que estudiaba.

¿Te libraste de la mili?

Hice la mili en Madrid. En la mili siempre han funcionado los enchufes. Mi padre no conocía a nadie, pero, por el hermano de un cliente, hice la mili en Cuatro Vientos. Me saqué el carné de camión y llevaba el camión de la basura.

Y otros vehículos, ¿no?

Luego, en un autocar, a la Banda de Música de la División Acorazada. También llevé tráileres. Tenía una ruta de microbuses para recoger a los suboficiales y oficiales de Alcorcón y Móstoles. Incluso llevé la ambulancia. Me saqué todos los carnés.

¿Ya tenías pareja?

Yo conocí a mi mujer, se llama Pilar, en el 87. El 6 de enero me la presentó mi hermano, que la había conocido en un viaje. Me dijo mi hermano que, si les quería enseñar a ella y a un amigo Chinchón, o sea, que lo de enseñar patrimonio me viene antiguo.

¿Por qué Chinchón?

A mí me gustaba enseñar Chinchón porque era un sitio que me molaba. A veces conocíamos gente y yo decía: “Vamos a ir el domingo a Chinchón”. Yo un poco les guiaba por las principales cuevas, al mesón Cuevas del Vino, a la venta de Reyes, que era un sitio curiosísimo, y, por la tarde, íbamos a Aranjuez. Así conocí a mi mujer y fue una gozada de año.

Juan JImenez Mancha

Juan Jiménez Mancha se jubiló la pasada primavera tras 30 años como funcionario en el Ayuntamiento de Madrid. SANDRA BLANCO

¿Trabajabas ya?

En ese momento, trabajaba en Renfe de obrero especializado.

¿Qué hacías en Renfe?

Con un mono amarillo, que te daba un calor que te mueres, tenía que meter piedras debajo de las traviesas con el pico y luego con el mazo… Era un ejercicio bestial y acababas molido. Los jefes eran de la vieja escuela y decían “Es que no queréis” o te quitaban la herramienta y decían “Mira cómo se hace”. Era una cosa disparatada. Había mucha gente joven y, entre nosotros, nos llevábamos muy bien.

¿Duró mucho?

Me presenté a las oposiciones de la televisión valenciana Canal Nou como operador de equipos porque había hecho cursos y lo saqué. No creía que lo fuera a sacar porque en el práctico no tuve mucha idea. Creo que le caí un poco en gracia al examinador. Tampoco tenían mucha gente y eran 52 puestos. Allí estuve seis años y luego me vine al Ayuntamiento de Madrid.

¿Dónde?

He estado en la Hemeroteca Municipal, en el Archivo de Barajas…

¿También por oposición?

En todos los sitios, ha sido por oposición. Luego en el Ayuntamiento, para mejorar, me presenté para ser ayudante archivos, bibliotecas y museos. Y, más tarde, por promoción interna, para ser archivero, bibliotecario y museólogo.

"Trabajé en los primeros años en la serie de televisión Cuéntame. Me ofrecieron hacer de documentalista de prensa, recoger la música, los trajes..."

¿Cuánto tiempo has estado?

Yo he estado 30 años en el Ayuntamiento, 30 años, y en esta biblioteca de Huerta de la Salud nueve años y un poco más. He estado en la Hemeroteca Municipal, he sido jefe del Archivo de Urbanismo. Por mis manos pasó el famoso expediente de Madrid Norte. Antes estuve en el Archivo de Barajas y en la Central de bibliotecas públicas.

Mucho recorrido.

Yo me sentía muy a gusto en la Hemeroteca, la disfrutaba mucho y ahí fue cuando empecé a usar gafas. Estuve diez años en ella.

¿Por leer?

Yo bajaba a los fondos, pero había poca luz y me tiraba a veces hasta las nueve de la noche, aunque la hora de salida era las dos y media. Ahí, por ejemplo, trabajé en los primeros años en la serie de televisión Cuéntame.

¡Qué sorpresa!

Contactaron conmigo y me ofrecieron hacer de documentalista de prensa, recoger la música, los trajes… Aparte de mi trabajo, me estuve quedando por la tarde como tres años. Participé, por ejemplo, en la creación de personajes.

