El distrito de Hortaleza no tiene nada que envidiar a otros barrios de Madrid en cuanto a patrimonio histórico-artístico. Los hortalinos podemos jactarnos de tener más de cinco monumentos con alguna clase de protección oficial, como la iglesia de San Matías, en el pueblo de Hortaleza, o la ermita de San Blas, en Canillas. Pero siempre hemos tenido que luchar contra los devenires del Ayuntamiento, que parece empeñado en reemplazar nuestro patrimonio por construcciones modernas.

En primer lugar, la plaza de la Iglesia (de San Matías). En 2016, salió a la palestra periodística como el Ayuntamiento había aprobado el derribo de varios edificios decimonónicos, construidos junto a la iglesia de San Matías (edificio de gran importancia histórica al ser el primero de estilo neomudéjar de toda la ciudad de Madrid), con el propósito de construir un gimnasio moderno. Esta idea fue promovida por la congregación religiosa San Vicente de Paúl, con la futura explotación económica de Ingesport, empresa deportiva. No fue hasta que los vecinos plantaron cara a través de una campaña de firmas, y el Ayuntamiento se vio manchado de polémica, que se anuló semejante proyecto constructivo.

¿Por qué nuestro distrito es siempre blanco de la destrucción de patrimonio?

Mas no quedó ahí la poca valoración de nuestro patrimonio. No fue hasta el año 2023 que la histórica ermita de San Blas fue declarada Bien de Interés Patrimonial, protegiéndola al fin tras años de vejaciones ante la clara decadencia de esta iglesia, construida en el siglo XVII y el único remanente del antiguo pueblo de Canillas.

Sin embargo, nuestros monumentos han vuelto a ser amenazados. Esta vez la víctima ha sido la histórica finca de Los Almendros. Esta finca, antaño propiedad del dramaturgo Carlos Arniches, fue sede de importantes reuniones sociales de intelectuales de la Generación del 27.

"¿Si no luchamos nosotros, los hortalinos, quién lo hará?"

No solo destaca por su valor histórico, sino también por el estilístico. Rodeado de bellos jardines, el edificio principal destaca por su gran balcón y su forja sobre las ventanas. Las casas del servicio circundan al edificio, creando un pequeño e idílico pueblo. A pesar de ello, el pasado mes de octubre, el Ayuntamiento dio luz verde a un proyecto que planea destruir esta finca con el propósito de construir 36.000 metros cuadrados de oficinas. Con ello, se destruiría uno de los grandes exponentes de la importancia histórica del distrito.

Para concluir, solo me queda preguntarme por qué nuestro distrito es siempre blanco de la destrucción de patrimonio. Pero no nos desesperemos. Debemos unirnos, y luchar para conservarlo. ¿Si no luchamos nosotros, los hortalinos, quién lo hará?

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