Viajemos al pasado sin salir del barrio. Hagámoslo retrocediendo al 22 de julio de 1949, la fecha más trascendente de la historia de Hortaleza. Aquella fue una jornada calurosa sin apenas actualidad informativa. El diario ABC llevaba a su portada el “ardor” de la canícula que “calcinaba” a la meseta tras una jornada “especialmente calurosa” en Madrid. Dentro, las páginas se llenaban de noticias ligeras propias de la época estival. Entre los breves de deportes, se hablaba de un tal Alfredo Di Stéfano, futbolista argentino de River Plate que había notificado oficialmente al club su intención de “emigrar” tras “haber recibido tentadoras ofertas de equipos extranjeros”.

Era viernes, y en El Pardo se celebraba Consejo de Ministros. El de Gobernación, Blas Pérez González, llevaba el expediente para la anexión a Madrid del municipio de Hortaleza, situado a nueve kilómetros al noreste de la ciudad. El texto fue aprobado con la firma del jefe del Estado, Francisco Franco. Aquel 22 de julio de 1949, el pequeño pueblo de Hortaleza quedaba engullido por decreto a la capital.

ALEJADOS DE LA CIUDAD

Dos días después, el diario La Vanguardia celebraba la anexión con una breve noticia titulada ‘Madrid sigue creciendo’. “Con esta nueva anexión Madrid crece en 1.291 hectáreas y 1.526 habitantes, que vienen a sumarse a este coro de millón y pico para pedir mejoras al Ayuntamiento del cual ya dependen. Y lo primero que han pedido los nuevos vecinos de Madrid es un mejor servicio de transportes, ya que la barriada queda a dos kilómetros y medio de la más próxima parada de tranvía”, detallaba el periódico barcelonés.

Los vehículos en el pueblo se contaban con los dedos de las manos. Uno era de Poli, padre de Luis Aragonés

En efecto, Hortaleza carecía de cualquier tipo de transporte público que conectara con la capital, destino diario de muchos de sus vecinos. La mayoría eran hombres que trabajaban como albañiles en Madrid y tenían que recorrer un buen tramo andando hasta llegar al tranvía en la Ciudad Lineal. En el pueblo los vehículos particulares se contaban con los dedos de una mano, como el coche de León, el carnicero, o la camioneta de Poli, propietario de un tejar y padre de Luis Aragonés, un desgarbado chaval que empezaba a jugar al fútbol en un colegio de jesuitas de Chamartín.

Taller de ebanistería Hortaleza

Taller de ebanistería en la calle de la Iglesia de Hortaleza. ARCHIVO JUAN CARLOS ARAGONESES

CURAS Y HUÉRFANAS

El pueblo de Hortaleza lo formaba un puñado de calles escoltadas por famosas quintas como Huerta de la Salud, de la que emergían el silo y el palomar en una finca que coronaba la localidad por el norte. Al noreste, por el camino de Burgos, se situaba la Huerta de Mena, que había sido propiedad de la familia del dramaturgo Carlos Arniches. Siguiendo ese camino se llegaba a los asentamientos de Las Cárcavas, que junto al barrio de San Antonio en el Cerro de los Perros y el barrio del Cristo, al que se llegaba por el camino que partía del cementerio, diseminaban pequeñas viviendas fuera del casco urbano.

En la parte sur del pueblo, bordeando el camino a Madrid, se encontraba la histórica quinta del palacio de Buenavista, convertido por Falange en el Hogar Clara Eugenia para niñas huérfanas. En el otro extremo del pueblo, desde la iglesia de San Matías se extendía hacia el arroyo del Quinto, frontera natural con el vecino municipio de Canillas, la finca de los padres Paúles, que habían restablecido su seminario en el edificio que albergó a soldados del ejército republicano durante la Guerra Civil.

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Vista aérea del pueblo de Hortaleza en 1955, pocos años después de la anexión a Madrid.

DIETA DE GARBANZOS

Los estragos de la contienda todavía se sentían en la economía del pueblo. Eran los años de la cartilla de racionamiento y de dieta a base de cocido de garbanzos. “Pasábamos más hambre que los pavos del Tío Manolo”, resume Florencio Elipe, entonces un niño que estudiaba en las escuelas repartidas entre la plaza de la Fuente y el edificio de La Humanitaria.

“Se comía lo que había”, añade su primo Anselmo López. En Hortaleza se contaban un par de panaderías, como la de Daniel Centeno. También carnicerías, una farmacia, estanco, tiendas de ultramarinos y tabernas como la de Perico el Rata o La Taurina. El correo llegaba un par de veces a la semana al pueblo en manos del cartero Miguel Ortega, mientras el médico Agustín Calvo pasaba consulta cerca de la iglesia y visitaba las casas “con un coche que empujaba”, apunta Anselmo, para asistir a las mujeres durante los partos.

Verbena

Verbena en la calle alta de Burgos de Hortaleza, la actual calle Mar Negro. ARCHIVO DE JUAN CARLOS ARAGONESES

SIN OPOSICIÓN

La anexión a Madrid no tuvo oposición en la Hortaleza del régimen franquista. “¡Qué iba a haber debate! Si aquí no había opiniones. Patas cortas no te dejaba ni pensar”, apostilla Florencio aludiendo a Franco. Como relata Aquiles Obispo en su libro Más de cien años de historia de Hortaleza, el último alcalde de Hortaleza, Guillermo Plaza, acató el plan para que Madrid absorbiera 13 municipios que rodeaban la capital permitiendo su expansión. También Canillas, donde se tanteó crear una mancomunidad junto a Vicálvaro y Canillejas para evitar la anexión a la gran ciudad, como recuerda el historiador Ricardo Márquez.

El último alcalde de Hortaleza, Guillermo Plaza, acató el plan franquista para que Madrid absorbiera Hortaleza

Sin embargo, el municipio de Canillas ya funcionaba como un apéndice de Madrid en la carretera de Aragón, donde crecían populosos barrios como Ventas o La Concepción que pertenecían a su término. La anexión de Canillas llegaría el 17 de agosto de 1949, apenas un mes después que Hortaleza.

El Ayuntamiento de Hortaleza había aprobado por unanimidad el 28 de marzo de 1948 las bases de la anexión a Madrid, un trámite previo para que llegara al Consejo de Ministros el 22 de julio de 1949. El decreto firmado por Franco determinaba que el ministro de la Gobernación dictaría “las disposiciones consiguientes” para culminar la anexión. Finalmente decidió que la transmisión de poderes se produjera el 31 de marzo de 1950.

Aquel día, la última corporación municipal de Hortaleza se disolvió en una sesión celebrada en el Ayuntamiento de Madrid y presidida por el gobernador civil Carlos Ruiz García. “Queda anexionado Hortaleza al de Madrid”, proclamó el gobernador, según el acta de una sesión que finalizó al grito de “¡Viva Franco, arriba España!”.

Encierro Hortaleza

Mozos durante un encierro en el pueblo de Hortaleza. ARCHIVO JUAN CARLOS ARAGONESES

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