ESCENA: puerta del centro de salud Benita de Ávila (Canillas) en fin de semana.

HORA: que no pase nadie porque ahí le conocen todos.

ENTREVISTADO: Alfonso López García de Viedma o doctor Viedma (Batman han llegado a llamarle quienes no se quedaron con el nombre claro).

DESCRIPCIÓN: delgado, menudo, torrencial, hablador, hiperactivo, compañero, activista, fogoso, comprometido, cumplidor, altruista, seguro, vital, jubiloso, divertido, peleón, apasionado… y manoter.

VESTURARIO: bata blanca, vaquero, gorra y camiseta con el título del libro Hasta los fonendos.

FOTOGRAFÍA: Ángel, su paciente (ambos coincidieron en las visitas a una residencia).

OBSERVACIONES: largas secuencias yuxtapuestas para diseccionar la realidad y quedarse con lo que importa: la salud, la familia, los hijos, la vecindad, lo público, los árboles, la vida…

PREGUNTA: ¿Qué es lo de Batman?

RESPUESTA: En vez de llamarme doctor López, me llamaban García de Viedma y, después, Viedma. Al final, en este centro me llamaban doctor Batman.

¿Y lo de manoter?

Este (Canillas) es un barrio al que tengo gran cariño porque he trabajado durante 30 años. Y a otro barrio le tengo gran cariño porque nos han atendido como nunca: Manoteras y la Soci de Manoteras, lo voy a decir hoy y mañana hasta que me muera. Nos acogieron a los médicos cuando la huelga y nos dejaron su casa, su local tres meses encerrados aquí. Aquello fue un antes y un después. Y nos llamamos desde entonces los manoters.

¿Has vivido en Hortaleza?

He vivido en la Quinta de los Molinos.

Entonces, ¿no eres de Hortaleza?

Estamos aquí porque yo inauguré este centro en el año 93 y, cuando me jubilo, en el año 21, soy el único médico, celador…, lo que sea, que quedaba de los que inauguramos el centro. Son 29 años en el mismo centro y, cuando me jubilo, se acabó la generación del 93.

¿Con qué edad te jubilaste?

Me jubilé con 70 años. Tenemos la posibilidad de renovar de año en año hasta llegar a los 70. Me escribieron diciendo “doctor, jubilación forzosa”.

LA CARTA A LA CONSEJERÍA DE SANIDAD

¿Te han hecho un homenaje?

¿Has leído la carta? Una de las cosas que decía es que me he sentido maltratado toda la vida. En 45 años en la Atención Primaria y en Madrid, nadie se ha ocupado de mí ni de mi salud física ni de mi salud mental… He estado aquí como cirujano y he hecho más de seis mil intervenciones quirúrgicas. Puedo haber tenido un sida, una hepatitis… Nadie se ha preocupado.

Ahora, pido un año más para jubilarme y para poder darme la jubilación (independientemente de que tengo que hacer una memoria, de mis méritos, de mi currículum…) tengo que pasar un examen de salud laboral en el Ramón y Cajal por la ley de protección de riesgos laborales.

Llevando 40 años os da igual cómo esté y, para hacer un año, tengo que pasar por análisis de sangre, pruebas de hepatitis, APC, VIH, o sea, sida, un electro, pruebas de vértigo, de oído, de vista… y me hacen un test de memoria, que se llama minimental, que es el que hacemos a la gente mayor para ver cómo está. ¿Hasta ahora os ha dado igual y ahora he tenido que repetirlo en los cinco años que he prorrogado?

La ley de riesgos laborales no se ha cumplido jamás con ningún personal, jamás nos han hecho un estudio ni físico ni mental. No vengas ahora con un homenajito después de que no te has ocupado de mí en 45 años.

“No vengas ahora con un homenajito después de que no te has ocupado de mí en 45 años”

¿En casa del herrero, cuchillo de palo?

“Si quieres, te vacunas…” ¿Cómo que, si quieres, te vacunas? ¿No estamos todos los sanitarios recomendando a los pacientes que se vacunen de la gripe? ¿Qué pasa? ¿Los médicos y enfermeros no nos vacunamos? ¿Qué mensaje le estamos dando a la población! ¿Sabes la cantidad de gente de nuestro gremio que no se vacuna!

