Creí que lo descubría por azar, pero no era así. Lo localicé en las redes y quedé con él en el barrio. El encuentro era en la calle Calasparra. El lugar se llama The Hug, es decir, Finlandia en pleno meollo de Pinar del Rey.

La puerta abierta, caras conocidas y un proyector. Allí estaba el artista: de pie, sólido y adusto. Dan presentaba sus dos propuestas para el proyecto Compartiendo Muros. Aquellos eran los primeros frutos de un diálogo de vecinos y demiurgo, de señas de identidad y creación. Solo una saldrá elegida para ser recorrida por las miradas de la calle Silvano. Sin saber por qué, pensé en Caravaggio.

El tiempo se agotaba y el diálogo acercaba la noche. Nuestra entrevista ya no iba a ser posible.

Dan tenía que marchar, tenía que haberlo hecho antes o no haber acudido a la cita. Hay que tener mucha entereza para estar en público cuando te acaban de decir que ha muerto la abuela, la abuela de tu pareja. Me había equivocado al juzgar su gesto serio.

Quedamos en hablar por internet. Todo se ponía en contra y acordamos experimentar sin perder la sorpresa del momento, la oscilación de la voz y el brillo de la mirada. Todo eso tenía que transmitirse a través de Whatsapp hasta esta página.

PREGUNTA: ¿De dónde eres?

RESPUESTA: Me siento de dos partes. La primera mitad la viví en Santa Susana 13; luego mi madre y yo nos mudamos a la zona de San Lorenzo, cerca de Bucaramanga.

¿Cole o instituto?

De niño fui al Azorín y luego pasé al Gabriel García Márquez.

¿Qué son para ti las calles?

Las calles son para mi todo. Durante mi infancia en Santa Susana mis padres se separaron y vivimos en una casa de dos habitaciones con los hermanos de mi madre, mi primo, mi abuela, dos perros… Era una locura. Yo pasaba desde muy niño muchas horas en la calle con mis amigos.

¿Cómo era el barrio?

Yo soy del 80. No había muchas posibilidades para un niño. Tenías la calle para salir, coger el monopatín, esquivar las jeringuillas y darle patadas a un balón. Recuerdo la casa para comer y el resto del tiempo en la calle. No hubiera querido crecer en otro sitio.

¿Qué hacíais en la calle?

Teníamos algunas vías de escape para evitar ser como los que eran un poco más mayores que nosotros. Patinábamos mucho tiempo en la calle y, aunque no era muy apropiado, hacíamos nuestros grafitis de manera ilegal. A veces nos buscábamos problemas, pero estábamos jugueteando con hacer otra cosa.

¿Alguna anécdota?

Anécdotas… ¡millones! Cuando éramos niños íbamos buscando por los rincones maderas y luego juntábamos unas pesetas para comprar clavos. Alguien bajaba el martillo y fabricábamos rampas súper elaboradas de un metro y medio de alto que funcionaban muy bien hasta que acababan rompiéndose y nos caímos de cabeza.

¿Mantienes los amigos?

En mi círculo somos amigos desde qué éramos niños muy pequeños y ahora somos familia. Los vínculos afectivos los encontrabas en los niños que tenías a tu alrededor.

Miss Wiesbaden Dan FerrerDan Ferrer trabajando en un mural en Wiesbaden (Alemania)

¿El grafiti te llevó al arte?

El grafiti me llevó a buscar expresiones en la pared. Está más cerca de las interacciones sociales que del arte. Tenías que escribir tu nombre en más sitios, más grande y en un lugar más alto que los demás. Más tarde busqué una expresión más artística y huir de este asunto más egocéntrico y un poco más feo del grafiti ilegal. Sí que encontré un medio de expresión y de trabajo con el arte mural.

¿Cómo reacciona la gente?

De repente haces una actividad así en la calle y de pronto descubres que, por ejemplo, una señora de ochenta y pico años valora el arte, le gusta el arte y quiere, paseando por la calle, ver arte.

¿Tus primeros pasos profesionales?

