El barrio de Villa Rosa se construyó donde acababa Madrid, literalmente. Sus bloques de viviendas formaron un desproporcionado apéndice del pequeño pueblo de Canillas, que estaba conectado a la ciudad mediante una única y estrecha carretera repleta de baches. Alrededor solo había campo: terrenos rústicos con trigales y algún melonar por los que atravesaba la solitaria vía de tren que partía de San Fernando de Henares hasta Chamartín. La nueva colonia carecía de casi cualquier tipo de servicio en la década de los setenta, porque los colegios o el transporte público decente se tuvieron que pelear durante años. Mudarse entonces a Villa Rosa tenía pocos alicientes, aunque las inmobiliarias intentaban seducir con una promesa refrescante: el barrio tendría piscinas.
Darse un chapuzón era casi un lujo en aquella periferia madrileña a la que le faltaba de todo, incluso lo más elemental, porque en 1979 todavía se contaban en el distrito más de 2.000 hogares sin agua corriente. Las piscinas municipales más cercanas quedaban lejos, en el barrio de la Concepción. Cuando el calor apretaba, las familias de la zona de Canillas se desplazaban a piscinas de la Ciudad Lineal como Stella, que una vez al mes ofrecía entradas a precio reducido. “Aunque Stella era muy cara para la gente del barrio. La gran mayoría iba a la Formentor y a la Mallorca, también en Ciudad Lineal, porque eran más baratas”, hace saber Ricardo Márquez, historiador autor de un libro sobre la historia de Canillas.
Por eso el vecindario de Villa Rosa no le quitaba ojo al “hoyo” ubicado entre las calles Mota del Cuervo y Motilla del Palancar, justo en el centro del barrio, donde supuestamente iban las prometidas piscinas. Porque tras años de espera, acabó siendo una promesa incumplida, como recuerda Juana Sánchez, veterana de la asociación vecinal de Villa Rosa: “Ese agujero estuvo diez años. Ahí había un cartel bien grande que ponía: ‘Aquí estarán ubicadas las piscinas de Villa Rosa’. Pero un día, de buenas a primeras, quitan el cartel de las piscinas y ponen otro anunciando la construcción de cuatro bloques de casas. Y claro, la asociación se volcó”.
Lo que hizo la asociación, rememora Juana, fue denunciar a la Empresa Constructora Villa Rosa S.A. (la que hizo la colonia) por incumplir lo prometido, y así consiguió paralizar la licencia necesaria para hacer viviendas en el “hoyo” de las piscinas. Ante la situación de bloqueo, en 1980 la constructora ofreció un trato: estaba dispuesta a construir las piscinas en otro emplazamiento al final de la calle Mota del Cuervo, donde el Ayuntamiento proyectaba un nuevo polideportivo, si se le permitía levantar las cuatro torres de viviendas de la que se llamaría ‘urbanización La Rosaleda’. La oferta de la constructora se sometió incluso a un “referéndum popular” en Villa Rosa. Vecinas como Juana preguntaron al barrio, yendo puerta por puerta, si aceptaba el trato. “Así me enteré del golpe de Estado de Tejero. Estábamos haciendo la encuesta en una casa, y nos dijeron: “A ver si nos deja hacer el polideportivo esta gente que ha secuestrado el Congreso”.
Al final hubo acuerdo entre la constructora, la asociación y el Ayuntamiento de Enrique Tierno Galván, el primero elegido en las urnas tras la muerte de Franco, formado por una coalición de socialistas y comunistas. En julio de 1981 las tres partes firmaron un documento en el que la empresa se comprometía a construir en el futuro polideportivo unas piscinas que recepcionaría el Ayuntamiento y abrirían sus puertas en el verano de 1982, cuando España iba a acoger el Mundial de fútbol. El acuerdo, sin embargo, solo fue el principio de muchas otras discrepancias.
“Lo primero que propuso la constructora era una birria”, asegura Juana Sánchez. A lo largo de 1981 se prolongaron las negociaciones para mejorar el proyecto del polideportivo con las propuestas vecinales. El boletín de la asociación, La Voz de Villa Rosa, anunció en noviembre de aquel año que se multiplicaban las piscinas, pasando de las dos que ofrecía la inmobiliaria a cuatro en total, “lo que conlleva un presupuesto más alto que correrá a cargo de la empresa constructora”, precisaba la publicación vecinal. El Ayuntamiento, por su parte, asumía el coste del resto del polideportivo, que se extendería en una parcela de 52.000 metros cuadrados en la que antes hubo previstas 1.900 viviendas, aunque el Consistorio de Tierno Galván recalificó los terrenos para asignarlos a equipamiento deportivo a petición de la asociación vecinal, que ya gestionaba entonces escuelas deportivas para los jóvenes de la colonia a pesar de la escasez de instalaciones.
