Emilia Lozano no se considera una heroína, tan solo una vecina más que, paseando con su perra Luna por el parque Isabel Clara Eugenia veía la injusticia que se cometía con los chicos del centro de primera acogida. Sin embargo, los enérgicos aplausos acompañados de alguna que otra emotiva lágrima demuestran cierto reconocimiento a la labor que lleva a cabo. Alrededor de un centenar de personas, entre asistentes, voluntarios y chicos de la asociación, disfrutaron de la proyección de su documental, Emilia, que tuvo lugar el pasado 13 de septiembre en el Espacio Pegaso (Canillas).
A Emilia un día le dijeron que Mohamed se había ido a ver dónde podía dormir y, al enseñarle el lugar, se negó: “No, tú a mi casa”. Así fue como empezó hace cinco años Somos Acogida, una asociación que se encarga de acompañar, acoger y ayudar a los chicos migrantes que a los 18 años se quedan en la calle. “Son como cualquiera de nuestros niños. Hay que acercarnos a ellos, sonreírles”, expresaba emocionada ante el público.
“Vamos a hacer todo lo que podamos. No vais a dormir en la calle”, con estas palabras empieza el corto grabado entre Madrid y La Puebla de Almoradiel (Toledo), su pueblo natal. Allí creó La Casa de la Autonomía y la Solidaridad en la que conviven los jóvenes mientras estudian, esperan la tramitación de sus papeles y buscan trabajo. Un proyecto en el que los almoradienses se volcaron, ya que fue una pareja quien les cedió la casa.
‘EMILIA’, UN RELATO DE RESILIENCIA
Rafa Arroyo buscaba a una mujer manchega como protagonista para su próximo trabajo. Venía de hacer Trazos de alma (nominada en los premios Goya 2023), un corto tributo a su madre, también manchega. Por azares de la vida o el algoritmo de Google, dio con el nombre de Emilia Lozano y al conocerla “fue un match instantáneo”, entonces el documental no solo se centró en su historia, sino también en la de su familia de no lazos de sangre.
Abdoulaye es uno de los protagonistas. Una noche se encontró en Atocha sin saber qué hacer y fue cuando un amigo llamó a Emilia. Confiesa que ha sido la primera vez que lo grababan, algo desconocido para él, pero, cuando vio por primera vez el documental, sintió una emoción muy fuerte. “Con Emilia lo hemos aprendido todo. Nos da cariño y consejos. Es como una madre”, añade. Sheriff, procedente de Gambia, la define como “estar en la oscuridad y ver una luz”. Y Christy, una joven haitiana declara que “es lo más hermoso que me pasó desde que llegué a España”.
“Yo voy a estar luchando por ellos mientras mi cabeza funcione” Emilia Lozano
Emilia, a sus 72 años, tiene una gran familia por la que sigue teniendo muchas ganas de hacer cosas. “No se puede ser más feliz. Es lo más bonito que he hecho en mi vida”, admite. Esta mujer, ya conocida por su largo historial en defensa de los derechos humanos y el movimiento feminista (creó dos asociaciones para la mujer), reconoce haberse sentido incomprendida porque cuesta que la sociedad lo entienda. “Yo voy a estar luchando por ellos mientras mi cabeza funcione”. Además, recalca que su trabajo “no es hacer política, es estar con el que lo necesita”.
Entre los asistentes a la proyección se encontraban chicos como Touré, el primero que fue a la casa del pueblo, que dio gracias a los presentes por haber venido y sobre todo a su familia de la asociación, a la que considera una fortuna. Otro joven enfatizó en la importancia del apoyo moral que les brindan, por encima de la ayuda material. Álvaro, uno de los voluntarios, explica que crean un espacio seguro para que ellos se abran y “sientan que pueden hablar con alguien más”.
MIRADA SIN PREJUICIOS
El director Arroyo también se lleva a una familia de este trabajo con el que ha querido transmitir esta historia de resiliencia sin esa “mirada blanca europea” con la que “nos interesa más el sufrimiento que su cultura”. Él quería aportar las herramientas para que ellos contaran su historia. “El máximo legado que tiene el documental es de transformación, que la sociedad vea que el verdadero valor humano es la solidaridad. Tenemos que construir puentes, entender a las personas, acogerlas, cuidarlas, saber que detrás de una familia no solo hay lazos de sangre”.
El corto ya ha sido galardonado con dos premios en el festival Galacticat 2024 (a Mejor Cortometraje Documental y Mejor Documental Español) y cuenta con 15 nominaciones. Un proyecto que abre una pequeña ventana al espectador para conocer algunos de los relatos entre las miles de historias que hay. Ante los mensajes de odio y bulos que se difunden sobre estos jóvenes, Emilia pide que lo más importante es que los conozcan. Patricia, una joven voluntaria que empezó con tan solo 18 años, confiesa que al principio tuvo prejuicios, pero “en cuanto entras en contacto con la realidad, te das cuenta de que se van”. “El miedo se quita con conocimiento”, añade Álvaro.
“El máximo legado que tiene el documental es de transformación, que la sociedad vea que el verdadero valor humano es la solidaridad” Rafa Arroyo
Somos Acogida no solo es Emilia, sino un equipo formado por voluntarias, voluntarios y, sobre todo, por su inseparable compañero de vida, su marido Luis, el encargado de tramitar toda la burocracia y papeles de los chicos, a quien le agradece todo y sin quien nada de esto hubiera sido posible. El tándem perfecto al que una vez finalizado el corto, el público no paraba de saludarlos, agradecerles y mostrarles interés en colaborar.
Somos Acogida se encuentra en el Espacio Pegaso los lunes, martes y miércoles, donde dan clases de español, acompañamiento y diferentes talleres para la integración, autonomía e inserción. También se puede ayudar donando ropa y calzado, dispositivos tecnológicos o económicamente. Para contactar: somosacogida@gmail.com o el teléfono 677 786 245.