Soy médico, soy cirujano, estoy con pacientes y no os habéis ocupado de mí en 45 años; pero, para jubilarme…, ¡hay un maltrato!

¿Siempre ha sido así?

Mi padre se muere hace 20 años, éramos Área 4. La gerencia estaba en Doctor Cirajas, allí en Ciudad Lineal. Me llaman aquí para darme el pésame, va al tanatorio el director de Enfermería para darle un abrazo a mi madre y hermanos y hay una corona de flores que pone “De la Gerencia de Atención Primaria”. Muere mi madre hace 10 años, ya con el Área Única Sanitaria, con otra gerencia… y ni corona, ni flores ni tanatorio. Y es que ni una llamadita de médico a médico, que somos médicos, que somos compañeros. He trabajado con ellos, los he conocido cuando no estaban en las gerencias.

Si me haces el homenaje, házmelo en el 2021 o el 22 o el 23. Esperas al 24, cuatro años después, para hacer una manifestación multitudinaria, maravillosa, en el Ramón y Cajal como un Óscar, invitas a la gente, hacemos un acto, la foto, que muchas gracias doctor. Yo no puedo ir ahí, ¡jodé!

¿Fue homenaje lo de Cibeles?

A la manifestación yo iba porque yo voy a todas porque estoy jubilado.

Yo vivo en Embajadores. Iba por Atocha, pero habían quedado por ahí en que la columna médica salía de Princesa. Íbamos con batas, así que subí a Princesa. Y cuando estaba en Princesa, allí con todos los médicos, me dice un médico “Vente conmigo, que tenemos que estar en las Cibeles porque voy a hablar yo allí y quiero que estés conmigo”. Me pareció un poco raro, pero me llevo muy bien con él y me dijo que se sentía más seguro conmigo. La columna iba paso a paso, hubo mucha gente que no entró en Cibeles. Yo me fui con ellos.

Había un tenderete allí montado enorme como en los conciertos, con altavoces, con una señora para los sordomudos. Yo estaba allí con mi bata acompañando a ver si le llamaban y, de pronto, sale a hablar Gloria, esta mujer de 90 años de la Prospe que es una luchadora terrible, y sube al escenario y dice ahora va a salir un médico que ha tenido la valentía de renunciar a un homenaje después de 40 años por sentirse maltratado, un luchador por la Sanidad Pública ya jubilado. Dije ese soy yo. Por eso querían que estuviese allí y no siguiese con la columna.

Yo subo y, de pronto, aparece mi mujer, que yo no sabía que estaba, y mis tres hijos con un ramos de flores. Llegan allí y la gente empezó a aplaudir y aplaudir y me dicen: “Alfonso, diga unas palabras”. Los que había en las Cibeles “Alfonso, Alfonso…”. Yo no podía hablar porque la gente gritando Alfonso…, gente que no me conoce de nada, gente de Madrid. Al final hablo.

Tuvo mucha repercusión.

Cómo sería que hay una periodista de una productora de cine que van a hacer un documental sobre la situación general de la sanidad española, de la Atención Primaria y el maltrato a los profesionales con los abandonos, con las bajas… Lo van a presentar en los Goya del 2025. Ya habían acabado, pero esta chica que ha estado en Madrid, que le ha tocado la carta mía como le ha tocado a toda España, y me llama a las doce de la noche porque “dice el director que a ese tío hay que grabarle para el documental”.

El 11 de junio me voy a Murcia a grabar para el documental, que lo presentarán el día de los Goya y, si tiene éxito, lo seleccionan.

RETAZOS BIOGRÁFICOS DE ALFONZO LÓPEZ

¿De dónde eres?

Yo nací en Madrid.

¿En qué barrio?

En Príncipe de Vergara, esquina con Costa Rica. Allí he crecido, he vivido, estudié en un colegio de allí…

¿En qué colegio estudiaste?

