Clic-clac, clic-clac. Se caen y se levantan. Lo intentan, fallan y lo vuelven a intentar. ¿Qué hacen todos esos chicos en el parque Isabel Clara Eugenia patinando con sus monopatines? ¿De dónde vienen y por qué están aquí?

El Clara Eugenia, además de no tener mucho que envidiar a otros parques históricos de Madrid (excepto que lo conozcan como se merece), es “un santuario del skate”. Así lo define Rodrigo, un skater del barrio que trabaja en Sk8land, una tienda de material para skate que organiza cada año un campeonato en la Hortaleza skate plaza, como han bautizado el foro circular del parque al que se entra desde Mar Caspio.

No hay muchos lugares así en Madrid, así que aficionados de toda la ciudad y la periferia vienen aquí a practicar sus ollies (saltar con la tabla sin tocarla), a raspar y a darle al tail (la punta trasera de la tabla).

Visitantes foráneos

La fama de la plaza ha cruzado fronteras. Ed y sus amigos vienen de Derby, una ciudad en el centro de Inglaterra. Ed está pasando en Madrid unos días, y cuando lo vieron con su tabla le dijeron que viniera a Hortaleza.

Está un poco asustado, porque pensaba encontrarse a unos pocos skaters, pero hoy, el día siguiente al solsticio de verano, celebran el Día Internacional del Skate, y en el parque hay un campeonato con centenares de aficionados en el que no esperaba encontrar a verdaderos profesionales.

¿Cómo se llevan los skaters con los vecinos? Rodrigo nos dice que aunque al principio los miraban con extrañeza (clic-clac, intentar y fallar y volver a intentar), ahora aprecian lo que hacen. La Hortaleza skate plaza está lejos de viviendas, así que no molestan mucho con sus patines.

Skaters 2Foto Photoleza

Rodrigo también asegura que los vecinos de la zona prefieren que estén ellos con sus tablas en lugar de ocupantes “más peligrosos”. El parque está muy abandonado, el Ayuntamiento lo reformó en 2007, pero no gasta mucho en mantenimiento, y todo lo que piden los skaters es que limpien un poco mejor la zona, porque los cristales de las litronas hacen estragos en los patinadores que caen a la pista.

Aunque el skate empezó con un tono underground ahora son las marcas las que patrocinan torneos y patinadores. Se acabó su asociación con grafiteros y otros colectivos de cultura urbana. Una tabla media cuesta desde 130 euros, más el calzado deportivo adecuado. No hay muchas economías underground que puedan soportar el gasto, así que a muchos de los chavales que vemos en la plaza los han traído en todoterrenos de alta gama.

Además, junto a los adolescentes que uno espera encontrar en el parque no faltan las canas de treintañeros empeñados (clic-clac, clic-clac) en aprender los trucos del grind. En Hortaleza.

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