Hoy echamos en falta esas llamadas telefónicas del inmortal Miguel Gila. Sabía conversar con el enemigo y nos hacía comprender una verdad que entre risas nos retrataba.

El enemigo es aquel a quien siempre se le echa las culpas. Con el bombardeo de Guernica, la prensa franquista le aclaró a los guerniqueses o gernikarras que fueron unos republicanos con latas de gasolina quienes dejaron todo hecho escombros. La misma estrategia que tras los atentados del 11M.

Hoy también los informativos atribuyen la barbarie al otro. Las noticias que circulan por los censurados medios de comunicación rusos (censurados tanto en Rusia como en Occidente) hablan de que las masacres las comenten ucranianos contra ucranianos. De momento, los medios ucranios pueden decir que esa no cuela.

En el caso de la OTAN, cuando se lían y los cascos azules atacan a otros cascos azules, lo llaman azul contra azul, algo más colorido que fuego amigo o que fuego fraticida. Tendría que ser fácil diferenciarlos, pero los que caen víctimas de esas amistades peligrosas no siempre van a estar de acuerdo con los comunicados oficiales.

Este paralelismo también se puede aplicar cuando los de propio partido quieren descabalgar a un presidente o a una presidenta, a veces, incluso, por el simple precio de la tajada de un hermano o de una crema del súper.

¿Ha sido un delito que estos comisionistas sacaran seis millones de euros para unos caprichitos?

Estos días han saltado noticias de aún no se sabe qué tipo de fuego, algo que ha puesto nervioso al heredero en la municipalidad de nuestra vecina Manuela. Al parecer, el primo Carlos de nuestro alcalde José Luis le preguntó así de pasada a Matilde, coordinadora general de Alcaldía, que dónde se enviaba un mail para sacarse seis milloncejos en limpio.

Claro está, la pandemia, como cuando hace un siglo con la penicilina y la gripe, era un buen momento para piratas, quizá como un tal Luis Medina, hijo y hermano del duque de Feria, y otro tal Alberto Luceño, emprendedor de rompe y rasga. ¿Fue una primada que estos jóvenes inspirados le pidieran un correo al primo Carlos? ¿Ha sido un delito que estos comisionistas sacaran seis millones de euros para unos caprichitos? ¿Quién es realmente el primo, el paganini? ¿Carlos? ¿Los comisionistas? ¿El alcalde? ¿La ciudadanía?

Las y los matritenses de la Villa y Corte les pagamos seis millones de euros por mediar en la compra de un material sanitario que llegó de aquel modo y que les sirvió para comprar menudencias como un Lamborghini, un Ferrari, unos relojes y otras cosillas como un yate. ¿Qué no hubiera podido hacerse en esta nuestra Hortaleza con seis millones?

Hay quien piensa que no hubiera estado mal emplear esos millones en hacer echar a andar la biblioteca de Mar de Cristal o el centro cívico-cultural de Manoteras

Pensando en esto, miramos con angustia el catálogo de necesidades elaborado por las asociaciones del distrito y que en 2019 puso negro sobre blanco Cambiar Hortaleza. ¡Cuánto falta por hacer y con qué pocos recursos económicos cuenta la Junta Municipal!

¿Habrían mejorado esos milloncejos las iniciativas de autoempleo o se habrían empleado en mejorar los servicios sociales? Quizá se hubiera mejorado el acceso al Ramón y Cajal o se hubiera culminado el paseo del Canal. Pero puede que se hubieran empleado en proteger el patrimonio de Hortaleza o en la utópica Casa de las Asociaciones.

Hay quien piensa que no hubiera estado mal emplear esos millones en hacer echar a andar la biblioteca de Mar de Cristal o el centro cívico-cultural de Manoteras, por ejemplo. Todo ello por no hablar de la sanidad pública y de las nóminas que podrían pagarse a los sanitarios del centro de urgencias de Atención Primaria que nos han robado.

¡Despertemos! Esos seis millones y otros muchos nunca se emplearán en la ciudadanía. Las aves del emprendimiento seguirán llegando a través de primos o de otras clases de primates para hacerse con el dinero público. Mientras, las Fiestas, como las próximas, servirán de catarsis para que nos olvidemos y hasta nos parezca una anécdota simpática. Total, ya estamos acostumbrados a hacer el primo cuando llega el momento de la verdad.

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