Conoces a Daniel Díaz porque estaba aquí desde el primer brote de Hortaleza Periódico Vecinal. Entonces solo tenía 31 años y ya sujetaba con destreza el círculo de la letra y el círculo de la máquina, el taxi. Su columna “Hortaleza en Taxi” era un chute de barrionalismo. Como en la Canción del pirata, Dani escribía en 2009 “mi patria es mi gente, los amigos de la infancia o el parque donde lancé al aire mi primer beso”.
Ese Dani, que se preparaba a bocajarro para la madurez, cumplía con rigor profesional en entregas y expectativas. Entre tanto, nos contagiaba de ese sentimiento suyo por lo próximo y por la gente. Su radiografía del asfalto humanizaba las calles y nos enseñaba a mirar.
Se ha ido a Valencia. ¿Le llama la literatura o le despide la sinrazón se llame Úber, ceguera o epicentrismo? No podíamos dejar que marchara sin más y lo hemos encerrado de nuevo en estas páginas. Él seguirá siendo Hortaleza.
PREGUNTA: ¿De Hortaleza?
RESPUESTA: De toda la vida. Del Parque de Santa María. Creo que fui ahí a vivir con tres o cuatro años y…, prácticamente, toda la vida.
¿De qué barrio venían tus padres?
De Aluche. Creo que se trasladaron por cercanía del trabajo. Era una zona relativamente nueva, muy tranquila… Cuarenta años fácil viviendo en Hortaleza. Les ha dado la locura y se han ido a vivir al centro de Madrid.
¿Tu segundo nombre?
Menéndez, pero no suelo ponerlo. En todas partes aparezco como Daniel Díaz. Si quieres ponerlo, siéntente libre, pero no es necesario.
¿Más hermanos?
Una hermana en La Paz y de tema covid, con lo que lo he vivido de una manera especial. Es un orgullo para mí como hermano el tener una hermana en primera línea.
"Mi universo era el Parque de Santa María. Mi infancia la pasé ahí, mi primera caída de bicicleta…, mi primer beso"
¿Cómo fue tu etapa de cole?
Fui mal estudiante. No fui a un colegio de Hortaleza y después en la Inmaculada hice COU. Estuve con los corazonistas un montón de años ahí con los curillas.
¿Fuera de Hortaleza?
Todo lo demás lo hacía en Hortaleza. Mi universo era el Parque de Santa María. Mi infancia la pasé ahí, mi primera caída de bicicleta…, incluso mi primer beso. El epicentro de mi mundo era ese.
¿Eres licenciado Espejología?
Sí, en Espejología del Profundismo por la Universidad Asfáltica de Madrid. He estudiado poco y nada. Empecé delineación y un grado de sonido porque estuve unos cuantos años trabajando en radio.
Radio Enlace fue el gusanillo que me picó. Hice el cursillo que hace Radio Enlace y eso me llevó a ampliar un poco mis conocimientos. Después hubo un módulo de sonido y estuve de hecho trabajando dos años en Radio Libertad, la emisora de la familia de Ruiz Mateos. Hacía partidos de fútbol, pitonisas y gente muy extraña. Futurólogos, lectores de cartas… Creo que ha sido la etapa más friqui de toda mi vida.
¿De alguna asociación del barrio?
Yo he sido un niño muy solitario. Era más de salir solo o con gente muy contada. No he sido muy sociable. La sociabilidad me ha venido a la fuerza, incluso con el taxi. El taxista está casi obligado.
¿La observación del escritor?
He sido de fijarme en las virtudes del otro para aplicármelas a mí, o sea, soy de tendencia optimista en el sentido de intentar el crecimiento personal a través de los demás. En mi taxi se han montado miles de personas y en cada una de ellas siempre he encontrado algo que me ha gustado. En muy pocas ocasiones me ha parecido una persona despreciable. Cuando tratas de forma individual a las personas, son mucho mejores que en grupo. Individualmente suelen ser más humanas y más interesantes.
