Lunes. Siete y cuarto de la tarde. En los alrededores del parque Isabel Clara Eugenia a ratos se escucha el murmullo de conversaciones pasajeras y el ladrido de algún perro. En un momento, el grito de un niño de unos cuatro años cruza la plaza de punta a punta: “¡Mira, mamá, ahí están los malos!”.

Ella ordena al pequeño que no se mueva de su lado de la acera. Su mirada sigue con fijación a dos adolescentes que continúan su rumbo, manteniendo una fingida actitud de indiferencia por saberse observados y señalados, ciertamente, por ser internos de alguno de los dos centros de Primera Acogida del barrio.

Mientras, dentro del parque se reúnen Ana, Carmen, Jesús, Mila, Sandra y Sergio. Todas ellas son vecinas del barrio, integrantes del grupo Hortaleza por el Diálogo y corresponsables de que 120 personas se unieran el pasado 9 de junio bajo el lema “No queremos echaros, queremos integraros”, un mensaje cuyos destinatarios son los menores extranjeros no acompañados (MENAS) internos, tutelados por la Comunidad de Madrid.

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PROBLEMA SOCIAL

El origen de este movimiento vecinal, sin embargo, es una historia de conflicto. El pasado 8 de abril, en el parque Alfredo Kraus, Sandra y su hermano fueron agredidos por uno de estos menores.

Al día siguiente, Sandra decidió publicar el episodio en un grupo de Facebook de vecinos de Hortaleza, con la intención de prevenir a los viandantes de pasear por esa zona. “Me llegaban comentarios de gente muy agresiva y violenta. Muchos decían “¡vamos a matar a los chavales!”, “hay que cerrar el centro”, “¡que los manden a su puto país!”. Pero, también, otros de personas coherentes que entendían que la solución iba por otro camino”.

Junto a otras vecinas y afectadas, organizaron una quedada frente al centro comercial Gran Vía de Hortaleza para intentar consensuar una acción conjunta con la que responder a esta situación. Al principio, recuerda, se unieron unas 50 personas, pero terminaron siendo 12, “precisamente, las que no pedíamos un linchamiento para estos niños”.

REACCIÓN CÍVICA

Tres meses después, estas 12 vecinas han conseguido que los principales medios de comunicación aparquen la fijación por “la temida banda de los niños del disolvente” y comiencen a identificar a Hortaleza como un ejemplo de convivencia e integración. También han logrado que su iniciativa se haya materializado en un grupo de Facebook, Hortaleza con Valores, en el que participan 1.280 personas con el objetivo de construir un barrio “mejor, seguro y libre de prejuicios”.

SBM7296Vecinas de ‘Hortaleza por el Diálogo’, en el parque Isabel Clara Eugenia / Foto Sandra Blanco

Para Ana, una de sus administradoras e integrante de Hortaleza por el Diálogo, esta experiencia le ha valido para tomar perspectiva de la realidad social de nuestro barrio: “Hortaleza ha sido siempre un barrio obrero. No entiendo por qué ahora pretenden pintarlo como si esto fuese un paraíso cuando aquí siempre ha habido de todo y siempre hemos podido convivir”.

Es por ello que denuncian que el discurso de criminalización y odio hacia estos menores ha cristalizado en los llamamientos a “cacerías” contra estos niños o en la creación de grupos de Facebook como el de Hortaleza les quiere fuera ya. “Tengo 32 años, llevo viviendo aquí toda la vida. Pero yo no reconozco mi barrio en las redes sociales ni en todos esos comentarios racistas cargados de violencia”, cuenta Ana .

FALTA DE RECURSOS

Estos primeros meses de activismo y de “dar caña en los medios de comunicación” les han permitido a estas vecinas extraer una primera lección. “¿Qué hemos aprendido? Que la burocracia, además de lenta, es inservible”, admiten. No obstante, otro importante avance en su temprana trayectoria ha sido el de focalizar sus demandas hacia quien señalan como la principal responsable de la situación actual de los dos centros: la Comunidad de Madrid.

Los centros Isabel Clara Eugenia y Hortaleza albergan colegios que pertenecen a la Consejería de Educación y residencias dependientes de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid. En teoría, los menores deberían permanecer internos en estas residencias un máximo de dos meses, pero, al no existir plazas en otros centros especializados autonómicos, la estancia se puede demorar hasta más de seis meses.

En este sentido, Olga Ventosa, la directora del centro de Primera Acogida Hortaleza, apunta que “al final, todo son recursos”. “La red de protección tiene unos recursos muy limitados y la máquina de la administración es muy lenta”, asegura. Olga explica que “llega el problema, pero hay que buscar soluciones, y esas soluciones pasan por contratos y gestiones administrativas que llevan su tiempo. Durante ese tiempo, los chicos siguen aquí. Y entonces, se colapsa”.