En el Ramiro de Maeztu y jugué en el Estudiantes, con lo pequeñito que soy. Era muy bueno porque soy hiperactivo, un nervios. Yo jugaba de base, entonces no había triples, eran dobles, pero las metía desde lejísimos. Era un pequeñajo, pero jugué en el Estudiantes.

“Era un pequeñajo, pero jugué en el Estudiantes”

¿Aficiones?

Prácticamente todas aquellas prácticas deportivas que se hacen en equipo. He jugado al baloncesto en el Estudiantes del Ramiro de Maeztu, he jugado al fútbol… Me gusta todo lo que sea trabajar en equipo. Eso de estar solo corriendo, hacer maratones…, ¡no! Es un poco mi filosofía de vida, es lo mismo que he hecho en mi vida personal y profesional: trabajar en equipo.

¿Hasta cuándo en el Estudiantes?

Hasta la universidad. Ya fui a la universidad, hice Medicina. Me gustaba la medicina porque era la salud. Siempre me he preocupado por la salud. Si queremos vivir y tener una buena calidad de vida, tenemos que cuidarnos un poco.

Quiero cuidar, quiero cuidar a mi familia, a mi mujer, a mis padres, a mis hijos y a los demás. Siempre me ha gustado muchísimo la cirugía, era muy quirúrgico, muy de coser, me gustaba mucho los quirófanos y los niños, la pediatría. Entonces, había una especialidad que se llamaba Cirugía Pediátrica.

¿Había?

Había y hay. Igual que hay médico de familia y pediatra. El pediatra es desde que naces hasta los 14 años y, después, el médico de familia. Pues el cirujano infantil es desde que naces hasta los 14 años y, luego, ya el cirujano general. Hago el MIR en Cirugía Infantil. Yo, con esa especialidad, podía atender niños y hacer cirugía.

¿Fue duro el MIR?

Para hacer el MIR, hay que tener buena nota y hacer un buen examen. Esto es una oposición. Después de los seis años de carrera, más o menos un año de preparación del MIR, son siete, más cuatro o cinco de MIR, porque en mi caso fueron cinco porque cirugía pediátrica, el primer año, lo hice en Pediatría para conocer la pediatría y los cuatro años restantes en Cirugía.

¿Cuándo empezaste a ejercer?

Con 24 años. Empecé en el 75 y acabé la especialidad en el 80. En aquel momento, salieron unas oposiciones de la Seguridad Social. No había oposiciones en la vida. La gente estaba interina y, de pronto, hay unas oposiciones para la Seguridad Social. Dije me presento. No había estudiado nada, pero, como había acabado la carrera en junio, me presento y apruebo las oposiciones y apruebo el MIR; todo según acabo.

Las oposiciones, como eran de la Seguridad Social, no podía tener una plaza de residencia en un hospital de la Seguridad Social y una plaza de médico en la Seguridad Social. Entonces, me presento a un MIR que era de la Cruz Roja. La Cruz Roja era un órgano independiente, no estaba metido dentro de la Seguridad Social.

¿Cruz Roja?

Ahora la Cruz Roja no es Cruz Roja. El hospital pasó a Getafe y la gente de Cuatro Caminos es de la Seguridad Social. No era de la Asamblea Suprema, lo llamaban, era un órgano aparte. A mí me pagaba la Cruz Roja una nómina aparte que no era de la Seguridad Social, así que podía compaginar con la nómina de la cirugía infantil, que la hacía en la Cruz Roja, y que la podía compaginar con la nómina de médico que gané que era con la Seguridad Social.

¿Cómo lo compaginabas?

Como yo trabajaba de nueve a cinco como residente durante cinco años, cuando me presento a la Seguridad Social y la gano, no me puedo presentar a ninguna plaza de médico de día porque en la Cruz Roja estaba hasta las cinco de la tarde. ¿Qué plaza cojo? Urgencias Extrahospitalarias, las urgencias de ahora.

Trabajaba por la noche y los sábado y domingos, que es cuando cerraban los centros de salud. Entonces, cojo una plaza de urgencias, iba a trabajar a Alcorcón, además, los martes y los viernes por la noche. De nueve de la noche a nueve de la mañana y, a las nueve de la mañana, me iba a Cruz Roja a hacer la cirugía infantil. Así me paso esos años.

