La primera vez que acudí a una fiesta popular en la calle fue siendo un crío en el barrio de San Lorenzo de Hortaleza. Al final del bulevar de Celio Villalba, junto al bloque de diez pisos de la calle Manizales, había un remolque de los que tiraban los tractores a modo de escenario donde actuó Toni Genil. Siempre recordé su nombre, supongo que por algún cartel que me llamó la atención, ya que nunca supe nada de este artista hasta años más tarde cuando formó parte de aquellos frikis televisivos junto a Leonardo Dantés, Tamara, Paco Porras o Loli Álvarez.

Más estimulante fue mi primera fiesta reivindicativa en el barrio de Portugalete en 1975, con aquellas fachadas decoradas –entonces no se llamaban grafitis– que son historia del arte urbano de la ciudad, donde comprendí que ocio y protesta no solo son compatibles, sino que son líneas paralelas, y que las fiestas no son solo verbenas y música. En aquel ambiente y con la curiosidad de jóvenes, pudimos conversar con el poeta Blas de Otero y otras personas que debían ser muy reconocidas, pero que desconocíamos por completo.

Asistiendo meses más tarde (el 9 de mayo de 1976) al Festival de los Pueblos Ibéricos en la Universidad Autónoma, observamos la trascendencia de la música como herramienta de denuncia y cómo puede llegar a disgustar a las autoridades. Desde entonces, acudir a las fiestas de los barrios pasó a ser una obligación admirando la voluntad, compromiso, solidaridad y entusiasmo que vecinas y vecinos ponían para sacarlas adelante.

En 1979 se celebran las primeras elecciones municipales tras la dictadura, constituyéndose la primera corporación de izquierdas en la capital desde la República con un nuevo Ayuntamiento que contaba con enormes carencias para la gestión, producto de un Estado totalmente centralizado. Una de ellas era la realización de actividades culturales, que no sería reconocida como competencia municipal hasta 1985 con la aprobación de la Ley de Bases de Régimen Local.

Aquel vacío legal abrió puertas tanto a iniciativas como a disputas y controversias. La creación en Madrid de Consejos de Participación Ciudadana fue esencial en aquellos momentos, más reconocidos en la actualidad al observar cómo esta participación ha ido reduciéndose con el paso del tiempo, hasta llegar a ser algo anecdótico actualmente.

El Consejo de Cultura fue, junto con el de Urbanismo, uno de los más dinámicos, y tuvo un papel destacado en la configuración de un cierto modelo cultural propio. Tuve la suerte de ser elegido, en asamblea en la Cátedra de la UVA, entre las siete personas que formaron parte de la Junta Rectora para desarrollar el primer centro cívico municipal de Hortaleza, que pasó a ser Casa de Cultura –tras una buena controversia con el área central del Ayuntamiento– en los bajos de la Junta Municipal en la calle Santa Virgilia, participando activamente en las actividades culturales desarrolladas en Hortaleza en los ochenta.

LAS PRIMERAS FIESTAS

En paralelo, se pusieron en marcha las primeras fiestas del distrito. Hasta entonces, cada barrio celebraba las suyas de la mano de las asociaciones vecinales y otros colectivos ciudadanos. Se acordó que fueran en San Isidro al ser el patrón de la ciudad. Para el emplazamiento, se buscó un espacio que de alguna manera uniera a dos de sus territorios históricos, Canillas y Hortaleza, y que el tercero de entonces, Barajas (que hasta finales de los ochenta formaba parte del distrito), por su lejanía tuviera sus fiestas propias.

En el escenario de Arroyo del Quinto, hoy Gran Vía de Hortaleza, se celebraron las primeras Fiestas en 1980, que contaron con actividades de guiñol, zarzuela, teatro infantil, bailes populares, exposición de dibujo infantil, fuegos artificiales y recitales y, según una carta enviada por las asociaciones vecinales al alcalde Tierno Galván, los recitales de Nuevo Mester de Juglaría y Union Pacific, que protagonizó uno de sus últimos conciertos antes de disolverse y que dos de sus integrantes formaran uno de los grupos legendarios de nuestro rock: Obús.