"En mi taxi se han montado miles de personas y en cada una de ellas siempre he encontrado algo que me ha gustado"
¿Toda persona tiene una narración?
Yo empatizo demasiado, incluso con quien te hace algún tipo de mal. Si alguien me atraca, me pongo en la piel del atracador también. No es una postura muy cómoda porque tu cabeza trabaja a una velocidad mucho mayor de lo habitual.
¿Tiene relación tu familia con el taxi?
No, vino de una novia que tuve hace muchos años. Su padre se compró una licencia de taxi y me propuso trabajarla, más por separarme de ella. Trabajábamos ella y yo juntos en una librería que habíamos montado y estábamos todo el día juntos. A ese señor no le gustaba yo mucho para su hija.
¿Y seguiste?
A los días me fui dando cuenta del potencial literario que tenía. Al mes empecé a escribir un blog de anécdotas del taxi. Se llamaba Ni libre ni ocupado.es. Eso fue el inicio de todo.
¿Dominabas la informática?
Fue un diseño de Fernando García de Radio Enlace. Me ha acompañado durante todos estos años. De forma inexplicable, el blog empezó a tener un éxito espectacular, incluso más allá de España.
¿Cómo fue?
No lo sé. El boca a boca, que aparecía en foros… Además, no tuvo éxito entre taxistas.
Quizá por el simple hecho de que contaba anécdotas y eso despertaba la curiosidad del lector. En cierto modo, enganchaba. Fuera de las anécdotas, hay una infrahistoria de mi vida.
¿Y el siguiente paso?
Después una tía mía me dijo que había un concurso de blogs, 20Blogs. Era fácil apuntarse. Creo que eran siete mil u ocho mil inscritos en lengua castellana (España y Latinoamérica) y, curiosamente, gané el premio gordo. Fue una sorpresa tremenda. Eso que hacía lo hacía por puro divertimento.
¿Era del 20 Minutos?
Sí, a partir de ahí me ofrecieron la oportunidad de ser durante un año columnista y bloguero, bueno, en el ecosistema bloguero de 20 Minutos que tiene una proyección muchísimo mayor que tu propio blog personal.
¿Duró mucho?
Debió de tener éxito porque ese año se convirtió en diez. Era una anécdota diaria. Uno de esos días se imprimía en papel. Era un momento en el que se imprimía muchísimo con tiradas de un millón de ejemplares diarios.
¡Menuda presión!
Esa presión, en lugar de arrinconarme, me sentó muy bien en el sentido de que me iban creciendo las ganas de escribir, de buscar cada vez anécdotas más rocambolescas y de observar cada vez más y mejor.
¿Es difícil trabajar y escribir?
Fue una etapa muy intensa. Salía todas las mañanas con el taxi con el único objetivo de encontrar una historia. No quería encontrar clientes, quería encontrar la historia del día. Eso hace que un trabajo que puede ser para ciertas personas tedioso, cansado… se convierta en algo fascinante. Salir a la caza de la historia en una ciudad tan impresionante como Madrid es un reto diario que te mantiene en alerta. Más que mirar con los ojos, miras con visión de pluma, con visión literaria.
"Salir a la caza de la historia en una ciudad tan impresionante como Madrid es un reto diario que te mantiene en alerta"
¿Y leer?
De siempre, de toda la vida, he leído mucho. He devorado bibliotecas. Desde la adolescencia, es una pasión que he tenido. Para mí estudiar era una especie de pérdida de tiempo, sin que se me malinterprete. Yo prefería leer libros de lo que me gustaba y empaparme de algo que me gustaba mucho.
He sido una persona con muchas inquietudes, pero las mías; poco outsider, de espíritu libre… El taxi es un poco consecuencia de eso porque en el taxi no tienes jefes, no tienes horarios… Yo no me he puesto un despertador en la vida jamás. Te acostumbras a ser autónomo en el amplio sentido de la palabra.
¿Y pesetero?
