Si Miguel Delibes pudiera dar continuidad a la que consideraba su mejor novela, Los santos inocentes, tendría en Emilia Lozano un referente, “mitad poética, mitad tremenda”.

Su infancia no fue extremeña, sino manchega y almoradiense, pero los retratos de la opresión de los señoritos, del desprecio y las humillaciones, de la incultura y la resignación…, curtieron a la mujer que, después de salir del pueblo, luchó como pocas por otra España posible.

Recientemente, la asociación Harvard Kennedy School Spain ha reconocido su labor con la concesión del primer premio Liderazgo Público 2021 por ser cofundadora de Somos Acogida, una iniciativa nacida en el barrio como respuesta a la injusticia y la inhumanidad con los jóvenes.

No es la primera ni será la última energía que gaste Emilia Lozano por causas justas, aunque de broma añora los viajes de un Imserso a los que no podrá subirse porque la vida la reclama y es capaz de arrastras con ella a quienes están cerca.

Justo nos encontramos frente a su casa en el Claruja, el lugar que nos escandalizó por el abandono de niños y la negligencia de las administraciones. Esa causa no podía dejarse de lado por un viaje a la playa. Había que acoger personas y Emilia y su compañero Luis se llenaron de acoger ilusiones.

Pero vamos a rescatar algunos fragmentos de una biografía valiente y torrencial.

PREGUNTA: ¿Cuándo viniste a Madrid?

RESPUESTA: Tendría cuatro años. Veía a gentes con sombreros. En mi pueblo, solo el médico iba con sombrero y chaqueta y decía “Pero cuántos médicos hay aquí”.

¿Pero a vivir…?

Tenía 20 años. Con el señorito pasé un año y medio o cosa así. Luego pasé a casa de mi tía.

¿Qué tal el cambio?

Ellas me querían mucho. Me dijo “¿Tú quieres quedarte en Madrid?” “Claro que sí. Yo no voy a poder ir a pueblo más”. Ella era secretaria del ministro de Comercio. No le resultó difícil enchufarme en El Corte Inglés.

¿Trabajaste de vendedora?

No, en Induyco. Sería en el 75. Hicimos en Induyco dos huelgas, una muy gorda. En la primera, empecé a ir a una academia a aprender. Ahí empecé a leer libros de historia y empecé a concienciarme.

¿Un gran cambio?

Yo empecé a descubrir por qué era el mundo injusto conmigo y por qué era el mundo injusto con las mujeres.

¿Empezaste a militar?

Me apunté a Comisiones Obreras. Bueno, eso era la hostia, la hostia.

¿Muy peligroso entonces?

Cuando detuvieron a Carrillo, ya fui yo valiente. Con mis compañeros, me subí a las seis de la mañana en un banco en la plaza de Legazpi: “Compañeras y compañeros, a las doce tenemos un pleno, que han detenido a Carrillo…”.

“Compañeras y compañeros, a las doce tenemos un pleno, que han detenido a Carrillo...”

¿Qué pasó?

Después, hicimos una huelga, o sea, seis mil tías y llegaban con las cisternas de agua. Nos cerraron la fábrica. Yo formaba ya parte del comité. Recuerdo a una compañera con su tripa así, su marido antidisturbios y ella ahí plantada con su facha. Nos enchufaban los chorros de agua y cómo aguantaba la tía. ¿Qué habrá sido de ella? Se llamaba Petri, nunca lo olvidaré.

¿Te detuvieron?

Sí y me dieron dos hostias. No lo olvidaré.

¿Estabas casada entonces?

Tenía un marido que ni sabía ni entendía ni quería saber. Cuando volví de la Dirección General de Seguridad, había llamado a mis padres para que vinieran. Me casé con ese señor y no sé por qué. Tuve una niña y poco que ver con él.

Entonces no había divorcio.

La ley me daba igual. Lo importante era el disgusto de mis padres.

¿Te llegaste a separar?

Yo me separé porque me había enamorado de Luis, la persona con la que vivo ahora. Era la primera vez en mi vida que me enamoraba y a mí ya no me paró nadie.

¿Entonces viniste a Hortaleza?

Tenía una amiga que vivía aquí y, cuando venía, me gustaba mucho este barrio. Como en broma, empecé a buscar una casa (“que nos vamos que nos vamos”) y compré una casa ahí en frente de la biblioteca. Ahí he vivido desde el 82.

