¿Qué son tres años? Un día más de rutina, un suspiro, el tiempo entre dos latidos de un viejo. Para un niño es todo, es el antes y el después, es otra persona. Hace tres años se celebraron las últimas Fiestas de Hortaleza y si pudiéramos viajar en el tiempo y contarnos a nosotros mismos todo lo que iba a pasar hasta que volviéramos a encontrarnos en el parque Pinar del Rey no lo habríamos creído. Quién iba a suponer que todo era tan frágil, que nos encerraríamos en nuestras casas para vernos de lejos en las terrazas mientras aplaudíamos a los sanitarios que luchaban contra un enemigo invisible (algunos no aplaudían: su enemigo era otro).
La mente del guionista más alucinado no habría imaginado que en este mismo distrito soldados vestidos como astronautas sacarían de residencias de ancianos cuerpos de abuelos fallecidos sin poder despedirse de sus familias; que muchos de esos cadáveres se conservarían sobre el hielo de una pista de patinaje, que se forzarían unas elecciones en Madrid a cara de perro, que no se respetarían esos muertos.
Dense una tregua, quiéranse, disfruten. Vuelven las fiestas
Nunca habríamos confiado en un profeta que nos dijera que el infierno era de hielo, que nevaría tanto y haría tanto frío que Hortaleza parecería, esta vez sí, el decorado de Doctor Zhivago. Casandra nos habría parecido, otra vez, una demente si nos hubiera dicho entonces que contemplaríamos un volcán en erupción en España, que el mismo fuego que salía de las entrañas de una isla parecía fluir por las venas de las personas en nuestro país, atrapadas en el rencor, derrapando para chocar una y otra vez contra un muro. Ese visitante del futuro nos hablaría de guerra en Europa y pensaríamos que está loco, que nadie se jugaría a cara o cruz el fin del mundo, que no volvería a haber muertos civiles en bombardeos en ciudades en este continente que sabe tanto de barbarie.
Todo nos parecía tan seguro que nadie nos podría robar lo que son las fiestas: bombillas encendidas en un parque, luz que da vida, música y olor a hierba que es promesa de un verano que ya llega, atracciones, bebida y bocadillos, oscuridad que es libertad, amistad, un poco de calor después de un inverno espantoso, alegría, reencuentro, música, sonrisas. Y aquí estamos, sólo tres años después, niños después, familias menos después, un universo después, zarandeados, masticados y escupidos. Una vida. Estamos en nuestro parque, otra vez. Para celebrar. Dense una tregua, quiéranse, disfruten. Vuelven las fiestas.