¿Duró mucho?

Cuando acabo la especialidad infantil en el año 80, ya acabo la residencia, ya me tengo que ir de la Cruz Roja. Hay que pasar a adjunto. Yo tenía una oferta de adjunto por ahí, pero tenía que renunciar a la plaza de la Seguridad Social.

Alfonso López

El doctor Alfonso López inauguró el centro de salud Benita de Ávila en 1993. ÁNGEL SÁNCHEZ

¿Renunciaste?

Tuve la gran suerte de que operé, acabando la residencia en el último trimestre del año 79, a un niño que es hijo de militar. Lo opero en la Cruz Roja y se queda el padre encantado de la cirugía. Entonces, me dice: “¿A ti no te gustaría trabajar en el Gómez Ulla?”. Pues no lo sé, soy civil, nunca me he pensado en un hospital militar. “No, si tú entrarías como médico civil, tú no eres militar”. Me dijo: “Piénsalo porque, en el Ejército, no hay la especialidad de cirugía infantil, solo hay medicina general y traumatología, pero no cirugía infantil. Y están pensando en montar la cirugía infantil. Necesitamos un cirujano infantil”.

Fui a hablar con el jefe del hospital, que era un buen cirujano general. Me dijo vamos a sacar una plaza, ¿te presentas y te vienes aquí de adjunto? Me presenté y acabé en diciembre del 79 mi residencia, me dieron el título y el 1 de enero del 80 me contrataban en el Gómez Ulla como adjunto. Fui a trabajar en el equipo de cirugía general, pero yo era el cirujano infantil, el que venía con el título. Y seguía haciendo mis trabajos de urgencias por la noche igual.

¿Duró mucho?

Allí estuve 15 años en Gómez Ulla. A los 15 años, nos pasan al Aire. Fenomenal, porque yo vivía en la Quinta de los Molinos e iba al hospital andando. Si iba por la noche a operar a un niño, iba casi andando; si iba a verle un sábado o un domingo cuando iba con la familia de paseo a tomar una cervecita, subía a la habitación a verle. No era como Carabanchel, que me pillaba lejísimos.

El hospital del Aire se cerró.

Ahí estuve cinco años hasta que el hospital cierra. A mi jefe lo jubilan, al otro lo destinan… y a mí, que era civil, me dicen se acabó.

Entonces, como llevaba muchos años haciendo urgencias martes, sábados o domingos, lo que tocaba, gracias a un decreto que salió, que los médicos pre 95 nos permitían sin ser médicos de familia, vía MIR. Yo, que no soy médico de familia vía MIR, mi vía MIR es la cirugía infantil, me acogí a ese decreto, dejé las urgencias y saqué una plaza de medicina familiar.

¿Y vienes al Benita de Ávila?

Como era cirujano, al llegar aquí, me dicen “Alfonso, macho, tienes que operar aquí la cirugía menor, la cirugía con anestesia local hay que hacerla”. Entonces, se monta un programa de cirugía menor, me nombran tutor de residentes, tutor de todo, hago un protocolo, escribo un libro, hablamos con el Ramón y Cajal, organizamos la docencia y un servicio de cirugía menor que no lo hay en toda España.

¿Operabas en el centro de salud?

Aquí he operado como a seis mil pacientes como cirujano. En vez de mandarlos a dermatólogo, de mandarlos al traumatólogo, todo lo que se puede hacer con local lo hacíamos aquí con los médicos, con docencia.

Es un quiste, una verruga, un lipoma, un carcinoma… Hemos operado labios, orejas, heridas, quistes… lesiones de todo tipo, un bulto que te sale en el cuerpo. Todo lo que tendrías que enviar a un cirujano general o a un dermatólogo al hospital… Alivia, haces un ahorro terrible de dinero porque lo haces tú, al paciente lo operas tú en el mismo centro de salud que te conoce con tu enfermera y en tu consulta… Bueno, bueno, le cito a los dos días, le quito los puntos…

“Aquí he operado como a seis mil pacientes como cirujano”

LA JUBILACIÓN

¿Ya no ejerces profesionalmente?

