“Ese día el fusil era una rosa”, cantaba Chabuca Granda. Como una profecía, en la noche del jueves 24 de octubre, en la pequeña plaza que lleva su nombre, junto al monumento que desde febrero de 2017 recuerda allí a las 16 víctimas hortalinas de la dictadura, había ramos de rosas.

También había velas, varias banderas republicanas y un centenar de personas de todas las edades que sonreían, brindaban con champán y posaban para una foto en un día histórico. Francisco Franco ya está fuera de su mausoleo y, a pesar de todo y por todo, había que celebrarlo.

David, catalán y afincado en Hortaleza desde hace un par de años, parecía contento: “A mí todo lo que sea honrar a estas víctimas, me parece bien”. A la pregunta de qué hacer ahora con el Valle de los Caídos, parece tenerlo claro: “La verdad, dejarlo como está”. Ángeles, hortalina de toda la vida, contaba que “es muy emotivo compartir con los vecinos del barrio la gran alegría por la exhumación de Franco».

El monumento de Hortaleza a las víctimas de la dictadura franquista ha sufrido varios ataques, el más reciente hace apenas unos días

Para ella «el lugar elegido no podía ser más adecuado: junto al monumento en recuerdo a los represaliados por el franquismo». «Todos ellos están más presentes que nunca en nuestros corazones. Yo, con el Valle de los Caídos, haría un monumento antifascista”, explicaba.

Jana y Muriel, de 10 y 4 años respectivamente, no entendían mucho de lo que estaba sucediendo allí, pero se unían al ambiente festivo. Viéndolas correr despreocupadas entre la gente, parecía como si aquellos tiempos oscuros a los que pertenecen los 16 nombres grabados en el monumento quedaran muy atrás. Y, sin embargo, como recordaba el cartel que presidía el acto, aún hay más de 114.000 personas enterradas en cunetas y fosas comunes.

Desde que se erigió, el monumento de Hortaleza a las víctimas de la dictadura franquista ha sufrido varios ataques, el más reciente hace apenas unos días, cuando volvió a aparecer manchado con pintura de spray. Pero, a la luz de las velas que anoche alumbraban la memoria de los asesinados, no quedaba sobre él ni el más leve rastro de las últimas pintadas. Algunos de los asistentes se habían afanado en dejarlo impoluto para la celebración.

 

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