El pasado 24 de enero se inauguró oficialmente el aula de estudio de Manoteras, aunque había abierto sus puertas el 6 de diciembre. Sin publicidad ni haber terminado de instalarse todos los elementos, con el boca a boca fue llenándose de estudiantes de más o de menos edad de lunes a domingo de 9.00 a 14.00 y de 15.00 a 21.00 horas.

Fue como un espejismo al atardecer cuando el local cerrado del chino en el número 187 de la calle Cuevas de Almanzora se convirtió en una lámpara que sorprendía a un vecindario acostumbrado a las tenues farolas de la mal iluminada calle principal de Manoteras. Aquella luz convivía con un cartel de frutas y verduras que se mantuvo hasta poco antes de la inauguración.

Cuando se pudo ver en la cornisa el distintivo “aula de estudio de Manoteras” junto al logo municipal, la sala tenía ya una clientela habitual que crecía de día en día. Incluso llegaban foráneos de otros barrios para disgusto de alguno de los estudiantes locales. La demanda de este tipo de espacios es muy alta y sigue siendo insuficiente la oferta.

EL SERVICIO PÚBLICO

Como cuenta Juan Carlos Chans, jefe de la Unidad de Participación Ciudadana y Cooperación Público-Social del distrito, “un nuevo servicio público se suma en Hortaleza a las salas de estudio que hay en Motilla del Palancar en Villa Rosa, en la biblioteca Huerta de la Salud, en el centro cultural Carril del Conde, en el centro cultural de Sanchinarro”.

Como bien sabe la Junta Municipal, la reclamación histórica de un centro cívico-cultural no se compensa con un aula de estudio, pero su apertura se ha sentido con satisfacción porque ha habido dudas y contratiempos que han puesto en peligro la oferta de este servicio para el que ya se habían destinado fondos de los Planes Integrales de Barrio, inversiones en barrios especialmente desfavorecidos.

UN CAMINO DIFÍCIL

Ya durante el curso pasado hubo un aula de estudio en el centro de mayores San Benito, una experiencia que tuvo, sin mucha difusión, una gran acogida y listas de espera. Sin embargo, las obras del centro impidieron que durante este curso pudieran volverse a utilizar las dos aulas. Este fue el primer contratiempo. La Comisión PIBA acordó con la Junta Municipal la posibilidad de alquilar otro espacio en el barrio, algo nada fácil. Primero se planteó en rehabilitar parte del antiguo mercado, que en marzo de 2024 puede desaparecer porque los dueños han anunciado su venta, pero esta negociación no cuajó.

En cierta medida, fue empeño del actual concejal presidente, Alberto Serrano, el encontrar un espacio en el propio barrio para convertirlo en aula de estudio. Así se apostó por otro establecimiento que había cerrado frente al local de la propia asociación de vecinal, La Soci. Sin embargo, una empresa de reparto se llevó el gato al agua antes de que se diera el paso. Pero no estaba todo perdido. El local del 187 llevaba algunos meses cerrado tras la apertura de un supermercado. Era un espacio más pequeño, pero bien ubicado, el del número 187.

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El aula de estudio abre de lunes a domingo. SANDRA BLANCO

¿QUIÉN LA LLEVA?

Previamente, el 5 de octubre se habían puntuado las ofertas del concurso de licitación para gestionar el aula de Manoteras. Hubo cuatro licitadores y fue Grado Informática y Gestión S.L.U. quien ganó el contrato por un importe de 163.502,08 euros. Esta empresa es parte del grupo Oca Global Investments S.L. de la familia Fajula. Sin embargo, la gestión del Aula de estudio de Manoteras lo lleva la empresa Nascor Formación S.L., empresa que colabora con Oca Global. El contrato se formalizó el 6 de diciembre de 2021 y dura hasta el 23 de diciembre de 2022. ¿Qué pasará después?

Desde la Junta Municipal dicen que “hay tiempo para que en las negociaciones de los planes integrales de barrio y que este servicio los vecinos lo propongan y lo acuerden para que, con bastante tiempo se mantengan las medidas administrativas para ver si se mantiene de cara al 2023 y 2024”.

LO COTIDIANO

Son las ocho de la tarde del domingo, la mortecina luz de la calle Cuevas de Almanzora se rompe junto al número 187 con claridad inusual. Tras los cristales, sorprende la imagen de catorce mesas blancas, cada una con cuatro sillas. También dispone de percheros, un dispensador de agua caliente y fría, un cuarto de baño adaptado y otro mixto, además de un mostrador desde donde atienden cualquier solicitud, como, por ejemplo, la clave wifi para trabajar o el préstamo de uno de los seis portátiles que, de momento, ofrece el aula.

Desde la apertura, también se dispone de dos máquinas expendedoras y unos grandes carteles junto a la cristalera conducen a quien se interese hasta la historia de Manoteras mediante un código QR. El silencio en el interior es casi sagrado y la concentración máxima. Es un espacio sobrio pero cálido, quizá por la amabilidad de quienes reciben a cualquiera que tenga interés. Quina, a quien conocemos en el barrio por el herbolario, hoy sustituye a Sara y nos habla de otros dos encargados, Alejandro y Carolina. Entre ellos cubren la atención a los estudiantes de lunes a domingo. “Hace poco una madre con un niño de ocho años, aunque lo normal es a estudiantes de Bachillerato, universidad y a algún opositor”, explica Quina.

Les hemos preguntado a dos de las usuarias que estaban en un receso a la entrada del aula. Una estudia EADE y la otra Audiovisuales. Dicen que necesitaban algo así y que están encantadas. También lo está un estudiante algo mayor que las anteriores y que trabaja como maestro, pero ahora se ha matriculado en un máster.

Han dado las nueve de la noche y toca cerrar, una labor difícil para Quina, quien va silenciosamente limpiando las mesas que han quedado desocupadas, mientras los concentrados estudiantes parecen ajenos a que haya llegado la hora del cierre tras casi doce horas. La apertura del aula es tema de conversación en Manoteras. Una vecina se emocionó tanto que ofreció llevar un monitor para esas y esos estudiantes de su barrio. Otro también pensó que necesitarían diccionarios y más libros, pura voluntad sin caer en que esos estudiantes son en su mayoría de una generación digital.

Hay como una necesidad de contribuir y construir el centro cultural del barrio. La apertura del Aula de estudio ha aliviado la herida, pero no se ha curado. La experiencia está siendo fantástica, pero hay voces críticas que piensan que es volátil y frágil. De hecho, a día de hoy no hay garantías sobre lo que ocurrirá a partir el 24 de diciembre. Por la fecha, podría pensarse en un milagro.

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El aula de estudio de Manoteras se encuentra en la calle Cuevas Almanzora número 187. SANDRA BLANCO

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