Hace algún tiempo, vecinos de Valdebebas se quejaban de que se organizaban carreras nocturnas ilegales de coches por esas avenidas inhumanas del barrio. Pamplinas, piensa el PP madrileño. Menos quejas y más ver iniciativa emprendedora en esos muchachos. El tándem Ayuso & Almeida ha decidido legalizar carreras de coches a 300 kilómetros por hora por Valdebebas y de día. Señoras y señores, llega el circo de la Formula 1.

Los Mártires del Mad Cool, quejumbrosos por la chusma y el estruendo, ahora aplaudirán con las orejas el nuevo prodigio. Valdebebas no tiene suficientes colegios públicos o bibliotecas, vale; Madrid no estrena piscinas municipales desde 1992, de acuerdo; y las que hay pueden estar cerradas meses y meses, pero, ¿a quién le importa? Ahora pagaremos un dinerillo a la empresa que gestiona la F1 para darnos el gustazo de quitarle a Cataluña el gran premio de F1 en España.

Ya podemos imaginar algunas escenas del recorrido del Gran Premio Borbón y Borbón y Borbón: curvas por obras en el intercambiador, grúas por doquier, más obras en la Ciudad de la Justicia (ja ja ja), una chicane por Ifema, y en la recta de meta, bordeando el club de golf, la condesa Aguirre podrá bendecir las carreras desde el put.

Mientras, en la tribuna, los panas de Vox pueden divertirse insultando a Perro Sanxe, como en el Máster de Tenis, y pidiendo que quemen más gasolina contra el histerismo climático. Los chicos de NNGG aportan los chupitos gratis que prometían en campaña.

Y con la seguridad garantizada. Si pasara algo, Dios no lo quiera, en el hospital Isabel Zendal los pilotos pueden esperar cómodamente, abandonados en un pabellón gigantesco, a que los trasladen a un hospital de verdad, no sea que no haya quirófanos para atenderlos. Pueden disponer también de mascarillas sobrantes de algún impoluto contrato anterior.

En realidad, el circuito que desea la promotora de todo esto sale de la Puerta del Sol y termina en Moncloa. A los pedales, Almeida, que si no llega siempre puede atarse un ladrillo a los zapatos, como hacían los clásicos de los setenta. Al volante, Ella. Primero tendrá que hacer un alunizaje en Génova 13 para unir a su colección de cabezas cortadas la de Feijóo. Si no consigue rebanarle el pescuezo siempre puede hacerle una foto. Recordemos que Feijóo queda muy bien en las fotos con fondo Dorado.

Lo malo de esta fantasía pepera es que, como pasaba en Deprisa, deprisa, la obra maestra del cine quinqui de Carlos Saura, sus protagonistas suelen terminar mal. Agárrense, que vienen curvas.

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