En esta misma carta al alcalde, se celebraba su realización, manifestando “aunque nuestros vecinos no hayan ido al pregón de la Plaza Mayor o a la romería de la Casa de Campo”. Esta coincidencia motivó que en los siguientes años se retrasara un par de semanas su celebración, pasando a ser las Fiestas de Primavera, lo que generó la correspondiente controversia con el movimiento asociativo.

Valentín Medel, concejal del distrito, justificaba de esta manera el cambio en una carta dirigida a la asociación La Unión de Hortaleza: “Es evidente que hemos tenido divergencias en la concepción de la ciudad, divergencias que han aflorado en nuestras múltiples reuniones. Desde la Junta se ha entendido que somos un distrito con nuestra propia personalidad, pero, justamente por eso, somos parte de un todo que también nos pertenece. Por eso se ha reivindicado y potenciado las fiestas del distrito, pero no como alternativa a las de la ciudad. Las Fiestas de San Isidro también son nuestras y tenemos derecho a disfrutar de ellas”.

En el escenario de Arroyo del Quinto, hoy Gran Vía de Hortaleza, se celebraron las primeras Fiestas en 1980

El también muy activo Consejo de la Juventud fue uno de los impulsores del cambio, para no tener que decidir entre las fiestas de distrito y las centrales, teniendo su propia dinámica, aunque coordinado con el de Cultura. En 1980 organizó en el pinar de López de Hoyos la primera Semana de la Juventud, en la que participaron entre otros Burning, la compañía Teatro Guirigay y otra de la que formaba parte Alicia Sánchez –muy conocida por ser una de las protagonistas de la película Furtivos–. También tuvo cabida el Primer Encuentro de Músicos Callejeros, en el que participaron músicos reclutados en calles y en el Metro, aunque algunos se negaran a participar argumentando que ganaban más en su espacio habitual que las 5.000 pesetas que recibía cada uno de los participantes.

A primeros de junio de 1982, se celebraron las fiestas con un programa que combinó actividades desarrolladas en los diferentes barrios: Coro Infantil de Villa Rosa, Lapsus (rock), las corales Voces del Pueblo (Villa Rosa) o El Capricho (Alameda de Osuna), donde no faltaron los bailes regionales, la zarzuela, la Banda Municipal y las orquestas de baile a diario, junto a artistas en pleno éxito como Los Secretos combinados con aquellos que empezaban a desarrollar sus carreras, como Joaquín Sabina, Teresa Cano o Javier Krahe y la correspondiente sesión de fuegos artificiales la noche del sábado, algo desde entonces habitual.

En septiembre de este mismo año, tuvo lugar la tercera Semana de la Juventud con la actuación por primera vez en Madrid de Siniestro Total, con incidentes que ocuparon la página de sucesos de El País el 26 de septiembre. Un año antes y para celebrar el tercer aniversario de la Constitución, se dio paso a la música tras los actos institucionales con las actuaciones de Pablo Guerrero y Rosa León.

Hortaleza en los ochenta

Recorte de una noticia sobre los incidentes ocurridos en el concierto de Siniestro Total en la III Semana de la Juventud de Hortaleza, publicada por ‘El País’ el 26 de septiembre de 1982.

HPV65 Recorte El Pais 2IMPULSO CULTURAL

La llegada de Pilar García Peña (PSOE), con clara experiencia en el campo de la cultura, a la presidencia de la Junta de Hortaleza en 1983 fue significativa para el desarrollo de los programas que estaban en marcha y la elaboración de otros nuevos, con el correspondiente incremento presupuestario tanto para los propios como para los realizados por el movimiento asociativo.

La música tuvo un protagonismo especial en todas las actividades, nunca de forma aislada, sino como parte de un programa común: surge entonces la Asociación de Músicos de Hortaleza, y grupos como Porretas o Espontáneos grabaron sus primeras canciones en los estudios CEA del desaparecido Tony Luz –guitarrista de Los Bravos– como parte de dos discos colectivos editados por la Junta. En un programa de especialización de los centros culturales, en 1984 se pone en marcha la primera Escuela Municipal de Música en la calle Benita de Ávila (hoy centro cultural Federico Chueca), contando con banda propia y dos corales, una infantil y otra de adultos. Tras ser invitada esta última al Festival de Habaneras de Torrevieja, se pusieron las bases para la puesta en marcha de la Asociación de Amigos de la Música de Hortaleza.