Dada mi profesión, vocación y que he sido docente durante toda la vida, en el Benita de Ávila me han pedido contar conmigo. La cirugía se sigue haciendo porque yo he formado a muchísimos médicos. Y hago docencia con residentes y hago una labor de cirujano emérito. Doy charlas, doy cursos y hago docencia. Estoy con ellos controlando, vigilando y supervisándolo todo, pero operan ellos.

¿Sigues trabajando!

Labor docente, enseñando a residentes, labor gratuita y altruista y porque me da la gana y porque es mi equipo y porque me quieren y porque me da la gana a mí.

¿No cobras?

Los pacientes, cuando se han enterado de que sigo viviendo aquí, me traen regalitos, un queso…

¿Otras actividades?

Llevo muchos años dando cursos de cirugía en el Colegio de Médicos. No me imposibilita con mi pensión. Me he dado de alta en Hacienda, tengo que seguir estando colegiado para dar los cursos. Como voy a seguir dando esos cursos y voy a cobrar por esos cursos, el Colegio de Médicos te exige que no tengas otra remuneración que tenga que ver con la profesión. La declaro en Hacienda. Si hago más, pago más; si hago menos, pago menos.

Yo podría hacer cirugía privada, pero tendría que renunciar al 50% de la pensión. A mis años no tengo ganas, pero sí puedo hacer docencia, que no es medicina privada.

No dejas de sorprenderme.

Doy másteres de estética en Madrid y en Barcelona. Esta semana tengo tres cursos. Lo hace la Universidad Complutense de Madrid o la de Barcelona. Les cuesta una pasta. Está acreditado y tienen que ir en viernes, sábado o domingo porque la gente trabaja. En Barcelona, hay gente que viene de Madrid o Sevilla. Dura un año habitualmente.

Pero ¿son médicos?

Son médicos, son médicos. La gente que no es cirujana y hace los labios, los bótox, la gente que se estira la piel. Esas técnicas de estética que las hacen médicos de estética con láser. Pueden hacer cirugía menor, pero solo pueden trabajar en piel y en plano graso. No pueden trabajar en músculo; para abajo, ya somos los cirujanos. Si tú tienes un quiste en la cara, una verruga, una manchita, un papiloma, un fibromita, una lesión, como está en plano superior, lo puede quitar un médico sin ser cirujano.

ALFONSO, LÓPEZ, UN ANTITABACO

¿Una jubilación ocupada?

Luego, yo soy un enamorado del no fumar. Llevo toda mi vida luchando para que la gente no fume. Mi padre era un fumador crónico empedernido. Fumaba lo que quería. Yo se lo decía. Un día me dijo mi madre que no se lo dijera más porque, cada vez que se lo decía, le subía la tensión. Estaba con oxígeno. Mi padre nunca me hizo caso.

Estaba en la Princesa ingresado, lleno de tubos, y recuerdo que me cogió y me dijo: “Alfonso, perdóname por no haberte hecho nunca caso. Os vais a quedar sin padre, mamá se va a quedar sin marido, todo por culpa del tabaco; pero te digo una cosa: jamás, cuando yo empecé a fumar a los 12 años, ningún médico me dijo que fumar era malo, que me podía morir. Es más, fumaba todo el mundo. Los médicos fumaban en las consultas, la gente fumaba en el metro, en el cine… Era una cosa social”.

“Llevo toda mi vida luchando para que la gente no fume”

¿Cómo te especializaste?

Desde aquel día me dije tengo que hacer algo por la gente, tengo que ayudar a dejar de fumar. Me preparé un máster de tabaquismo. Máster hay de todo. Me lo dieron en la universidad, tras un año entero, el título de experto en tabaquismo y, desde entonces, empecé a hacer un programa de tabaco que lo tenía en el Benita de Ávila para embarazadas que fumaban, la gente que fumaba… Tuve muchísimo éxito e hice un programa de prevención del tabaco en los adolescentes.

¿En Hortaleza?

