Lo malo del cambio climático es que ya no se pueden lucir las pieles como antes. Vas a un mitin de Vox ¡a 6 de diciembre! y son minoría las estolas, los pellejos de zorro o los visones. No como antes, cuando hacía un frío verdaderamente español.

Si en vez de escuchar a su primo Rajoy se hubiera sentado con Santiago Abascal y su tropa de Vox seguro que habría descubierto que había calentamiento global, pero que la culpa es de los separatistas, y quizás también de los yihadistas y su civilización islámica, que tiene una cosmovisión muy poco española, para qué vamos a negarlo.

En los mítines de Vox no faltan muchos cocodrilos mordisqueando los pectorales, mucha mecha rubia, muchos señores mayores y, sobre todo, mucha España. Una bandera nacional escolta el atril, a los oradores no se les cae España de la boca, la recorren con unción, casi lamiéndola, de Covadonga a Gibraltar (español), y mientras tanto al público lo apelan al grito de “¡compatriotas!” con una naturalidad que sería la envidia de Artur Mas.

Otra cosa que son los de Vox es antisistema, siempre dentro de un orden, por supuesto, porque son gente seria. Será por eso que el que quieren que sea su diputado, Santiago Abascal, dice que en los carteles electorales está muy serio porque no está la cosa para sonrisas, con España deshaciéndose y los yihadistas a punto de colocar una media luna encima de la basílica del Pilar o algo aún peor, si es que puede imaginarse algo más vil.

"Una bandera nacional escolta el atril, a los oradores no se les cae España de la boca, la recorren con unción, casi lamiéndola, de Covadonga a Gibraltar (español)"

Su candidato al Senado (siempre por Madrid: nos tienen entre ceja y ceja) hizo una revisión de la Constitución casi artículo por artículo, levemente cansina, y su conclusión, que íbamos intuyendo porque la gritó antes de empezar, fue que se trató de una estafa, una gran mentira, que llevamos 37 años engañados, coño. Los de Podemos a su lado parecen de FAES.

El público le jaleaba cada vez que preguntaba “¿dónde queda…?” para enumerar los incumplimientos de la Constitución con tanta intensidad como sólo se recuerda haciéndolo a Julio Anguita. Aquí, en cambio, los mayores aplausos se los llevaron los 100.000 niños muertos cada año por el aborticidio a los que no defiende la mierda esa de constitución que tenemos, y la rapiña de los sindicatos y los partidos (preferentemente de izquierdas), que esquilma a los pobres españoles trabajadores y mina el sagrado derecho a la herencia. Ahí queda eso.

El espíritu de Vox es Ortega Lara. Exmilitante del PP, como Abascal, se manifiesta al principio del mitin como una presencia a la que se escucha con devoción. Así lo dijeron. Hablar de Ortega Lara no es fácil, ya lo decía el Tractatus Logico-philosophicus de Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”, y nadie sabe qué puede pasar por la cabeza de un hombre encerrado durante 532 días y noches, durmiendo y comiendo y hasta haciendo sus necesidades en un agujero.

Lo cual no obsta para que diga las mismas cosas extrañas y peligrosas que sus compañeros de partido, como el susodicho Abascal, que exige aclarar lo que pasó en Madrid el 11-M, ya se sabe, los desiertos remotos y las montañas lejanas en las que no estarían los autores intelectuales del atentado, pero sí lo que quede del cerebro de los ideólogos de VOX, según lo que se les escucha.

Cuando terminó su alocución, Abascal, “vasco y por eso doblemente español” (y mira que es difícil ser más español, allí no cabía ni un gramo más de españolía, salía España por las ventanas), lanzó un ¡Vivaspaña! que contestaron los aproximadamente 150 compatriotas presentes en el Centro Cultural de Sanchinarro. Tras escuchar el himno nacional por megafonía se fueron todos reconfortados: con Abascal y sus muchachos España estaba un poco menos cerca del apocalipsis separatista-yihadista.

Mítin Vox 2

Asistentes al acto de VOX en Sanchinarro. SANDRA BLANCO

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