El miedo al distinto, la ignorancia, la ideología, los prejuicios… Hay que cavilar mucho para intentar comprender cómo 31 viviendas sobre una población de 12.500 vecinos, según cifras previstas por la Junta de Compensación de Valdebebas para este verano, pueden causar semejante revuelo. Este ArteFacto, sí, parece explosivo, dada la bronca que se ha liado.
Se puede estar de acuerdo o no con el proyecto, se puede argumentar que un barrio tiene otras prioridades en cuanto a equipamiento, pero no es defendible que una promoción de 31 viviendas pueda marcar un desarrollo como Valdebebas, salvo desde el sectarismo de asumir que cualquier persona que no sea blanca y de clase media mancha todo lo que tiene alrededor, como si el terreno no fuera público, como si la vivienda digna no fuera un derecho constitucional, como si el Ayuntamiento no pudiera decidir lo que considera más justo en lo que le corresponde sobre vivienda social (en otras legislaturas, se vendía esa vivienda a fondos buitre, allá cada uno con su proyecto).
Ante la perplejidad que produce semejante barahúnda, conviene escuchar a los clásicos. Esperanza Aguirre, la retrechera representante del PP en el Ayuntamiento, ha sentado cátedra. El ArteFacto es “una comuna”, ¡anatema sea! Aguirre ha olido sangre, o carroña, y allá que se ha ido a ver si saca tajada. Todo vale: reclamar al Ayuntamiento centros de salud o institutos, ambos competencia autonómica; afirmar que aquello “se va a llenar de okupas (???) y activistas”, o hacer las cuentas del Gran Capitán con el coste del proyecto.
Porque ahí es ver a la condesa consorte de Bornos hablar de millones (40, 50) que, según ella, se podrían sacar de la parcela sin mayor trabajo (tienen el know-how del negocio, hay que reconocerlo), y empezar a salivar.
La mujer que no supo nada de los (presuntos) chanchullos inmobiliarios de Granados; la afamada cazatalentos, que alistó a López Viejo, otro presunto, en este caso de la Gürtel, y a Ignacio González, el hombre del ático más sospechoso de la Costa del Sol; la que fue presidenta de la Comunidad por ausencia de Tamayo y Sáez; la promotora de éxitos como la Ciudad de la Justicia (también en Valdebebas: 105 millones de euros gastados, estos sí, uno detrás de otro, hoy un secarral de cientos de miles de metros cuadrados cuyos habitantes más ilustres son los conejos); esa mujer, a la que hasta en el PP han tenido que darle una patada hacia un lado porque ya no es defendible, viene a Valdebebas a explicar que el problema es la “comuna” de 31 viviendas.
En el parque de Valdebebas, donde el medio ambiente es un lujo, se oye croar a las ranas en los humedales. Escuchando a Aguirre, uno empieza a temer que sean las suyas.
Se vé que no se ha enterado usted de lo que pasa. Esa parcela, residencial libre, valorada en 40 millones de € está en la esquina noroeste del desarrollo, muy bonita y con excelentes vistas pero apartada de los servicios básicos (que no hay ninguno, pro cierto). Si se tiene coche, pues no es problema, pero si no tienes coche estás tirado en una esquina muy bonita pero poco práctica para vivir. Además se pretende hacer un centro cultural “al aire libre”…, una cantina ¿quien la regenta, será un espacio municipal?, una lavandería ¿igualmente pública? y semejantes inventos. En resumen un absoluto disparate. Si quieres vivienda publica, esa que no quería nadie y hubo que malvender a BlackRock y similares, porque, repito, no la quería nadie, ni siquiera los demandantes, pues oye, vende la parcela, llama a Blackrock y recompra varios edificios. Tendrías vivienda pública mañana mismo, a un precio mucho menor en barrios consolidados y con todos los servicios. O mejor alquílalas según firmes contratos con los solicitantes. 40 millones de euros da para muchos alquileres. A ver si es que realmente se demandan.
Cuando se habla sin saber, desde el más puro sectarismo ideológico, cuando se tiende, sin escrúpulos ni un mero atisbo de prudencia, a machacar a un grupo de vecinos en una reclamación, sea justa o no, llegamos a las perversiones nazis o estalinistas. Claro, de ésto último, imagino que no ha dado tiempo a estudiarlo. Las palabras facha, derechista, fascista, para denominar a aquella persona que no piensa como uno, es muy fácil y barato soltarlas, y más, cuando el que escribe estas líneas, así como el 95% de los dirigentes de podemos, que vienen de “familias bien” , en barrios super-pijos, donde han tenido de todo, no han pegado chapa en su vida y ahora vienen de “salvadores del mundo”, y de paso criticando a la gente, que con el sudor de su frente quiere tener un futuro mejor para sus hijos. Pero claro: llegan los salvapatrias de siempre, sabiendo más que nadie, con su pensamiento sectario ramplón de bar de copas y cañítas con los colegas. Es penoso ver gente así. Solo falta que pidamos perdón por trabajar y llevar una vida lo más digna posible, mientras los que nos llaman “clasistas” y “fachas” dilapidan el dinero de todos los ciudadanos en “experimentos”, sin movérseles un sólo pelo, y sin contar con que pagamos impuestos, precisamente para colaborar y ser solidario con la gente que tiene mejos. Pero eso no quiere decir que no podamos decir que “viviendas sociales” si, pero despilfarro sistemático del dinero público, no. Así no.
Dónde habrán quedado esos tiempos en que decían de hacer “una nueva política en el Ayuntamiento de Madrid”… Si, si… lo habéis conseguido. Ahora tenemos más sectarismo, menos democracia y más puestos a dedo en el Ayuntamiento de Madrid (un 75% más, según CC.OO. que en la etapa de Ana Botella).
Eso si es hacer las cosas bien….sólo para vosotros, claro. Como decía Orwell en su libro Rebelión en la Granja, “Todos los animales somos iguales, eso si, unos más que otros”… Lo estáis consiguiendo… ánimo.