A partir de la firma del convenio, todo fueron retrasos. Las obras debieron comenzar en agosto de 1981, pero no lo hicieron hasta principios de 1982. En mayo de aquel año, el concejal de la Junta Municipal de Hortaleza, Valentín Medel (PSOE), confiaba en que las piscinas pudieran abrir al público ese mismo verano, según publicó La Voz de Villa Rosa, aunque las obras no estuvieran “totalmente terminadas”. La de 1982 fue una primavera ilusionante en el barrio, porque también se aprobó la construcción en el polideportivo de un nuevo campo de fútbol con gradas, al tiempo que se ponían en marcha las obras del parque de Villa Rosa. “Es un año fructífero para Villa Rosa, en el que podemos ver realizadas algunas de las viejas reivindicaciones que la asociación ha venido realizando al Ayuntamiento de Madrid durante más de diez años”, proclamaba entonces el boletín vecinal.
La alegría duró poco, porque las piscinas no abrieron en el verano de 1982 y la asociación la emprendió con Fernando Amiano, gerente del Instituto Municipal de Deportes (IMD). “Mucho vamos a tener que apretar las clavijas al señor Amiano si queremos mojarnos este verano, ya que él no ha puesto nada de su parte. No ha querido recepcionar las piscinas, no ha querido gestionar las acometidas de luz y agua, no ha querido dotar a esta instalación de árboles y zonas verdes, no ha querido destinar a la misma el personal adecuado necesario”, enumeraba la asociación en un artículo de su boletín, a principios de 1983, que expresaba el enfado del vecindario: “¿Y todo ello por qué? Porque no le ha dado la real gana. ¿Quién es don Fernando Amiano para pasarse todo esto por el forro…? Los vecinos de Villa Rosa tendremos que enseñarle quienes somos nosotros para que no se burle, no abuse más de nuestra ilimitada paciencia”.
Mientras las piscinas de Villa Rosa esperaban su apertura, se inauguraban las del polideportivo de Hortaleza, las primeras municipales del distrito
Llegó el verano de 1983 y las piscinas de Villa Rosa tampoco abrieron sus puertas. “Es una pena y una vergüenza que hayan trascurrido dos años, con el consiguiente deterioro de lo ya terminado, y que los vecinos no podamos utilizar las piscinas por la falta de interés municipal”, lamentaba la entonces presidenta de la asociación vecinal, Teresa Fernández, en declaraciones al diario El País. Mientras en Villa Rosa sus piscinas languidecían sin estrenar, las del polideportivo de Hortaleza, en la carretera de la Estación, se inauguraban en mayo de 1983, convirtiéndose en las primeras municipales de un distrito que, tras las elecciones municipales de aquel año, pasó a gestionar la concejala socialista Pilar García Peña: en su primer encuentro con la asociación de Villa Rosa pidió tiempo para estudiar el problema que mantenía cerradas y vacías sus piscinas. “Ya dudamos poderlas usar algún día”, se leía en La Voz de Villa Rosa en noviembre de 1983. Unos meses después, coincidiendo con el carnaval, el boletín compartía esta coplilla de un vecino.
Si no tienes agua en casa
Y tú te quieres bañar
No pienses en las piscinas
Pues nunca se acabarán
En el verano de 1984 hubo suspense, porque las piscinas de Villa Rosa tampoco abrieron cuando arrancó la temporada de baños. En junio, el diario Villa de Madrid editado por el Ayuntamiento aseguraba que lo harían en julio, aunque la inauguración definitiva se pospuso hasta el 1 de agosto. Después de tantos años de espera, la jornada fue una auténtica fiesta. Al flamante polideportivo de Villa Rosa acudió el alcalde Enrique Tierno Galván. También el teniente de alcalde, Adolfo Pastor, y la concejala de Hortaleza, Pilar García Peña, acompañada de su predecesor Valentín Medel, que había pasado a asumir la concejalía de Circulación y Transportes.
A la comitiva municipal le escoltaba medio barrio ansioso por darse el primer chapuzón, como relató una crónica posterior de La Voz de Villa Rosa: “El señor alcalde cortó la cinta inaugural y acto seguido el barrio pudo entrar a bañarse. La asistencia de público fue masiva”. Cuando Tierno y los concejales accedieron a las instalaciones, en las piscinas ya chapoteaban bañistas a los que les faltó tiempo para aprovechar la gratuidad del primer día. Fuera de las piletas, los curiosos formaban una multitud que se apretujaba cuando el alcalde “dirigió unas palabras a todos a través de la megafonía de la piscina”.
La asociación fue invitada al “sencillo” acto de inauguración en reconocimiento a su empeño por conseguir este equipamiento para el vecindario. “Muchos desvelos nos ha costado”, se admitía en su boletín. Tras la visita a las piscinas, el Instituto Municipal de Deportes organizó “un vino para el alcalde y los invitados”, y los miembros de la asociación vecinal aprovecharon el convite para seguir reclamando al nuevo director gerente del IMD, Fernando Arroyo, más árboles y césped en las piscinas. El ágape se celebró en el nuevo parque de Villa Rosa, inaugurado por Tierno Galván un año antes, en el verano de 1983. En las imágenes de aquel día, los arbolitos del parque lucen todavía raquíticos, y al fondo aparece el paisaje castellano que desapareció para siempre con la construcción de la M-40 y de los recintos feriales de Ifema.
