Entre 1948 y 1954, el Ayuntamiento de Madrid absorbió a 13 municipios limítrofes de origen medieval: Chamartín de la Rosa, Carabanchel Alto y Bajo, Canillejas, Hortaleza, Canillas, Aravaca, Barajas, El Pardo, Vallecas, Vicálvaro, Fuencarral y Villaverde. Estos pueblos perdieron su independencia y, a través de sus secretarios, tuvieron que entregar la documentación que conservaban, la cual ingresó en el Archivo de Villa en 1959 tras permanecer provisionalmente en diferentes oficinas de la capital, aunque todavía en los años ochenta y noventa recibía esta institución libros de actas y expedientes de los ayuntamientos de Chamartín, Fuencarral, Canillas y El Pardo.
El Archivo de Villa se encargó de la microfilmación de gran parte de los fondos y ahora, gracias al trabajo de la Biblioteca Digital Memoria de Madrid, se ha completado la digitalización de la totalidad de los acuerdos de los plenos, además de otras actas, de los 13 municipios. Estos libros, que ya se pueden consultar desde casa, dan cuenta de la vida diaria de los pueblos, con sus luchas por sobrevivir (el dinero era un bien escaso) y con los vecindarios debatiendo sobre mil y un asuntos, como sus caminos, escuelas, obras, alumbrado, fuentes, arbolado, arroyos, iglesias, cementerios, fiestas… Además, resulta inevitable que la atención se dirija a la Guerra Civil del 36 y a los finales de los propios pueblos.
LA VIDA EN LOS PUEBLOS
En las actas de Hortaleza, el más pequeño de los 13 municipios, con 1.518 habitantes al ser anexionado, tropezamos con infinidad de históricos temas, como la iglesia de San Matías, Huerta de la Salud (con Pedro Tobar enfrentado al Ayuntamiento, pero también donando terrenos), los colegios (separados) de niños y de niñas, la Humanitaria, los Padres Paúles y las monjas ursulinas, el lavadero actual y los apellidos de decenas de familias que hoy se mantienen fieles a su pueblo, porque no quieren irse, con sentimientos y recuerdos que comparten con quienes tienen sus calles como un hogar propio. De Hortaleza se han digitalizado los 77 volúmenes conservados, de 1786-1950, de las actas de sus plenos y varias decenas más de otros acuerdos, hasta un total de 101 libros.
En el término municipal de Canillas, por su parte, son muy diferentes los contenidos, porque al ser anexionado comprendía nueve dispares barriadas distantes de su núcleo: La Concepción, Vistalegre, Cerro de la Cabaña, Ciudad Lineal, Don Segundo, Baterías, Quinta de la Paloma, San Pascual y Ventas. Por su considerable extensión, Canillas tenía 20.412 habitantes. Las actas de acuerdos de sus plenos, todas digitalizadas, abarcan de 1857 a 1950, y suman 100 volúmenes.
ARCHIVOS ACCESIBLES
En la Guía del Archivo de Villa, de 2001, que se puede consultar por Internet, se detalla toda la documentación conservada de los “pueblos anexionados” (páginas 82-117). Los libros de digitalizados se pueden leer en la web de Memoria de Madrid, a través de su buscador o escribiendo las palabras claves en Google.
Los fondos más completos son los de Vallecas, Chamartín de la Rosa, Fuencarral y Carabanchel Bajo. Quedan por digitalizar, además de otra documentación de interés menor, los padrones de los 13 municipios. Salvo de Aravaca y Barajas, han resistido al paso del tiempo al menos los de un año por pueblo (se hacían por quinquenios). Los padrones constituyen verdaderas joyas para estudiar la vida de las poblaciones.
Las actas digitalizadas del antiguo pueblo de Hortaleza se remontan al año 1786
Los 13 pueblos anexionados fueron convertidos inicialmente en distritos y, en algunos casos, barrios de la capital, y sus historias quedaron relegadas al olvido. Madrid -el Gran Madrid se le empezó a llamar- pasó de tener 66 kilómetros cuadrados a 607, diez veces más, y de 330.000 habitantes a 1.843.705 en 1955, por la impresionante migración que estaba recibiendo, la mayoría justo en estos territorios absorbidos a la ciudad.
Gracias a la labor conjunta del Archivo de Villa y de Memoria de Madrid, la segunda responsable también de Memoria de la Barrios, los hortalinos, barajeños y vallecanos podrán recuperar mejor sus raíces y seguir velando por los bienes patrimonios históricos que tanto aprecian. Y ojalá que la memoria de la periferia madrileña sea valorada como merece.
Un barrio sin su historia es un barrio vacío por muchos vecinos que tenga …..me gusta la idea.