El descampado es un paisaje urbano en vías de extinción. El imparable desarrollo de la ciudad y la insaciable voracidad inmobiliaria han acabado con la mayoría de estos parajes del antiguo extrarradio madrileño.
En el barrio de Canillas todavía resisten algunos descampados, como el que se extiende por los alrededores de la calle Josefa Herradón, que tiene el dudoso honor de ser la última calle por asfaltar de todo el distrito, una anomalía en este siglo.
En el cruce con esta agreste vía que se embarra cuando llueve nace la calle Agustín Calvo, que en sus primeros metros esconde un recurso público poco conocido entre el vecindario: el centro base número cinco de atención a personas con discapacidad de la Comunidad de Madrid.
SIN ACCESOS NI TRANSPORTES
El centro no podía tener peor ubicación. Situada a casi un kilómetro de la estación de metro más cercana, la línea 73 de autobús es la única opción de transporte público para sus usuarios.
Desde la parada más próxima en la Carretera de Canillas, sin embargo, el centenar de metros que la separan de la puerta del centro pueden ser un suplicio para una persona en silla de ruedas o con movilidad reducida. Existen tres opciones de acceso: dos escaleras sin rampas o un rodeo por la calle Benita de Ávila hasta Agustín Calvo, donde las aceras, como en casi todas las calles de este barrio, son mínimas y están salpicadas de farolas y otros insalvables obstáculos. Al final, la única opción para llegar al centro es por medio de la calle.
“Es que no se puede de otra manera, nosotros lo tuvimos que hacer parando el tráfico”, explica el periodista Álvaro Medina. El pasado mes de junio acompañó a su padre, al que han diagnosticado Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que no tiene cura ni tratamiento, al centro de la calle Agustín Calvo para obtener el certificado de discapacidad. Medina, que no conocía el barrio, se quedó perplejo al descubrir los accesos a este recurso al que tienen que acudir personas con todo tipo de problemas de movilidad.
DENUNCIA MEDIÁTICA
“Dábamos por hecho que íbamos a ir a un sitio perfectamente adaptado, pero es un centro supuestamente accesible totalmente inaccesible. Imagínate cómo llegará una persona ciega, porque además está mal indicado”, añade este joven periodista que relató en primera persona su experiencia en eldiario.es para denunciar la pésima ubicación del centro. Una queja compartida por sus trabajadores, como trasladó Medina en el texto.
La Comunidad de Madrid, responsable de la ubicación del centro, echa balones fuera y culpa al Ayuntamiento por el estado de las aceras
“Llevamos denunciándolo años, pero nadie nos hace caso. Aquí vienen personas con discapacidades muy distintas y las barreras son infinitas. Hay un solo autobús, la parada de metro está a casi un kilómetro, hay escaleras sin barandilla, farolas en medio de aceras estrechísimas, las calles están en unas condiciones terribles… No nos cansamos de decirlo, pero es inútil”, se quejó la doctora que atendió al padre del periodista, tal y como transcribió en el artículo.
LA COMUNIDAD SEÑALA AL AYUNTAMIENTO
En la Comunidad de Madrid hay nueve centros base con servicios especializados de atención básica a personas con discapacidad, y dependen del Gobierno regional, que asumió esta competencia en los años noventa, década en la que abrió sus puertas el centro de la calle Agustín Calvo.
Allí se realiza la valoración de la condición de discapacidad, se ofrece orientación y algunos tipos de tratamiento. Es, por lo tanto, un recurso por donde tienen que pasar todas aquellas personas a las que una enfermedad o accidente postra a una silla de ruedas.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid echa balones fuera y, lejos de cuestionar la ubicación del centro, culpa al Ayuntamiento por el estado de las aceras y el viario que rodea el centro.
“No obstante, se va a remitir una carta desde la dirección del centro para solicitar al Ayuntamiento que acometa las correspondientes obras de mejora”, explican a este periódico desde la Consejería de Políticas Sociales y Familia, donde defienden que el interior del centro, tras ser reformado el año pasado, está adaptado y es accesible a personas con movilidad reducida.
La verdad es que parece que han elegido este lugar para el centro base 5 de Madrid, con la condición de que no se vaya a valorar a los ciudadanos que nos corresponde este centro de Hortaleza, ya que te puedes llevar otra discapacidad por el estado de la zona, poco luminosa, sin asfaltar, con un vecindario de okupas. Parece sacada la zona de los suburbios del siglo pasado de Madrid.
Es un despropósito tener que acudir a este centro y salir ileso.
Suerte, y que no dejes los sesos de un golpe, o te tengan que atender por algún miembro roto, al acudir a este centro de la calle Rafael Calvo, y no se puede elegir otro centro para hacer la valoración
Vergüenza da visitar esa zona de despoblados.