El proyecto cultural intentaba ser lo más transversal posible uniendo actividades y talleres –algunos de estos fueron especialmente activos–. El de fanzines a cargo de María José S. Bermejo y Fernando F. Vegas, autoeditaba dos revistas que obtuvieron varios premios. Pazsiempre, realizado por los participantes en el taller infantil, consiguió el primer premio en la convocatoria Periódicos por la Paz de 1986, convocada por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. Los responsables del taller publicaron dos libros, Hagamos posible la ecología y Pacifismo o barbarie, que presentaron en la Casa de Cultura de Santa Virgilia, siendo también colaboradores de revistas especializadas como Madriz o El Cairo y de El Diario de Hortaleza, editado por la Junta y del que es casi imposible encontrar algún ejemplar en la actualidad.

Un taller muy activo fue el de fotografía, cuyos participantes crearon la Asociación Fotográfica de Hortaleza (AFHOR), mientras que los que realizaban las visitas para conocer Madrid pusieron en marcha la suya: Tertulia de Madrid Artístico (TEMAR). Se promovía la creación de colectivos que desarrollaran por sí mismos las actividades, apoyando a los que estaban en marcha. A Radio Fhortaleza, antecedente de Radio Enlace, se le cedió un local en la calle Costa del Sol, realizando en fiestas maratones de radio y con motivo del Año Internacional de la Juventud organizaron el concurso de fotografía “Hortaleza visto por los jóvenes”, cuyo premio se llevó una imagen de unas zapatillas realizada por Cristina Martín.

Radio Fhortaleza vertical

Tertulia en el estudio de Radio Fhortaleza, en el año 1984. FOTO CEDIDA POR JOSÉ LUIS LÓPEZ

Al ser un distrito con una población muy joven y con carencia de espacios juveniles, el desarrollo de actividades para este sector de población era prioritario. Además de los talleres, se puso en marcha un Centro de Formación para el Empleo en la UVA –donde el INAEM abonaba una cantidad económica a los participantes que aprendían a realizar trabajos artesanos o en vías de desaparición–. Se programaron albergues y campamentos de verano (Candelario, Cáceres, Navacerrada, Asturias, Mijas, Boñar, Montes Universales, Buitrago,…), viajes al extranjero (Francia, Países Bajos, Portugal, Marruecos), compartidos en algunas ocasiones con jóvenes de Azuaga (Badajoz) y San Boi de Llobregat (Barcelona), a modo de hermanamiento juvenil con esos municipios.

Cicloturismo en colaboración con la asociación Pedalibre, que puso las bases para la creación del Club Cicloturista de Hortaleza y el desarrollo de un centro de recursos (centro cultural Huerta de la Salud), donde, además de material educativo (vídeos, libros especializados…), se podía acceder a otros materiales para realizar actividades al aire libre (tiendas de campaña, material de escalada, guías de montaña…), algo que no era exclusivo para jóvenes.

Programas como Veranea en Hortaleza con actividades durante la temporada estival, incluía cine de verano, conciertos, actividades deportivas e incluso la apertura nocturna de alguna piscina, con proyecciones de cine y pequeñas actuaciones acústicas. En algunas de estas actividades, participaron miembros de AMEJHOR, dentro de los programas de colaboración con los Servicios Sociales.

Colaboración extensiva a la Semana de la Tercera Edad, con actividades realizadas para los más mayores donde la música también estaba presente, con artistas como Eva –la más castiza de la época– o Rosita Ferrer, una de las grandes de nuestra de copla. Se procuraba contar con una programación cultural específica durante todo el año. Lo más solicitado eran el baile, las excursiones y los viajes de varios días, así en 1985 viajaron a Cádiz, Palma de Mallorca y Benidorm. La colaboración entre las diferentes áreas municipales era la norma, igual que con el movimiento ciudadano, que, manteniendo su espíritu crítico, fue un sostén imprescindible para desarrollar los diferentes programas.