Me escapo del prototipo que se tiene de él. He conocido taxistas muy interesantes y he conocido auténticos peseteros. Hay de todo. Digo que soy atípico porque nunca he echado una barbaridad de horas ni eso de trabajar de sol a sol porque enseguida empecé a alternar mi trabajo en el taxi con el del periódico, que era un complemento al sueldo bastante interesante y eso me permitía no tener que depender tanto de echar horas en el taxi.
¿Quién te enganchó a este periódico?
Supongo que Ray Sánchez. Lo conocía desde Radio Enlace. Yo me enteré ayer que llevaba doce años. Sobrevivir doce años me parece un milagro.
¿Qué libros tienes?
Tengo dos libros en editoriales. Uno se llama Ni libre ni ocupado, una especie de recopilatorio mejorado de mi primera etapa en 20 Minutos. El segundo se llama Lo que sé de la lluvia (crónicas de un taxista desorientado), también una recopilación de relatos cortos.
¿Has dejado el taxi para escribir?
Llevo muchos años con varias novelas en el cajón. Mi idea es sacarlas. No sé si me va a ir bien o me va a ir mal, pero el simple hecho de sacarlas, acabarlas y publicarlas, con independencia de los resultados, ya para mí va a ser todo un éxito. Tengo esa espinita clavada de varias novelas que tengo a medio acabar y quiero ir sacando una detrás de la otra.
"Tengo esa espinita clavada de varias novelas que tengo a medio acabar y quiero ir sacando una detrás de la otra"
¿Son los tuits una ventana indiscreta de vida de uno?
Es una especie de producción literaria. A Miriam, mi mujer, la conocí porque era lectora mía. En su día era fan de mis escritos. No le he preguntado si sigue siéndolo. La conocí en uno de tantos encuentros que he tenido con lectores.
Ha sido y será mi mayor éxito literario en todos los aspectos. Estoy convencido que no la habría conocido si no hubiera sido por mis escritos.
Te implicaste en una denuncia al cole de tu hija
Lo que buscaba era que no solo mi hija, sino también los demás niños, estuvieran atendidos. Es una de las cosas que no me gustaría hacer, pero cuando tienes cierta presencia en redes y son causas justas, te aprovechas un poco para hacer una presión adicional, que suele funcionar bastante. Me parece triste que no haya otra forma de conseguir las cosas que la vía de lo mediático. Este problema en concreto se solucionó gracias a haber hecho viral la noticia. Te preguntas si lo que les interesa en este caso es solucionar el problema de los niños o lo que les interesa es la opinión pública y revertir esa viralidad.
¿Te has sentido mediático?
Sí, empecé a salir en muchos medios. Tuve varias secciones en programas de la Cadena Ser, que aparte siempre me ha gustado. Luego empecé a hacer muchas entrevistas en televisión. Hice, de hecho, una cámara oculta en La Sexta para el programa de Wyoming. Mi primer libro lo presentó Buenafuente en su programa. Yo, muy agradecido porque es una forma de conocer… Eso generó algo que no me gustaba nada, el que la gente te conociera por la calle. Lo intenté revertir y, a partir de cierta fecha, tomé la determinación de no aceptar ningún tipo de invitación de este tipo.
¿Por qué?
Se estaba desvirtuando el foco. A mí lo que me gusta es escribir, no que se vea mi cara en todas partes. El verte la cara ya condiciona. Si se tiene que salir, no voy a evitarlo, pero un escritor lo que tiene que hacer es escribir, no exhibirse.
Es una de las grandes peleas que tengo con las grandes editoriales en las promociones de los libros. En cierto modo, te obligan a tener una cuenta de Instagram, una de Twitter, un canal de Youtube, tener una exposición más allá de lo literario… No me gusta.
¿Tiene influencia el escritor?
No te das cuenta del arma tan poderosa que manejas hasta que no ves el caso que te hace gente que no te conoce de nada. Eso a mí me parece impresionante y, a su vez, peligroso. Puede ser para bien o para mal. Cuando tienes un público más o menos más amplio, tienes que pensarte dos veces lo que dices y, por otra parte, ahí se abre un tema muy importante, el de la autocensura. Al final te marcas unos límites porque sabes para quién estás escribiendo y eso lo ves en perspectiva y es triste. No sabes hasta dónde llegarías si nadie te pusiera límites. Hay que acotar en cierto modo tus pensamientos.