¿Ya divorciada?

Tan mal lo pasé que, como en Hortaleza no había asociación de mujeres, decidí que tenía que crear una. En la Junta Municipal, me ayudaron. Creé la primera asociación que se llamaba Mujeres en Hortaleza.

“Creé la primera asociación que se llamaba Mujeres en Hortaleza”

¿Tenías ya hijos?

Justo inauguraron el colegio de la UVA, que se llamaba Pedro Salinas. Nos decían que cómo íbamos a llevar a nuestros hijos a la UVA. Qué cojones importa la UVA, esto de las clases sociales…

¿Por qué se llamaba Pedro Salinas?

No tengo ni idea, pero buscamos a los hijos de Pedro Salinas. Hicimos el APA y salí de presidenta. El hijo se llamaba Jaime Salinas, que era director general de Libro y Bibliotecas. Nos regaló un piano… Nos montó una biblioteca para el colegio… ¡La hostia!

¡Qué envidia!

Hicimos una inauguración de biblioteca con Rafael Alberti, con Dámaso Alonso… Aquí vino ni os imagináis. Así fue como empezó mi vida en Hortaleza.

Emilia Lozano

Emilia Lozano, pionera de la lucha feminista en el distrito. SANDRA BLANCO

¿Y en las asociaciones vecinales?

¡Cómo curraba la asociación de la UVA! Yo les ayudaba, me pasaba fines de semana que si hacíamos concursos de pintura…

¿Entraste en algún partido?

A los dos años de estar con Luis, me afilié al PSOE y fui durante doce años vocal de igualdad. Nunca fui una buena militante. No me gustaba la militancia.

¿Lo dejaste?

Como no me gustaba la militancia, creé otra asociación de mujeres. La segunda, sobre 95, se llamaba Mujeres por un Distrito. Hicimos una bolsa de trabajo, hablamos con las empresas… Algunas mujeres trabajaron en empresas del distrito a través de la asociación.

¿Qué hacíais?

Con una psicóloga, una trabajadora social y Luis hicimos un proyecto para los institutos. Las mujeres del distrito iban a explicar qué era machismo, qué no era machismo… a los chicos de 13 o 14. Lo presentamos a la Comunidad de Madrid, que ya era de derechas, y nos dieron de subvención un millón de pesetas. No nos lo podíamos creer. No nos habían visto el plumero.

“Con una psicóloga, una trabajadora social y Luis hicimos un proyecto para los institutos”

¿Dónde estabais?

No teníamos local y una concejala nos dijo que nos iban a dar uno. Fuimos en septiembre y, como habíamos organizado una charla a favor del aborto, pues se lo dieron a la asociación de una sobrina del rey que se llamaba Apoyo Positivo. ¡Montamos un follón…! Todos los días una manifestación.

A los vecinos les daban igual las mujeres, pero no querían que vinieran ahí los drogatas. Conseguimos que no se lo dieran a esa asociación, pero tampoco a nosotras.

¿Qué pasó con el local?

Hicieron una especie de centro cultural de mujer. Las mujeres para allá se iban y así murió la asociación.

Aún no había Casa de la Mujer.

La primera vez que se pidió en Hortaleza la Casa de la Mujer, creo que fue en el año 96 o cosa así, la pedí yo. El proyecto lo hicimos un grupo de Mujeres por un Distrito. Ayudó Luis, que siempre estaba haciendo proyectos, y lo presentamos al Pleno.

Todos los años, en noviembre y en marzo, reclamaba la Casa de la Mujer. Después, con las Mujeres Vecinales de Villa Rosa, se hizo un proyecto conjunto.

¿Implicación feminista?

Estuve en el Consejo de la Mujer de Madrid seis años como vocal en la junta directiva. Al final, la derecha también se lo cargó. Hacíamos muchísimas cosas. Se trabajaba mucho en los barrios.

Cuando asesinaron a Ana Orantes, entre varias mujeres creamos el Foro de Madrid contra la Violencia hacia las Mujeres.

“Cuando asesinaron a Ana Orantes, entre varias mujeres creamos el Foro de Madrid contra la Violencia hacia las Mujeres”

¿Qué pasó con los parquímetros?

Fui a una tienda y había papeles para firmar que había dejado una chica, Elena Ortiz. Entonces empezamos a hacer un grupo de vecinos. Estaban Felipe Aragoneses, Ángel El Chato

¡Menuda se lio!

