Va uno a vacunarse contra la covid y es como una reunión de antiguos alumnos. No es necesario conocer a quienes están allí contigo, basta con ver los estragos que el tiempo ha hecho con toda esa gente de más o menos tu edad —y darte cuenta de que lo mismo pensarán de tu cara, que apenas tienes tiempo de mirar en el espejo.

Al 15-M le ha pasado algo parecido. Ves ahora la ilusión que generó, las ganas de cambiar las cosas que tenía(mos) toda esa gente hace diez años y no dejas de sorprenderte de cómo se han quedado los semblantes. En lugar de tomar el cielo por asalto parece que el cielo nos cayó encima, como temía el jefe de la aldea gala de Astérix.

¿Cómo es posible que, donde nació un movimiento que dio la vuelta al mundo, gane las elecciones alguien cuya mayor aportación a la política es usar tono de pija malota para decir lo de “cañas y tapas, porque me da la gana, a la madrileña”? ¿Por qué vence Ayuso en todo Madrid, también en Hortaleza, después de dejar sin explicar miles de muertes en residencias, después de cerrar centros de salud, después de precarizar los puestos de trabajo de miles de personas, después de privatizar todo lo posible y aún más (¿Para cuándo un Comunidad de Madrid™, Ayuso?)?

Uno quiere suponer que, por más que mute el virus, al final, luchando, sobreviviremos a las infecciones, también a las políticas

Decía Lenin que hay décadas donde no pasa nada y hay semanas donde pasan décadas. Esta década ha pasado como si fuera un siglo. Lo malo es que el incendio nos ha devorado a todos. Si miramos las reivindicaciones de hace diez años, los jóvenes, de entonces y de ahora, en realidad no están igual de lejos de conseguir una casa digna, un puesto de trabajo que merezca ese nombre y una sanidad y una educación públicas y de calidad: han empeorado, la empiria así lo dice. A cambio, eso sí, podemos hacer coworking, cohousing y co… no sigamos.

¿Entonces qué? Bueno, comencemos de nuevo: va uno a vacunarse y duele el pinchazo y duele ver esas caras que van colapsando. Pero una vacuna, finalmente, es una posibilidad que te da la ciencia para no enfermar. Generas defensas. Tu cuerpo está preparado para luchar, como todos los que salieron a las calles hace diez años, como todos los que ya estaban y todos los que se unieron en esta década, y siguen haciéndolo día a día.

Y uno quiere suponer que, por más que mute el virus, al final, luchando, sobreviviremos a las infecciones, también a las políticas. Y en ese momento, sí, nos tomaremos unas cañas para celebrarlo.

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