Me puse en contacto con los colegios de la zona, con los profesores. Tenía dieciséis colegios y daba una charla de prevención del tabaquismo en la adolescencia de los 12 a los 16 años. Les decía lo que era el tabaco, lo que les podía pasar si fumasen, por qué no debía empezar a fumar y, si habían empezado a fumar, que lo dejasen.

¿Resultado?

Éxito tremendo. Cada año me hacía un test de evaluación, lo niños hacían un test, niños o el papá que, después, te decían gracias a usted dejé de fumar. Si los niños quieren seguir fumando, que no digan jamás a mí no hubo que médico que me lo dijo.

Así he pasado 15 años y sigo dando charlas en los colegios porque estoy jubilado y lo hago porque me da la gana. A veces, voy de once a una y me quedo a comer con ellos la comida del colegio.

¿Y a los adultos?

Sigo haciendo consulta del tabaco con pacientes que me siguen llamando, con familia, con vecinos. ¿Y dónde lo hago? Como no tengo consulta, en una cafetería al lado de mi casa en Embajadores, que hay muchas terrazas. Quedo con la gente, les hago la entrevista, les hago la consumería, que es una prueba para ver cómo está el monóxido de carbono, les doy la charlita psicológica, les pongo un tratamiento y les controlo cada mes y cada mes.

¿Y qué pides?

Un café con churritos o un café con una tostada. Sigo haciendo mucha docencia, mucha medicina de tabaco, mucha docencia en cirugía, no paso consulta, pero sigo metido.

¿Y el activismo?

Estoy en la lucha de la defensa de la sanidad pública, en general, los derechos humanos. He estado con la tala de los árboles todo el año manifestándome. En Atocha, en Madrid Río, con los árboles, con los tíos que van cortando árboles, encadenándonos… porque considero que un árbol es vida, un árbol es oxigeno. Y si yo lucho en la consulta por la salud de la gente, tengo que luchar porque no quiten árboles en Madrid porque nos vamos a morir

En todos los países del mundo, están poniendo zonas verdes y arbolado porque dan oxígeno y aquí estamos quitando árboles… Nos moriremos todos achicharrados con el cambio climático a 42 grados. Hay que luchar también porque el árbol es vida.

“En todos los países, están poniendo zonas verdes y arbolado porque dan oxígeno y aquí estamos quitando árboles”

¿También sindicalista?

Me decían “Con el sindicato, verás cómo a ti no te van a prorrogar”. Si creen que valgo, me tendrán que prorrogar por méritos, no por ideologías políticas. ¡Estamos buenos! Todos los años me felicitaban; todos los años hacía mi memoria, el examen de salud y me renovaban un año tras otro.

Cuando ya me jubilo y me mandan a casa, Alfonso qué contentos se van a quedar en la Consejería contigo ahora que te jubilas. Pero como sigo aquí, ¡vaya grano…! (risas)

Voy a casi todas las manifestaciones que me llaman. Voy a los pueblos de la sierra. Hay semanas que tengo que ir a Colmenar Viejo, a Villalba, Alpedrete… porque hacen concentraciones, manifestaciones y, como me conoce la gente, ven el tirón que tengo y la gente me sigue… Siempre he sido activista, siempre he sido luchador, pero ahora soy ya crónico.

¿Una reflexión final?

No concibo el trabajo individual. Yo creo que el éxito está en trabajar en equipo y todos somos fundamentales. Yo creo que soy un buen cirujano, necesito médicos que me ayuden, enfermeras que me ayuden, necesito al celador que transporta al paciente, necesito a la persona de limpieza que dispone el quirófano, necesito a los administrativos… necesito al equipo.

Uno solo no es nadie, hay que trabajar en equipo. La vida es eso: unión, todos juntos. Y eso mismo en la lucha, luchemos en equipo. Luchemos los médicos, celadores, administrativos… luchemos en la empresa, que es el Sermas. Luchemos con los vecinos. Uno solo no va ningún lado. El equipo es lo que da la fuerza. Juntos podemos.

Alfonso López

El doctor Alfonso López luciendo la camiseta del libro ‘Hasta los fonendos: diario de una huelga’. ÁNGEL SÁNCHEZ

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