Convocamos una concentración en la gasolinera. Hasta aquí de gente. La gente a su bola, la plaza llena, cortamos Valdetorres del Jarama. Y la policía decía quién es responsable de esto. Lo recuerdo como lo más bonito; ver a Hortaleza…

Hubo mucha resistencia.

La baronesa se encadenó. Nosotros nos encadenamos a un parquímetro. ¡Madre mía! ¡Qué de fotos! Teníamos un abogado del barrio. Anda que no hemos tenido que ir noches a sacar de la comisaría a los mecánicos. A las dos de la noche tenían todos los parquímetros rotos.

¿Llegaron a funcionar?

Una tienda de repuestos tuvo que cerrar por las multas.

¿Coincidisteis con Carabanchel?

Trabajamos mucho con la gente de Carabanchel. Hicimos el Vampirón que lo llevábamos a todos los lados. Cuando vino Gallardón a inaugurar el carril bici, nosotros pitando detrás y no podía hablar con los periodistas. Reventamos un acto de la Generalitat.

¿Y lo del calendario desnudos?

Después de dos años, así día tras días, nos reinventamos. Pedimos que “nos hagan un calendario de fotos chulas de vecinos del barrio”. Nos fuimos a la calle Pradillo. La más joven, 18 años; el más mayor, 75, Felipe Aragoneses. Lo único que no nos quitamos fue las bragas. Ellos hasta los calzoncillos. Fue divertido, bonito, muy bonito. Con ese entusiasmo, tenemos que poderles.

¿Satisfacción?

Hubo gente que disfrutó mucho, entre ellas yo. Y al final conseguimos cargarnos los parquímetros.

Emilia Lozano

Emilia Lozano, durante la entrevista en el ‘skatepark’ del parque Isabel Clara Eugenia. SANDRA BLANCO

Y llegó la jubilación.

Se jubiló Luis, vendimos la casa, nos retirarnos de todo y comprarnos una casa pequeña y… viajar con el Imserso, pero ni había caído en que había un centro de primera acogida.

¿Así empezó todo?

Viniendo a pasear por aquí con Luna, veía a chicos sentados. Empecé a ver cosas muy extrañas. Así fue como empecé a estar con los chicos.

Hubo una campaña electoral y vino Ortega Smith por aquí. Me pareció tan denigrante… Convocaron una reunión de vecinos y entidades en el distrito que crearon una plataforma.

¿Y Somos Acogida?

Un día un chico vino con la mano hinchada y me dijo que le había pegado el vigilante. Me fui a hablar con él y me contestó que solo era una vecina. Tuvimos una bronca y se negó a darme explicaciones. Así que al día siguiente creamos la asociación en el salón de mi casa.

¿Cómo está la situación?

Tenías que ver cómo son los mediadores que ha contratado la Comunidad de Madrid. Esto es el terror, un campo de concentración.

Ahora hay poquísimos. Ahora lo derivan a Casa de Campo, allí los tienen dos o tres meses y luego a pisos o a la calle. Entonces queda más diluido, ya no nos enteramos tanto de que están en la calle.

“Ahora lo derivan a Casa de Campo, allí los tienen dos o tres meses y luego a pisos o a la calle”

¿Cómo surgió la casa del pueblo?

En esas idas y venidas de la asociación surgió la casa del pueblo. Eso es lo más bonito. Soy de La Puebla de Almoradiel. Llevamos a un chico que se quedó en la calle y pensamos un proyecto y se lo presentamos al alcalde.

Empezamos a conseguir la documentación para arraigo. Firmamos un convenio con ellos.

Están trabajando todos en el campo. Hay una persona allí que es responsable.

¿Y lo del premio?

Llegó como una sorpresa. Nos invitaron a una mesa para hablar sobre los centros de acogida, los menores tutelados…, en la Fundación porCausa. Quien llevaba la mesa era Gonzalo Fanjul. Me llamó por teléfono después y me dijo: “Emilia, estamos muy contentos, hemos presentado tu candidatura por Liderazgo Público y estamos muy contentos. Has ganado por goleada”. Y yo qué es eso. Me quedé como loca. Mira, a la Universidad de Harvard, le dije que desde los 12 años no iba a la escuela.

No te pregunto por más proyectos porque vendrán.

Así se nos ha pasado la vida (tono de satisfacción).

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