Nada más traspasar el umbral de este viejo inmueble de la calle Mar Amarillo, una se da cuenta que allí se cuecen cosas interesantes. La fachada, con grandes ventanales enmarcados en madera y baldosines de color verde oscuro, conserva el viejo regusto de lo que no hace mucho era una tabacalera.
Al entrar, el olor a cigarrillos ha dado paso a un aroma a madera, que es a lo que huele casi todo lo artesano, aquello que se confecciona a fuego lento y a mano. Ana Arroyo y Alejandro Rivilla son los responsables de esta transformación. Con la mirada luminosa de los entusiastas y la serenidad de los emprendedores prácticos, explican que el proyecto del Espacio Dinamo llevaba forjándose años.
Tras alguna iniciativa infructuosa, como la Asociación de Artistas Visuales, finalmente encontraron este inmueble y, tras meses de obras, crearon un coworking de artistas y un taller de artesanos. “La idea es desacralizar el arte y hacerlo accesible a pie de calle”, comenta Alejandro, a quien muchos también conocen como Jaque. “Nuestro propósito es sacar el arte de los circuitos tradicionales y crear un entorno transversal”, prosigue.
Actualmente, comparten el espacio seis artistas, entre los que se encuentran profesionales del diseño, la pintura, la cerámica, la escultura y el grabado. “No tenemos horarios. Cada uno entra y sale cuando quiere” explica Ana, que también comenta que están en proceso de constituirse como asociación.
ARTE EN LAS PERIFERIAS
Su concepto del arte es generoso, comunal, participativo. En un distrito con un tejido asociativo cohesionado y sólido faltan, sin embargo, espacios vecinales dedicados a la creación artística. El territorio periférico de Madrid se ha convertido en los últimos años en terreno fértil para ello.
“Nos gustaría ser un referente artístico en el barrio”
Distritos como Carabanchel se están significando como un polo de atracción de artistas jóvenes y florecen allí estudios y talleres de artesanía. “Esa es la idea, nos gustaría ser un referente artístico en el barrio”, puntualiza Ana, a quien también le ilusiona la idea de ofrecer el espacio a niños y adolescentes que no busquen una academia sino un lugar donde aprender “en libertad”.
Aunque son conscientes de que aún queda camino por recorrer, esta pareja tiene claro cuál es el objetivo de su proyecto: “Queremos apoyar el trabajo de artistas emergentes, organizar comisariados con los medios que tenemos, contactar con centros escolares para asesorar a los estudiantes sobre bachillerato artístico, prestar estas paredes para hacer exposiciones, idear certámenes de pintura, intervenciones artísticas, comenta Jaque, “En resumen, acercar el arte a Hortaleza”, puntualizan casi al unísono.