¿Con los guionistas?

Me decían: “Va a haber un cura obrero”, pues yo buscaba curas obreros en revistas como Cuadernos para el Diálogo, Diario 16… Les mandaba información sobre curas obreros, de dónde venían, cómo vestían… Con las músicas, igual. Me decían: “El siguiente capítulo va a ser para enero del 68”, entonces yo buscaba los hit parade, eso me lo daba el ABC,o iba a Los 40 Principales y lo enviaba.

¿Cómo te fue en el Archivo de Barajas?

Ahí estuve cerca de tres años. Fue también una época muy bonita porque había también muy buen ambiente. El concejal era muy majo. Creo que participó en programas de Radio Enlace. Era del PP, se llamaba Tomás Serrano. Era una persona encantadora con todo el mundo y daba gusto trabajar con él.

Como tiene que ser.

Él quería mucho a Barajas porque era del pueblo de Barajas. Ibas con él a tomar algo y lo llamaban Tomasín. Él sabía separar todo, le daba igual cómo pensaras.

¿En qué momento te vienes para Hortaleza?

Antes de venir aquí, estuve en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid. Estando allí, salió esta plaza de Hortaleza… y, por concurso de méritos, opté y me salió ser director de la biblioteca de Huerta de la Salud.

¿Conocías Hortaleza?

Conocía el distrito por unos amigos que viven en el barrio de Esperanza, que tienen dos hijas que son como hijas mías también. Mi hijo ha venido ahí, por ejemplo, algún verano a las colonias, los campamentos de verano de la iglesia de Cristo Salvador. Yo había participado hablando sobre el ocio en Madrid en unas charlas sobre la historia de Hortaleza. Lo organizaba un compañero, un buen amigo, que se llamaba Pedro Villalonga. Me dijo que si quería participar porque ya había publicado yo dos libros, uno sobre los asturianos en Madrid y los oficios que ejercían.

¿Tienes origen asturiano?

No, trabajando en la Hemeroteca, que conocí a mucha gente, tuve mucha relación con la gente del Museo de Bellas Artes de Oviedo y ellos, a su vez, con el Museo del Pueblo de Asturias. Entonces me pidieron que encontrara algo de aguadores de Madrid. Aguadores de Madrid hubo de muchos tipos, pero el aguador auténtico era el que llevaba el agua a las casas en cubas grandes, que pesaban un montón, a las espaldas. En su mayoría eran asturianos. Les pasé una serie de grabados y me llamo el director del Museo del Pueblo de Asturias y me dijo: “Esto que has encontrado es una maravilla”. Entonces, me ofreció escribir un libro.

Todo un reto.

Yo me hice el interesante porque hasta entonces no había escrito ningún libro, le dije que un libro lleva mucho tiempo y me dijo que me podían pagar a través de una beca. Lo consulté con mi director y, como todo era fuera del trabajo, me dijo que adelante.

¿Cómo se titula?

Asturianos en Madrid. Los oficios de las clases populares. Es un estudio sobre aguadores, serenos, esportilleros, mozos de cuerda, amas de cría, lacayos…

¿Tienes más libros?

Luego escribí otro sobre los orígenes del Rayo Vallecano. Yo me hice con mi hijo abonado del Rayo, y luego escribí la historia del cerro del Tío Pío, un lugar en el que no había nada y empezó a haber chabolas, casitas bajas… La gente de ahí tenía una solidaridad enorme, se hacían caminos, campos de fútbol, había un equipo de baloncesto femenino que era de 1960, una cosa increíble, que jugaba contra los mejores equipos de Madrid.

"Siempre me ha gustado la historia menuda, que llamaba la prensa antigua. Es la historia de la gente sencilla, no de los grandes nombres"

¿No tenías otro sobre Vallecas?

He presentado uno con Pablo Schmilovich para su editorial Qurtuba escrito por Maite Martín, periodista del diario As, y yo, Felines, un gigante de 1,62: La historia de un mito del Rayo Vallecano.

No conocía tu oficio de escritor.