Los primeros pasos, casualidades, fueron pintar algunos locales comerciales. Creo que lo primero que pinté fue un rotulito de la imprenta Omán, que queda en la zona de San Lorenzo. Tendría 16 años y cobraría una ridiculez, pero pensé que ese dinero no tenía precio porque lo había ganado a través de pintar.

¡Un buen inicio!

Al final estuve pintando en algunos locales comerciales y eso me hizo huir del grafiti ilegal. Con los veintidós años tuve la oportunidad de trabajar en la revista Hip Hop Nation. Ese fue el primer trabajo oficial. Eso me llevó a trabajar con agencias de publicidad muy grandes.

¿Cómo te has ganado la vida?

Hasta hace tres años, estuve trabajando como freelance en un estudio que monté con mi mujer, que es pintora e ilustradora. Empezamos a trabajar para anuncios de televisión, acciones de team building… Los creativos te lo dan todo mascado, pero te conviertes en una impresora.

Mural Dan FerrerEl artista hortalino ante su obra Past, present, future de Ávila

¿Entonces cambiaste?

Acabamos tan consumidos que nos tomamos un lapsus de tiempo. Nos fuimos a vivir a Nueva York unos meses. Abrimos los ojos y vimos que el mundo no es lo que estamos viendo en España. Cuando regresé pensé que tenía que hacer lo que siempre había querido, mis propias ideas, mis obras personales. Por eso, estoy volcado total y exclusivamente con mi arte desde 2015.

¿Cuáles son tus influencias?

He encontrado la inspiración en cosas muy banales. Siempre es interesante conocer las vidas de otros artistas aunque, donde realmente he encontrado una inspiración muy fuerte, ha sido viendo a gente que adora su trabajo y está activa, con energía.

¿Alguna persona en concreto?

Sobre todo el apoyo de mi mujer. Ha sido radical. Muchos amigos de profesión no han llegado a despegar porque su pareja es más realista, hay que llenar la nevera… En cambio, tener a tu lado una persona que te dice vuela…

¿Dónde ver tu obra?

En diferentes países, en Nueva York, México, Budapest, Wisbaden… Los muralistas estamos siempre viajando. También trabajo con galerías y ese trabajo se puede ver en una feria de arte contemporáneo en Milán, Londres, Tokio… Es otra forma más estar presente, más comercial, con el arte.

¿Cómo fue ese salto internacional?

Cuando tomé esa decisión de ahora voy a hacer mi arte, voy a pasar hambre, según hice el primer mural. Ni siquiera lo había terminado y me estaban invitando a participar en festivales de arte urbano de otras ciudades de España.

¿Sin padrinos!

Ahora hay plataformas que son como revistas digitales a las que siguen millones de personas por todo el mundo. Si ellas te hacen caso y publican lo que haces, de repente, de un día para otro, te encuentras en el panorama internacional.

Diseño CM Hortaleza 2 Diseño CM Hortaleza 1Bocetos para el mural de la calle Silvano de la iniciativa Compartiendo Muros

¿Qué significa el mural de Hortaleza?

Significa algo muy muy importante. Yo soy de aquí, soy del barrio. Ya he pintado en un montón de sitios de Europa, un montón de ciudades en España… Necesito algo en mi barrio. ¿Cómo es posible que donde he crecido, donde he tenido todas mis experiencias buenas y malas, ahí no esté mi arte? Así que todo este proyecto fue muy motivador y muy importante a nivel personal.

¿Necesitas ayuda para el mural?

Sí voy a necesitar ayuda. Es como un sueño. Voy a hacer lo que más me gusta, rodeado de mis vecinos, haciendo lo que más me gusta. Es un proyecto increíble. Hacerlo con los vecinos que aportaron desde el primer momento sus ideas y su visión del barrio, luego existe esa votación para ver qué diseño llevamos a cabo y luego ya la ejecución con ellos… ¡Es una pasada!

¿Algún consejo para jóvenes que empiezan?

Básicamente, es mucha constancia y pensar que, de verdad, siendo humilde y trabajando mucho y abriendo bien los ojos y los oídos se llega lejos.

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