5Manifestantes el pasado mes de junio ante el Centro de Primera Acogida de Hortaleza / Foto Photoleza

De hecho, las educadoras de esta residencia remarcan que “existe un problema crónico”, ya que “faltan recursos específicos para chavales que tienen problemas de salud mental o de comportamiento. Ocurre lo mismo con los menores cuyas familias no les pueden ayudar en sus proyectos de vida o cubrir las condiciones que necesitan. Eso pasa, ya sean españoles o MENAS”.

Respecto a este último grupo, Julio Rubio, del colectivo Hortaleza Boxing Crew, considera que existe un “sistema de desprotección organizado”, que aplica “una política de dar caña al MENA para que se vaya. Desde Algeciras para que suban a Huelva, desde allí para que vayan a Madrid; en Madrid para que se marchen a Barcelona”. Según los datos de la Fiscalía y del Ministerio del Interior, en 2017 se registraron 6.414 casos de MENAS desaparecidos en el Estado español.

RESPONSABILIDADES

Identificada una parte del meollo de la situación actual de los centros de Primera Acogida de nuestro barrio, las integrantes de Hortaleza por el Diálogo reclaman a las instituciones que comiencen a aplicar soluciones efectivas. “Nos preocupa la seguridad del vecindario, sin duda, pero también nos preocupa mucho la situación que están viviendo las trabajadoras de estos centros porque, por lo que nos han contado, en las condiciones actuales ni siquiera pueden ejercer su profesión”.

Además, destacan que “sobre todo, quienes más nos preocupan son los niños internos. Viven rodeados de la violencia que ejercen unos pocos, que son quienes tienen un problema de adicción al disolvente, y a quienes hay que ayudar más. Es injusto meterles a todos en un mismo saco”.

En este sentido, el pasado 17 de julio, el Pleno de la Junta Municipal de Hortaleza aprobó que se solicite a la Comunidad de Madrid la creación de nuevos centros de acogimiento residencial de menores “que cuenten con unas ratios y un número de plazas que respeten las recomendaciones de Naciones Unidas sobre los cuidados alternativos a la infancia”. La propuesta contó con los votos a favor de Ahora Madrid, PSOE y Ciudadanos, y la abstención del Partido Popular, que argumentó que ya “se están realizando obras de mejora con la creación de 30 nuevas plazas en el centro de Hortaleza”.

“Ya estamos viendo dónde crear más plazas. Aunque yo no sé si eso resuelve el problema”, plantea Ventosa. “Donde habría que actuar es en los países de origen, para que los chavales y los adultos no tuviesen que salir de allí jugándose la vida”, refiriéndose, particularmente, al Reino de Marruecos, el país de origen de la mayoría de los MENAS internos.

Foto Mani MenasUna manifestante pasa ante menores del centro de Isabel Clara Eugenia / Foto Sandra Blanco

Sobre este punto, asegura que le consta “que ha habido reuniones de alto nivel por parte de la Administración, tanto de la Comunidad de Madrid como del Ayuntamiento con el Consulado de Marruecos. Pero no han debido de llegar a buen puerto cuando la situación es la que estamos viviendo”.

En cuanto a las dinámicas migratorias de las menores marroquíes, Olga Ventosa comenta que, desde hace unos años, han observado algunos cambios de tendencia. En primer lugar, destaca, muchas jóvenes tienen familias ya instaladas en España o en Francia.

“Hay muchas formas de viajar. Hay un incremento de llegadas de menores cuando estas familias viajan a Marruecos a pasar el verano. De hecho, muchas veces estos niños aparecen en las Comisarías acompañados por adultos que dicen haberse encontrado a ese niño en la calle”. “Y luego”, añade, “aparecen adultos que dicen “yo soy familiar de este niño, y comienzan a interesarse por ellos”.

Por ello, en su centro, junto al área de Protección, están estudiando la posibilidad de derivar a estos niños a vivir con sus familias. “Como sucede con otros chicos, si no pueden convivir con sus padres por los motivos que sean, lo primero que se hace es valorar la opción de vivir con una familia extensa”.

Empieza la noche, de vuelta en el parque. Los dos adolescentes se reúnen con otros cuatro a la puerta del centro, a punto de dar por cerrado el día. El martes todo seguirá aparentemente igual, excepto porque, poco a poco, cada vez más personas comienzan a moverse de su lado “seguro” de la acera.

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