Yo nunca me he considerado un escritor, ni tan siquiera un investigador, pero esta parte me ha dado alegrías. Igual que escribir en Hortaleza Periódico Vecinal, que, entre la web y el papel, he escrito más de 90 artículos. Esto se lo debo a Ray Sánchez que, al poco de venir, me propuso tener una columna de la biblioteca, un lujazo.

Y sobre más asuntos.

A mí siempre me ha gustado la historia menuda, que llamaba la prensa antigua. Es la historia de la gente sencilla, no de los grandes nombres. Con Juan Carlos Aragoneses descubrimos el lavadero que llevaba cerrado más de 30 años. Dependía de Parque y Jardines y, cuando encontré que la llave, la tenía un ingeniero, propuse enseñarlo y dijo que por qué no. Ahí comenzaron las visitas guiadas.

Hay que conservar el patrimonio.

Voy a decir una cosa muy importante, el lavadero está en una situación muy penosa, es decir, se puede caer en cualquier momento. Requiere urgentemente obras. Parques y Jardines no sabe lo que hay ahí y, como no depende de la Junta… Corre el riesgo serio de que el lavadero se venga abajo.

El prado del lavadero de Hortaleza

¿Qué pasa con la nueva biblioteca de Hortaleza?

Yo podía hablar de esto porque quienes lo gestionan eran mis jefas. De hecho, una de ellas ha estado en esta biblioteca de directora. Te digo esto porque me llegó a decir el coordinador de la Junta que yo no tenía que hablar de la biblioteca.

¿Por qué?

Fueron dos reuniones muy desagradables. Su tono fue amenazante. Me decía: “Tú no tienes que hacer nada con las asociaciones”. Le dije que una biblioteca hoy en día se abre al barrio, que uno de nuestros lemas es “más allá de los libros”. Que me diga que no haga nada con las asociaciones es como decir que me meta en la biblioteca a atender libros y nada más. Esto no es así.

Poca colaboración, ¿no?

Una vez le pedí hacer una actividad, un programa de Radio Enlace, en el mirador del Silo, que creo que era por el Día de las Escritoras. Jamás en nueve años nos habían puesto ninguna pega. No me dijo que no, me dijo que debía ser cuando acabara el día y en la biblioteca. Le contesté que yo era el director de la biblioteca y que quería hacerlo a una hora normal en la que poder invitar a escritores y gente que viniera al programa como siempre hemos hecho, y en el Silo. Buscaba la manera retorcida de no decir expresamente “No te lo dejamos” y, a la tercera vuelta, le dije que lo dejara. Entonces pusimos en marcha un plan B que fue hacerlo en el Espacio Danos Tiempo.

Imagino cómo te sentó.

Usar un tono amenazante a una persona que lleva casi cuarenta años trabajando… Tuve que vivir una situación humillante que le conté a mis compañeros y no se lo acababan de creer. Además, nosotros también somos Ayuntamiento y fue muy fuerte que nos negara el Silo.

“En los nueve años en los que he estado haciendo cosas con las gentes de Hortaleza, de todos los colores e ideologías, jamás hemos dicho a nadie que no”

Tu relación con la gente es otra cosa.

En los nueve años en los que he estado haciendo cosas con las gentes de Hortaleza, de todos los colores y de todas las ideologías, jamás le hemos dicho a nadie y a nada que no. Solo puedo hablar muy bien de lo maja que es la buena gente que hay aquí.

¿Cómo actúa la actual Junta?

Ellos actúan de acuerdo a la normativa. Lo que hacen es que buscan resquicios y le dan la vuelta a la ley para presentarla de tal manera. Respetando las leyes, le puedes decir a una entidad el mismo día de celebración que no pueden hacer una actividad e impides que la preparen en otro sitio. Conozco muchos barrios de Madrid y no conozco un caso igual. La Junta debería intentar empatizar con todo el distrito.

¿Tiene que ver con la ideología?

Qué más da cómo seamos unos y otros ideológicamente, lo que tenemos es que saber convivir. Sería bonito que las juntas de distrito, que son las más cercanas a la ciudadanía, dieran un ejemplo de convivencia. Cuando hablan de las ideologías, es mentira, es decir, en las asociaciones y todos los colectivos de Hortaleza lo que hay es un interés común, que es disfrutar de tu barrio y de tus vecinos y vecinas.

