No sabría decir en qué momento las noticias dejaron de informar para convertirse en ruido, en ruido de sables, en paquetes ideológicos al gusto del consumidor. En lugar de ofrecer un análisis aséptico y objetivo, ahora parecen dedicarse a venderte una moto, cada cual la suya, y compras o descartas simplemente cambiando de canal, sintonizando otra emisora o clicando en una web distinta.
La realidad de los hechos, además, es moldeable hasta el punto de retorcer la noticia y sacar el titular que más se amolde. Un ejemplo: si tú ganas noventa mil al año y yo solo diez mil, podría decirse que entre los dos ganamos cincuenta mil de media sin miedo a faltar a la verdad.
Nadie o casi nadie advertirá el desglose leyendo la noticia en su conjunto (¿quién lee noticias enteras en los tiempos del Twitter?) y ese gran titular que asegura que entre tú y yo ganamos cincuenta mil
de media quedará incrustado en el ideario colectivo. Y habrá quien incluso me acuse de ganar mucha pasta y al otro de pagar unos impuestos abusivos en relación con sus cincuenta mil. El ejemplo no es tan
grave porque roza los límites de eso que llaman código ético periodístico.
Algunos medios incluso mienten a propósito o lanzan 'fake news' valiéndose supuestamente de fuentes anónimas
Los hay peores: algunos medios incluso mienten a propósito o lanzan fake news valiéndose supuestamente de fuentes anónimas o a veces ni eso. Si una noticia, para ser catalogada de veraz, ha de pasar
por el filtro de tres fuentes distintas e independientes, supongo que interpretan como tales la fuente de Neptuno, Cibeles y Fuente del Berro.
Por supuesto, en todos esos casos, la intencionalidad no es casual. Se trata de desprestigiar a un color político porque quien paga directa o indirectamente a ese medio, ya sea a través de publicidad institucional, prebendas varias o incluso en B, siempre es del color opuesto. La lucha política se ha convertido en un ring patrocinado sin el cual muchos de los grandes medios hoy no existirían.
Por eso conviene, por sistema, desconfiar de ellos y apoyar a aquellos medios que subsisten gracias a la aportación directa de sus lectores, o a patrocinios pequeños, de barrio, exentos de connotaciones políticas más allá de la defensa sincera de los suyos, de su gente. Dicho lo cual, en mi taxi solo se escucha música o Radio Enlace o un cómodo silencio, y siempre habrá un Hortaleza Periódico Vecinal a disposición del usuario.