Todo oriente es occidente de otro oriente. No es un juego de palabras, sino la percepción tras darle a la pelota. Por más vueltas que le demos al globo terráqueo, el sol se mantiene a unos 150 millones de kilómetros en esa órbita elíptica que nos sirve de calendario para marcar las cosas buenas, como cumpleaños o fiestas navideñas, y las cosas no tan buenas, como la renovación del precio del alquiler de la vivienda o los exámenes de fin de curso.
Sabemos que no todo el mundo coincide en qué es lo bueno y lo no tan bueno. Hay quien tiene aversión a los cumpleaños y quien no aguanta el concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Es cierto que amor a la renovación del precio del alquiler pocos pueden tener, sobre todo en barrios como los nuestros.
Lo bueno y lo no tan bueno son conceptos subjetivos porque, como sujetos, compartimos muchas creencias y fantasías que construyen la cultura y los estados. Sin ese imaginario compartido, no le daríamos carta de realidad al dinero o a la patria, por ejemplo. Sin embargo, por el dinero o por la patria, muchos estarían dispuestos a matar y a morir. ¿Qué es el dinero? Fuera de los humanos, no tiene existencia. ¿Qué fronteras naturales tienen los barrios o qué es la patria fuera de lo humano?
El escriba que a finales del siglo I redactó el Evangelio de san Mateo fue el responsable de la única cita bíblica de los Reyes Magos
Lo imaginario mueve mucho y es lo que construye y destruye civilizaciones y culturas. Uno de los imaginarios que desde hace casi tres siglos seducía a Occidente es el orientalista. La imagen literaria, exótica y hechizante de los palacios y los harenes movió a que Europa invadiera el Oriente Próximo, África del Norte o la India.
El colonialismo se fundamentó en el hechizo de la fantasía. Los desgraciados pueblos que se convirtieron en el escenario oriental de la mirada ávida de los europeos tuvieron que someterse al poder de la maquinaria militar y se convirtieron en protegidos. De aquellos barros, estos lodos; si no, ¿qué ha pasado con el protectorado británico de Palestina?
En la historia, de Oriente eran la seda, las especias, la porcelana y la pólvora. Todo lo que llegaba de Oriente tenía que ser maravilloso y…, por tanto, ¿de dónde, si no de Oriente, tenían que venir los Reyes Magos? El escriba que a finales del siglo I redactó el Evangelio de san Mateo fue el responsable de la única cita bíblica de los Reyes Magos. Sin esta mención, en Hortaleza no tendríamos cabalgata.
Ahora hace cincuenta años que el asociacionismo y el amor a la infancia nos trajo la Cabalgata de Hortaleza, la más espectacular del mundo en la mirada de los pequeños, la más auténtica en la imaginación identitaria de los más mayores. Este sí es el oriente más íntimo en la vida de muchas personas.
Ahora hace cincuenta años que el asociacionismo y el amor a la infancia nos trajo la Cabalgata de Hortaleza
Más años lleva la UVA con estructuras frágiles y vidas aguerridas que se convierten en plató de la imaginaria realidad marginal que resiste y espera un milagro. Quizá ese piso decente que esperan los hijos de los hijos de aquellos padres que fueron desahuciados consiga su sueño generacional de un techo digno con los presupuestos de la Comunidad de Madrid.
Los libros han sido grandes cómplices de la pasión orientalizante. Pese a la invasión del analfabetismo audiovisual, los clubes de lectura o los concursos literarios propician que la realidad del dolor y el sufrimiento se desvanezcan con una narración. Esta era el arma de Scherezade con el sultán, una dosis de irrealidad narcotizante. Esto pretenden conseguir los organizadores del concurso Cruzar la Antártida.
En este panorama y con las fechas que se aproximan, ¿qué nos corresponde como periódico? Lo más sensato es subirse a la cabalgata porque, más allá del imaginario orientalizante, es un buen ejemplo de convivencia de personas que no necesariamente piensan igual y que, sin embargo, son capaces de ponerse de acuerdo para mantener esta tradición hortalina pensada en el disfrute de los niñ@s del barrio.
