Ningún lugar mejor para entregar los premios del certamen dedicado a Juan Carlos Aragoneses que la sede de la asociación Pueblo de Hortaleza, en lo que era la plaza del antiguo municipio, actual plaza del Doctor Calvo Pérez. El edificio, inaugurado en 1934 por el alcalde de Hortaleza, Jonás Aragoneses Molpeceres, precisamente abuelo de Juan Carlos, fue el recinto de las escuelas del pueblo. Hoy es historia del distrito.
La asociación Pueblo de Hortaleza, además, ha participado en algunas de las más importantes citas recientes con la historia y el patrimonio del antiguo municipio, como las visitas guiadas por el casco histórico organizadas por la biblioteca Huerta de la Salud en el otoño de 2016 y la décima edición del Gastrofestival de Madrid, en enero de 2019, iniciativa promovida por el ayuntamiento de la capital y Madrid Fusión, donde, tras visitar el Silo, las personas que querían ver el casco realizaban un pequeño recorrido por sus calles y concluían en la sede de la asociación Pueblo de Hortaleza con una degustación de su vieja gastronomía y de su famoso vino garnacho.
El vino garnacho también estará presente en la entrega de los premios del certamen, cuyo plazo para presentar trabajos finaliza el próximo 15 de enero. Todos los participantes están invitados por la asociación a disfrutarlo como broche final del certamen. En cierto modo se hallará igualmente en el lugar nuestro querido Juan Carlos, a quien, tras guiar visitas por el casco histórico, le gustaba levantar en este sitio su copa para brindar por Hortaleza con un poema escrito por Salvador Rueda el 1 de enero de 1897, en el propio pueblo.
El poeta malagueño ensalzaba el vino de Hortaleza, al que adoraba, como si él fuera un sacerdote celebrando una solemne ceremonia religiosa:
Este es el grato vino de Hortaleza
embeleso del alma y los sentidos,
que acelera del pecho los latidos
y enciende en alegrías la cabeza.
Vino ninguno lo igualó en pureza,
ni el Málaga de tonos encendidos,
ni el Champán con sus luces y estampidos,
ni el Jerez con sus timbres de nobleza.
Como el cáliz elévase ante el ara,
cojo la copa deslumbrante y clara
y en ella el vino perfumado elevo.
Resuenan, al alzar, las campanillas;
mis amigos se postran de rodillas…
¡y yo entretanto el líquido bebo!