Hortaleza en los ochenta

Portada del LP publicado en 1990 por la Asociación Músicos de Hortaleza, con canciones de las bandas Iris, Sexagrama, Luces Negras y Fuera de Lugar.

ACTUACIONES OCHENTERAS

Conviene recordar a algunos de los artistas que subieron a los diferentes escenarios hortalinos en la década de los ochenta, y no solo durante sus festejos. Suele mencionarse que desde el Ayuntamiento solo se promocionaba a grupos de la Movida, pero la hemeroteca muestra que esa afirmación no tiene consistencia, por lo menos en Hortaleza, ya que hubo nutrida representación de todos los géneros, recordemos algunos: Olga Manzano y Manuel Picón, Patxi Andión, José Antonio Labordeta, Rafael Amor, Noel Soto, Claudina y Alberto Gambino y los mencionados Pablo Guerrero, Rosa León, Joaquín Sabina, Javier Krahe o Teresa Cano (canción de autor); el folk contó con artistas como Manuel Luna, Oskorri, Puturrú de Fuá, La Bullonera, Gesta, Nuevo Retablo Castellano, Tradición, Hecatón, Labanda, Campiña…, además de los mencionados Nuevo Mester de Juglaría.

La programación flamenca era de las más cuidadas realizada por la Asociación Tartessos especializada en una cultura tan nuestra, recordamos algunos nombres como José Menese, Basilio Villarta, Bernarda y Fernanda de Utrera, El Turronero, Enrique de Melchor, José Mercé, Rosilla Villarta, Agustín Fernández, La Tolea, Perico del Lunar, Rafael Romero, Pía Vargas o Manuel Gerena, vecino entonces de Canillas. En el centro cultural de Santa Virgilia, se realizaba la Navidad Flamenca, en la que se programaban artistas que interpretaban solo temas relacionados con esas fechas. Como curiosidad, la oposición política (AP, CDS) al Gobierno municipal (PSOE, PCE), propuso en su momento que este espacio cultural se convirtiera en comisaría de policía.

La canción española estuvo presente con nombres como Juanito Valderrama y Dolores Abril, que volvieron al distrito años después de hacerlo en las matinés del cine Hortaleza. Lolita Sevilla actuaba en el auditorio a escasos metros de la sala de fiestas Villa Rosa –hoy sede de la Junta Municipal–, donde fue descubierta para protagonizar Bienvenido, Míster Marshall. También pudimos escuchar a Carmen Flores, hermana de La Faraona; a Paquita Rico, que preguntó si el Ayuntamiento le iba a pagar siendo ella tan conservadora; a Los Chunguitos, que nos visitaron en varias ocasiones; Manuel Aranda o María del Monte. Zarzuela, chotis y cuplé tuvieron también su hueco, así como los espectáculos infantiles, que, además de guiñoles, payasos y teatro, contaron con la participación de grupos tan populares en aquellos años como Los Nanos o Botones.

Suele mencionarse que desde el Ayuntamiento solo se promocionaba a grupos de la Movida, pero la hemeroteca muestra que esa afirmación no tiene consistencia

Rock bien surtido con grupos como Sobredosis, Barricada, Santa, Daga, Panzer, Topo, Bella Bestia, Moris, Cráneo, Alcaudón, Esfinge… o los mencionados Burning y Union Pacific. La Movida claro que estuvo representada, pero no de forma exclusiva, con artistas como Radio Futura –que eligieron tocar en San Isidro en el auditorio del Pinar del Rey, hoy auditorio Pilar García Peña, en lugar de en alguno de los escenarios centrales de la ciudad–, Toreros Muertos, Nacha Pop, Gabinete Caligari, Pistones, La Noche Americana, OX Pow, PVP o los ya mencionados Los Secretos.

Desde Valencia llegaron Los Inhumanos, Orfeón Brutal y Seguridad Social, de Málaga Danza Invisible, de Barcelona Loquillo y los Trogloditas y Kiko Veneno. Los gallegos, además de Siniestro Total, Semen Up, donde el protagonismo no fue por el desnudo integral que hacía su cantante Alberto Comesaña, popular tiempo después por formar después Amistades Peligrosas, sino por el cólico nefrítico que padeció su bajista Javier Alfajeme, que se negó a suspender la actuación, tocando sentado y teniendo que ser evacuado al hospital al terminar el concierto. En el distrito también se celebraron las eliminatorias de varias ediciones del concurso de rock Villa de Madrid.

