Un eco de lo que pudo haber sido, un vistazo a un universo paralelo en el que en España, en Madrid, en Hortaleza, había intelectuales, no necesariamente de izquierdas, recitando poemas, conversando, hablando en lugar de matarse. Eso y más es la finca de Los Almendros, el lugar que, entre otros, inspiró ese monumento de la poesía que es Sobre los ángeles, de Rafael Alberti.

Se atribuye a Goebbels la frase según la cual cuando oía hablar de cultura echaba mano a la pistola. En España hemos sido mucho de seguir ese consejo: que se lo digan al pobre Lorca. Pero hay otras formas más sutiles, que no menos violentas, de tratar con la cultura. Aquí la frase debería ser: “Cuando oigo hablar de cultura echo mano a la chequera”. Y de paso me llevo por delante monumentos, yacimientos arqueológicos o lo que haga falta.

Carlos Arniches es el creador del tipismo madrileño. Cuando los que viven fuera de Madrid imitan lo que creen que es el acento madrileño están citando, lo sepan o no, a Carlos Arniches, un señor de Alicante. Arniches y su familia vivieron, disfrutaron y escucharon al pueblo madrileño y hortalino desde su finca. Sólo por eso las instituciones madrileñas deberían proteger esa reliquia que es la finca Los Almendros, que ya sufrió la amputación de una buena parte de lo que fue.

Sólo se me ocurre una idea para que protejan lo que queda de Los Almendros. ¿Y si se acondiciona como pirámide azteca para hacer allí 'Malinche', de Nacho Cano?

Ahora un pedazo de ese sueño aún sobrevive entre carreteras, trenes y parques empresariales. Pero parece tener los días contados. Entre un lugar con valor histórico y arquitectónico y otro edificio anónimo de cristal, ¿quién tiene todas las de ganar?

Las Madres Adoratrices tampoco ayudan. Son las últimas y paradójicas ocupantes de ese lugar mágico. Lo mismo han cuidado a mujeres toxicómanas que han redimido a presas rojas en la posguerra. Ahora han hecho sus cuentas y dicen que mejor vender aquello. Se supone que la Iglesia resguardó la cultura durante siglos, pero en Hortaleza cuando no quieren tirar un antiguo seminario para construir un gimnasio ponen a la venta una finca histórica para hacer más oficinas. Son más punkis que Mayakovski y Las Vulpes juntas.

Sólo se me ocurre una idea para convencer a las administraciones que nos gobiernan de proteger lo que queda de Los Almendros. ¿Y si se acondiciona como pirámide azteca para hacer allí Malinche, de Nacho Cano? Después de todo, Chanel, nuestra representante en Eurovisión, va a ser la protagonista de la obra maestra de Cano.

Eso sí que es cultura.

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