Pasemos a asuntos positivos. ¿Qué destacarías a bote pronto?

La llegada de Las Hortalinas fue una noticia para el barrio. Fue muy revitalizante. Tenemos un hándicap, que se lo expliqué al coordinador, por cierto, y es que no tenemos sala de actividades, con lo que no podemos hacer muchas cosas. Hemos hecho casi 20 programas de radio, casi todos con escritores y escritoras, sobre todo de Hortaleza.

¿Con tiempo extra?

En Hortaleza, mi horario ha ido más allá de lo que debía. Aquí he pasado tardes o fines de semana enseñando Hortaleza y no me ha importado, lo he disfrutado. Con ellas igual, quedábamos por la tarde. Empezamos a hacer programas.

¿Lujazo de escritores?

Respecto a los escritores, ha sido fundamental Emilio Silva. Empecé a desayunar con él en Casa Florencio, un sitio fenomenal que me encanta y en el que estoy muy a gusto. Es el corazón del antiguo pueblo que sigue latiendo. Entonces surgió la posibilidad de traer a alguien. Él conoce a muchísima gente y no había que insistirle mucho.

Con Manuel Rivas hicimos el programa y lo llevamos por varios sitios del patrimonio. Luego Marta Sanz y luego Julio Llamazares. El factor más importante ha sido Emilio Silva, aunque Las Hortalinas y nosotros lo hemos desarrollado. Ha sido una confluencia de la biblioteca, Las Hortalinas y Emilio Silva. Él se quiere quitar importancia, pero la tiene y muchísima.

¿Qué es el Espacio Hortaleza?

Surgió la idea de crear un espacio en la biblioteca, Espacio Hortaleza, donde recogiéramos todo lo hecho sobre Hortaleza, tanto de libros como de música, películas, cómic o lo que sea, por gente ligada a Hortaleza. En esto creo que fuimos pioneros. Ahora en todas las bibliotecas se están ahora haciendo. Hortaleza tiene una cosa, además, que favorecía eso mucho, igual que contar la historia de Hortaleza, son las fronteras claras que tiene. Cuando hemos enseñado el patrimonio, no llega al kilómetro, es muy paseable. Está todo tan recogido que recorrerlo es una gozada.

¿Se recogen todo tipo de libros?

En Espacio Hortaleza también recogemos libros autoeditados. Estamos orgullosos de ese rincón. Además, le damos bastante presencia porque está nada más entrar.

¿De qué más te sientes orgulloso?

Hemos digitalizado muchas fotos de Hortaleza, algunas del antiguo pueblo y otras más recientes de los años sesenta, setenta y ochenta para Memoria de Madrid en el apartado que tiene dedicado a los barrios. Ha sido muy importante el periódico que José Luis López, Chelu, llevaba desde la asociación vecinal, Unión de Hortaleza, y también La Voz de Villa Rosa.

Lo hablamos con los responsables y los llevamos a Conde Duque, que es donde está Memoria de Madrid. Son dos periódicos fundamentales para reconstruir la Hortaleza de la Transición, del movimiento vecinal, del nacimiento de los colegios, de los transportes…, de todo. Todo viene ahí. A la vez, también es historia de Madrid.

Unión de Hortaleza y La Voz de Villa Rosa son dos periódicos fundamentales para reconstruir la Hortaleza de la Transición”

¿Qué otros recuerdos te llevas?

Hicimos las Jornadas sobre Historia de Hortaleza, el libro dedicado a Juan Carlos Aragoneses con sus escritos… y Cuentos al parque, que están divinos para los críos. Que la biblioteca realice actividades en este parque es algo fundamental. Enseñar el Silo y el mirador a los colegios lo estamos haciendo.

Al empezar tuvimos un certamen de cuento infantil. Vino Jamacuco, que era uno de los mejores, una pareja de cuenteros buenísima, estuvo Agustín Jiménez dando lo premios… Aparte de las sillas, montamos un montón de colchonetas del Luis Aragonés. Era aprovechar todos los recursos que hubiera para que los niños estuvieran cómodos.

