Entre las personas que tuvieron el privilegio de disfrutar de la belleza y la quietud de la Huerta de Mena, una de las quintas más antiguas de Hortaleza, se encuentra uno de los dramaturgos más populares del siglo XX, Don Carlos Arniches.

Durante sus estancias en Hortaleza, a Don Carlos le gustaba recibir visitas, llegando a hacerse famosas las reuniones a las que acudían personajes del mundo del teatro y la literatura. Don Valeriano León, actor de la época, relata en una entrevista para Radio Nacional de España cómo eran aquellas tertulias:

«Pródigo con los suyos y generoso con todos. Las meriendas de su finca eran famosas. Filetes para unos; tortilla o huevos fritos para otros; chocolate, café o té con leche; quesos de todas clases: lo que cada cual de los 20 o 30 deseara. La merienda suya por aquel entonces se reducía a una cucharada de bicarbonato, que degustaba rápidamente, y, entre cuento y cuento, un paseíto alrededor de la mesa con un abanico para ahuyentar los mosquitos».

El Padre Pitillo, protagonista de una de las obras de teatro más populares de Arniches, se inspiró en un sacerdote de Hortaleza

Arniches, cariñoso y simpático, tuvo trato esos años con algunos vecinos del pueblo, a los que observaba con atención buscando inspiración para sus personajes, y particularmente le divertía recoger las expresiones más castizas de estos para trasladarlas a sus obras. Él mismo nos lo cuenta refiriéndose a uno de sus personajes más famosos:

«El padre Pitillo existe. Yo lo conocí en Hortaleza, un pueblecito próximo a Madrid, adonde iba a descansar algunos días, entre árboles y flores, para buscar la paz del campo. Era un sacerdote castellano, algo más joven que el personaje de la comedia, pero con el mismo carácter. De una gran bondad, inspirado por un verdadero espíritu cristiano, este cura se desvivía por crear en el pueblo un ambiente de tolerancia, aplacando a los exaltados de uno y de otro ideario, para que todos lograran vivir y trabajar en paz» (La Nación, 2 de junio de 1937).

La obra fue retocada para suavizar al personaje y poder pasar la censura de la dictadura franquista. Estrenándose en el Teatro Lara de Madrid el 6 octubre 1939, fue llevada al cine por Juan de Orduña en 1954. Cuántos de nosotros hemos visto esta película, sin adivinar que el verdadero Padre Pitillo se paseaba por las calles del viejo pueblo de Hortaleza.

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