Pues bien, lo he dejado todo. En un arranque de furia dejé mi taxi y abandoné Madrid. Ahora vivo en Valencia, a dos pasos del mar, con mi mujer y mi hija de seis años. Vine a cumplir el sueño que llevo deseando media vida: volcarme por completo en la escritura.  Tras más de doce años al volante de un taxi ya estoy en condiciones de decir que cerré esta etapa, no tanto por decisión propia como por culpa de la deriva neoliberal de la Comunidad de Madrid, que es y ha sido la única región que ha dado vía libre a plataformas disruptivas como Uber o Cabify.

Pueden hacer lo que quieran, incluido usurpar el terreno que, por derecho, le corresponde al taxi. No tienen normas, ni ordenanza municipal, ni reglamento autonómico (el taxi, sí). Mientras que en el resto de España las competencias de las VTC están bien definidas, en Madrid prima la libertad. Libertad, se entiende, para que las grandes multinacionales hagan y deshagan a su antojo, arrasando con todo. Y del mismo modo que ya está sucediendo en Estados Unidos, Uber copará el mercado del transporte urbano, hundirá al taxi hasta desaparecer y solo entonces dispararán sus precios al triple o al cuádruple de lo que costaba un taxi. Y será entonces cuando el madrileño echará de menos el servicio regulado del taxi, pero ya será tarde. Y yo no estaré ahí.

Dejaré de ser el columnista más longevo de este periódico para dar paso a nuevos talentos que, sin duda, lo harán mejor que yo. Os deseo mucha suerte y, por favor, resistid

Me voy, como digo, a Valencia, a zambullirme en el mar de la literatura. Tengo muchos proyectos literarios en el cajón, y creo que llegó el momento de materializarlos. El cambio me ilusiona muchísimo, pero no puedo evitar sentir mucha pena por todo lo que está sucediendo en la comunidad que me vio nacer y que, a la postre, fue mi casa durante más de cuarenta y tres años. Me voy, seguramente, para no volver. Madrid ya no está hecha para mí. Creo sinceramente que el neoliberalismo es una bicha sumamente peligrosa que hará que aumente la desigualdad, precarizando aún más al de abajo.

La presente, por tanto, será mi última columna en Hortaleza Periódico Vecinal. Ya no habrá usuarios que llevarme al espejo, ni anécdotas por las calles del barrio. Dejaré de ser el columnista más longevo de este periódico para dar paso a nuevos talentos que, sin duda, lo harán mejor que yo. Os deseo mucha suerte y, por favor, resistid. Yo no pude.

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