También hubo actuaciones internacionales como por las de Quilapayún, grupo emblemático de la música popular chilena. En la sexta Semana de la Juventud subieron al auditorio Danse Society, legendaria banda gótica británica que protagonizó su último concierto en España antes de dar a paso a su nuevo proyecto Johnny in the Clouds.

Una de las últimas actividades de la década fue la Feria de Músicas Innovadoras, pionera muestra de música electrónica en la ciudad con la participación de grupos como NOX de Francia. Carlos Galilea comentó aquella actuación en las páginas de El País: “Sobre un ritmo metálico obsesivo y casi espasmódico, en el que la melodía brillaba por su ausencia, sus feroces alaridos recordaron en algunos momentos a La Fura dels Baus”. También sobre los dos grupos alemanes que participaron en la muestra: “Sprung aus den Wolken, grupo berlinés de rock industrial que ha colaborado en bandas sonoras de películas como Las alas del deseo de Wenders, está liderado por un curioso personaje que repetía incansablemente proclamas de amor y creatividad. Los también berlineses Das Synthetische Mischgewebe guardan mayor relación con un tipo de teatro poco convencional que juega más con el espacio y los objetos”.

Sobre Eduardo Polonio como representación nacional, señaló Galilea: “El compositor-intérprete madrileño presentó una performance dividida en dos partes. Gustó la gran expresividad de la pieza titulada ‘Cuenca’, para cinta magnetofónica y chapeau chinois, un enorme artilugio del que penden campanas tubulares, chapas de metal y una larga lámina de papel de aluminio. La segunda consistió en un trabajo conjunto con el videoartista catalán Carles Pujol y en unos fragmentos de la ópera multimedia en la que Polonio está inmerso cara a 1992”, añadiendo: “ya en sesión de noche, compareció el grupo Flash Zero con una música bailable y robotizada al máximo. Las indumentarias de cuero negro y las gafas oscuras de sus cuatro componentes no dejaban de evocar un blade runner cualquiera. Durante tres cuartos de hora, Esplendor Geométrico instauró un delirio sonoro con sus ritmos electrónicos sintetizadores y voces. Su música ha llevado al grupo a ser reconocido a nivel mundial como uno de los mejores exponentes del género”.

La Feria de Músicas Innovadoras se celebró en Huerta de la Salud, pionera muestra de música electrónica con artistas extranjeros

El conocido periodista y locutor desde hace años en Radio 3, comentaba cómo vivimos aquella experiencia al comienzo del artículo: “La primera Feria de Músicas Innovadoras, celebrada este pasado fin de semana en el madrileño centro cultural Huerta de la Salud de Hortaleza, congregó a un público variopinto de niños, adolescentes y parejas del barrio, sorprendidos por lo inusitado del evento, a los que había que añadir un buen número de personas desplazadas para escuchar músicas poco habituales. Una serie de casetas ofrecían material relacionado con estas músicas difíciles de etiquetar y que abarcan una multiplicidad de propuestas sonoras. Al aire libre, en un parque del extrarradio madrileño, diversos grupos franceses, alemanes y españoles protagonizaron el pasado fin de semana la I Feria de Músicas Innovadoras. Ancianos, adultos y jóvenes se paseaban por el recinto con incredulidad y cierto interés por lo que allí estaba ocurriendo”.

Escribo estas líneas desde la memoria y sin nostalgia, recordando momentos que nos marcaron colectiva y personalmente, además de ser parte importante de nuestra formación y trayectoria profesional. Momentos que son escasamente reconocidos por los que narran la vida cultural oficial de aquellos años; más cool es contar lo que pasó en el centro que en la periferia, pero es precisamente aquí, en la periferia de Madrid donde están nuestros barrios.

Gracias al momento histórico, la voluntad política y el compromiso de muchas personas y entidades, fue posible.

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