También con Espacio Dinamo hemos hecho varias actividades propuestas por ellos. Nosotros les acompañábamos. Una fue el certamen de pintura rápida en el mirador. Otra fue con niños durante tres años en el parque, junto al Silo, para que pintaran y todo eso, o sea, siempre ha habido actividades anuales muy interesantes y siempre lo hemos hecho con los colectivos.

¿Cómo habéis tenido tanta colaboración?

Hemos intentado ser lo más iguales posibles, es decir, que una institución pública como la biblioteca estuviera a la par en las actividades conjuntas, es decir, al mismo nivel que La Unión, el periódico… Si hacíamos un cartel, intentábamos que fueran los otros por delante; si hacíamos reuniones, nunca he dicho por la mañana porque por la tarde podíamos estar todos. No podemos dejar de ser una institución, pero al mismo nivel que los demás. Esto ha hecho que tuviéramos buena acogida, yo creo.

Tuviste una gran despedida.

Yo sabía que el cariño no iba a faltar, pero una cosa es eso y otra que, por sorpresa, me hicieran el homenaje que me hicieron lleno de cariño el Día del Libro en el CEPA Dulce Chacón. El CEPA también es un sitio que hay que destacar igual que Danos Tiempo por todas las cosas que se pueden hacer y que hacen por los demás.

Sentí un cariño, unas risas, un “de tú a tú”, como digo, que me sentí abrumado y muy emocionado. Luego me regalaron un libro único, ejemplar único, en cuanto a cómo está hecho y que delataban que era sincero. Me emocioné mucho. Me regalaron un cuadro que es portada del libro de Hugo Aroca. Me encanta por el cuadro en sí y lo que representa para mi vida.

Tuviste dos despedidas, una por sorpresa y otra por jubilación.

El día de la celebración en Danos Tiempo, la cantidad de gente que hubo, el cariño, las risas y, luego… No sé si lo puedo decir, al llegar a casa tenía un audio de Te Quilla con una canción dedicada a mí. Eso fue la leche.

Sé que ha habido más muestras de aprecio.

Ramón de La Unión me dijo que se había acordado en la Coordinadora de la Cabalgata que sea, para la próxima edición, cabalgatero mayor. Me ha dicho que doy salida a la cabalgata. Las Hortalinas me nombraron y me dieron el diploma de socio honorífico del club de lectura Las Hortalinas. También estoy muy orgulloso de la relación que hemos tenido con la Librería Mar Negro. Yo adoro a Bárbara y a Carlos. Para mí ha sido algo que todavía no lo he digerido. Es muy fácil querer a Hortaleza y su gente, lo único es que tienes que querer.

¿Planes para la jubilación?

Hubo una sacudida dentro de mí los primeros días, pero al día siguiente volví a sentir una felicidad recuperada de antes de empezar a trabajar. Me siento muy feliz, muy feliz. Esto de estar jubilado es mejor de lo que dicen. Tienes achaques de la edad, pero mejor ahora que más tarde. Esto es algo que todos tenemos que disfrutar. Hay que luchar porque se mantenga y es una gozada.

Pero ¿tienes proyectos?

Yo quería ir poco a poco, pero me han venido sin buscarlos proyectos como el del libro del Rayo, que es la primera biografía a un jugador del Rayo, Felines. Ahora hay otro proyecto que tiene un contenido social muy interesante para la recuperación de la historia de Vallecas. Lo estoy preparando, pero no lo quiero hacer con prisas.

¿Y otro tipo de actividad?

Quiero leer más de lo que he leído últimamente. Luego, a mí también me gusta no hacer nada. Fernando Fernán Gómez tiene un vídeo en el que decía que tenía un don de ser feliz con no hacer nada; pues a mí también se me da bien y lo sé compatibilizar con todo lo otro.

Muchas gracias, jubiloso.

Juan Jiménez Mancha

Juan Jiménez Mancha, con el mural de Nuria Toll en la fachada de la biblioteca pública Huerta de la Salud detrás. SANDRA BLANCO

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