¿Para quién es una pérdida que te vayas a Valencia?
Principalmente para el gremio del taxi de Madrid porque me tenían como una especie de referente y daba una especie de imagen al gremio que en muchos momentos necesitaba. No me he sentido nunca representante de nadie. Indirectamente, sin querer, hay gente a la que le gusta más esta imagen que la imagen de pesetero. Por otra parte, mi familia que está en Madrid.
¿Qué tal estás en Valencia?
En Valencia estoy encantado. La gente es maravillosa. Estoy viendo grandes diferencias y diferencias muy a favor de Valencia respecto a Madrid. Te ayuda a tener perspectiva comparativa. El madrileño se piensa que no hay más mundo que ser epicentro de España.
Puedo estar dando vueltas y vueltas con el coche por Valencia y no escucho ningún claxon. En Madrid es constante. De hecho, el primer claxon que escuché en Valencia fue el mío.
¿Eras barrionalista hortalino?
¡Ha cambiado Hortaleza tanto! ¡Ha cambiado el mundo tanto! He escrito varias columnas de “Hortaleza en Taxi” sobre la transformación de ese mercado de toda la vida donde estaba el pescadero a la gran superficie comercial. Esto a todos los niveles. Los hábitos de consumo han cambiado el modus viviendi del ciudadano medio. No puedo evitar sentir nostalgia de mis tiempos. Me da mucha pena hacia dónde está evolucionando Hortaleza en particular y la sociedad en general.
¿Denuncia a Úber?
Vivimos en un estado de confusión y de ruido tan grandes que no podemos permitirnos parar a pensar dos veces una cosa. Somos víctimas de las luces de neón. Tiene que ver con la forma en que están educándose las nuevas generaciones. No se educan en ser responsables de los propios actos, sino que todos tendemos a dejarnos llevar por inercia. El problema de Úber va mucho más allá.
Cuando la gente se dé cuenta de la parte negativa que llevan implícitas estas empresas, ya va a ser demasiado tarde porque van a tener monopolios muy difíciles de revertir. Ahora el ciudadano en Estados Unidos echa de menos el taxi después de haber abandonado el taxi en favor de empresas que le ofrecían más barato un servicio. Ahora no es mucho más barato, el servicio ha empeorado mucho y es lo que se veía venir.
No pensamos en colectivo. Si pensáramos en nosotros mismos, pero a futuro, por lo menos habría cierta esperanza, pero pensamos en lo inmediato.
"Cuando la gente se dé cuenta de la parte negativa que llevan implícitas estas empresas (Úber), ya va a ser demasiado tarde porque van a tener monopolios muy difíciles de revertir"
¿Vértigo por la salida?
El vértigo es bueno. Estar sentado sin hacer nada viendo cómo pasa el tren…, eso no es vida. La vida es meter el pie en un agujero viendo hasta dónde llega el agujero. La tensión es buena de cara a querer a escribir. ¿Cómo vas a enganchar si vives cómodamente? Hay que llevar una vida incómoda para que tus escritos sean incómodos.
¿Te vas a presentar al concurso literario de Hortaleza?
No tengo intención de presentarme a ningún lado. Me gustan los concursos literarios, me gusta la mala literatura como gancho para nuevos lectores. Estoy a favor de las novelas malísimas que hacen que chavales que no han leído en su vida cojan un libro por primera vez. Todo lo que sea fomentar la lectura y la escritura me parece fantástico. Escribir te hace estar en contacto contigo mismo. Eso salvaría a mucha gente del tedio. Creo que el mayor problema de esta sociedad es que la gente no se conoce y no quiere conocerse, le da miedo. Busca mil millones de excusas para estar permanentemente ocupado, para no tener un segundo preciso para pensar en sus cosas y en sí mismo.
¡Muchas gracias por estos años!
A vosotros por acogerme.