En su primer verano, la entrada general a las piscinas de Villa Rosa costaba 170 pesetas, y las instalaciones abrían de diez de la mañana a ocho de la tarde. Apenas un par de socorristas vigilaban a los bañistas, aunque en la piscina circular infantil había además una “señorita” para cuidar de los pequeños “pero no como niñera”, subrayaba en La Voz de Villa Rosa Jesús Ibáñez, uno de los encargados de las piscinas. Este empleado municipal también destacaba que el agua de la piscina infantil se sustituía “todos los días” y presumía de su calidad: “Después de tratamiento que se da en las depuradoras, es de más calidad que la viene del Canal”.
La asociación vecinal de Villa Rosa quiso que el nuevo polideportivo recordara a Luis Iparraguirre, fundador de la asociación y concejal en el primer Ayuntamiento democrático, que falleció prematuramente apenas unos meses antes de la inauguración de las piscinas. La propuesta se llevó incluso a un Pleno municipal donde fue aprobado “con los votos a favor de todos los grupos políticos”, aunque el renombramiento del polideportivo nunca se hizo efectivo.
En 2003, el entonces alcalde José María Álvarez del Manzano, del Partido Popular, cambió el nombre del recinto para dedicárselo a Luis Aragonés, el ‘sabio de Hortaleza’, leyenda del mundo del fútbol que en aquella época entrenaba a su Atlético de Madrid y tuvo que ausentarse de una sesión preparatoria para asistir a la inauguración de la ampliación del polideportivo que desde entonces lleva su nombre.
ANIVERSARIO CON OBRAS
40 años después del primer chapuzón, nadie ha podido celebrar el aniversario bañándose en las piscinas de Villa Rosa, porque este verano están vacías de agua y repletas de cascotes de obra. El Ayuntamiento de Madrid aprobó el pasado mes de junio el contrato de la “reforma integral” del recinto, que arrancó en el mes de junio con un presupuesto de casi cuatro millones y medio de euros. “La intervención tiene dos objetivos fundamentales: solucionar los problemas estructurales que presentan las instalaciones y dotarlas de mayor accesibilidad”, explicó el Ayuntamiento en un comunicado.
Con estas obras, las piscinas de verano del polideportivo pasarán a ser solo tres, porque se “refundirán” las dos medianas destinadas a aprendizaje y a nado para crear una nueva de recreo de mayores dimensiones, según el Consistorio. Los trabajos incluirán, además, la renovación e impermeabilización completa de los vasos y las zonas que los rodean. En 2022, las piscinas de Villa Rosa también cerraron durante la temporada estival porque el gobierno municipal de José Luis Martínez-Almeida decidió reparar justo en verano los desperfectos en los vestuarios que provocó la borrasca Filomena 18 meses antes. Como ocurría a principios de los ochenta, los inexplicables plazos del Ayuntamiento impiden al vecindario bañarse en la época más calurosa del año.
Hola! O he leído muy rápido o me sorprende que nadie recordara el referendum popular que se hizo casa por casa, preguntando si la gente en el hoyo quería una piscina o qué quería. No sé en que tramo o fechas de la pelea por las piscinas fue.. pero Yo recuerdo aquello. No sé si ya estaba el boletín de Villa Rosa y se publicó algo, pero yo recuerdo aquello.
Estaría bien.. encontrar cuál fue la pregunta exacta para el referéndum. Bien el documento que se presentaba a los vecinos para recoger el voto. O buen si salió dicha pregunta en el boletín.
La foto de la celebración no es en el parque de Villa Rosa.Aunque está pegado. Es al final de la calle El Pedrrnoso.
Es donde los campos de futbol al lado de la antigua asociación de Villa Rosa, habían un bar al lado de la entrada de la caseta . Donde hoy están las canchas de tenis.
Algunas de las personas en esa foto además de Teresa son: Luis marido de Juana. A la izquierda, la propia Juana, parece, Isa y su marido, no recuerdo el nombre. Federico, a la izquierda, en el margen derecho,parece Lina, su mujer…socios muy activos todos en la asociación de Villa Rosa.
Los árboles que se ven plantados al rededor de lo que fueron los primeros campos de futbol, se plantaron por todos los vecinos que fueron a la convocatoria. Años antes. No recuerdo el año. No sé si coincidía con día del árbol estaba instaurado como tal. También recuerdo las primeras fiestas de primavera en Villa Rosa, justo ahí detrás de donde están. Y salir de ahí las primeras cabalgatas y mayorerets. No sé si esos terrenos eran rústicos o qué. Pero la gente se preocupaba por uso de suelos para bien y uso colectivo. Y ante abandonos nos ocupabamos como ahora hacen con las jardineras de la plaza de Rubén Carvaca por ejemplo..