A finales de noviembre se celebró la tercera edición del Torneo por los Derechos de la Infancia, una nueva muestra del compromiso del club de rugby XV de Hortaleza por visibilizar los derechos de los niños. A diferencia de otros años, esta vez no participaron equipos invitados por la situación de pandemia, pero el coronavirus no impidió que los más pequeños del club disfrutasen de su día. Porque si ha habido un momento en que ha sido necesario subrayar que entre la salud, la educación y el deporte están entre los derechos de la infancia, ha sido 2020.
Esta temporada, como no podía ser de otra manera, está siendo difícil para el club de rugby del barrio, que atesora una de las mayores canteras de España con cientos de jugadores. No obstante, y a pesar de las dudas y temores a no poder ofrecer a los niños y niñas de jugar la oportunidad de jugar a su deporte favorito esta temporada, el empeño de la directiva, entrenadores y familias ha conseguido no solo que el curso haya arrancado, sino que incluso ya puedan jugar partidos.
“El principal reto era darle continuidad a un deporte como el rugby señalado por su exposición al contacto físico y prolongado. No podíamos permitirnos un paso atrás”, comenta Manuel Cabello, coordinador de comunicación del club. Para ello, el XV puso desde verano toda su maquinaria a funcionar, y un comité formado por miembros de la directiva, así como padres y madres expertos en distintos ámbitos, comenzó a elaborar los protocolos que permitieran el desarrollo de la actividad.
El principal desafío fue hacer frente a la indefinición, ya que las distintas instituciones y organismos dejaron marcados unos protocolos para el deporte de élite, pero no señalaron directrices claras para las escuelas, así que optaron por un criterio conservador adecuado a la situación más exigente. “Cada club ha adaptado esas directrices, pero por encima de todo estaba la salud sobre el ocio”, comenta Pedro Porras, encargado de protocolos del club.
Entre las medidas adoptadas, están las ya conocidas por todos, como el uso obligatorio de la mascarilla, incluso en menores de 6 años, mantener una zona aséptica donde solo niños y entrenadores pueden acceder, la toma de temperatura, material desinfectado y grupos burbuja. Además, se han aplicado otro conjunto de medidas específicas para la práctica de este deporte y que implican contacto físico, como la supresión de los placajes, los rucks, touches o melées. Todo ello se ha podido llevar a cabo gracias a la solidaridad e implicación de más de un centenar de personas, entre miembros del club y familias, que han permitido poner en marcha la actividad.
Sin embargo, uno de los grandes retos al que han tenido que enfrentarse es cómo mantener la motivación sin poder jugar de la manera habitual. “El rugby no es solo contacto y hacer ensayos, también hay que tener en cuenta otros problemas como la psicomotricidad o incluso los problemas afectivos. Hay mucho contenido, y el balón siempre ha estado permitido. El reto era mantener vivo el espíritu, mantener la actividad,, a pesar de las limitaciones”, explica Gabriel Martínez, Gabi, director técnico de escuela y academias. El número de fichas, aunque ha descendido entre un 10 y un 15% por el temor de algunas familias, no resulta especialmente significativo y se sitúa en la misma línea de otros clubes.
“El rugby no es solo contacto y hacer ensayos. Hay mucho contenido, y el balón siempre ha estado permitido”
La mejoría de los indicadores de la pandemia en Madrid durante las últimas semanas ha permitiendo que estas medidas se relajen, y siguiendo los criterios de prudencia y progresividad, ahora mismo se pueden hacer placajes por debajo de la cintura y otras acciones de contacto, aunque limitándolas a un corto período de tiempo. Según explica Elías Celso, presidente del club, médicos de la Federación Española de Rugby han valorado diversos estudios científicos realizados en Inglaterra para determinar que el riesgo de contagio en contactos de menos de cuatro segundos es extremadamente bajo.
La celebración del Torneo por los Derechos de la Infancia ha permitido a los niños jugar (con limitaciones) sus primeros partidos de rugby este año. Que mejor manera de recobrar cierta normalidad que con la conmemoración del Día Universal del Niño, que nos recuerda que la infancia tiene sus derechos y es obligación de los adultos velar por su cumplimiento. “Los niños nos piden normalización. La rueda tiene que mantenerse activa. La Covid-19 no nos para“, sentencia Sara Varela, responsable de la organización del torneo.