La alarmante situación de Esther Gabarre, una mujer viuda con cuatro hijas que en cuatro días había de ingresar en prisión, fue publicada por primera vez en la web de Hortaleza Periódico Vecinal. Su caso inmediatamente trascendió y todos los grandes medios se hicieron eco de la noticia. El delito era un intento de hurto en un comercio de Getafe; la condena, dado que había algún antecedente, fue de cuatro meses de cárcel.
Los hechos ocurrieron el 5 de enero y dos días más tarde el juzgado número 7 de Getafe la condenaba siguiendo el procedimiento. Sin embargo, Daniel Amelang, el abogado que sustituyó al de oficio, entendió que se trataba de un caso de pobreza y que la condena supondría gran daño para cinco personas, Esther y sus cuatro hijas, pero que el único modo de evitar la cárcel era llevando al Consejo de Ministros la solicitud de indulto.
Apoyo multitudinario
Era preciso recabar en cuatro días el mayor número de apoyos posible. De viernes a lunes se logró la firma de numerosas asociaciones, vecinos y personas que simpatizaron con la causa, además de personalidades y diputados de la Asamblea de Madrid o concejales del Ayuntamiento de la capital. La mayor sorpresa fue el apoyo de las redes sociales y la repercusión de su caso en todos los grandes medios de comunicación. En Change.org se consiguieron en menos de una semana más de 150.000 firmas.
Pero la vía del indulto no era la única opción. De modo paralelo se gestionó el tercer grado en el Centro Penitenciario Victoria Kent, una opción que permitía a Esther cumplir la condena y mantener la búsqueda de trabajo y los ingresos con los que sustentar a su familia.
Esta posibilidad se truncó cuando Esther fue recibida por el funcionario de Instituciones Penitenciarias que le negó la posibilidad de explicarse y de que se revisara la documentación con la que comparecía. Según declaraciones de Esther, ya que a esta entrevista no permitía que fuera acompañada, de los tres funcionarios que había, uno tomó la iniciativa y determinó que no iban a mirar la nueva documentación porque su caso ya lo habían visto anteriormente.
Hurtos para sobrevivir
Esther tiene demasiados condicionantes en su contra: es mujer, pobre y se ha integrado en el entorno de su barrio enfrentándose, en cierta medida, a dificultades que ya no lo son para la mayoría de las mujeres pero sí en su caso. Sus ingresos mensuales no alcanzan los 500 euros y tiene la responsabilidad de cuatro hijas, las dos menores en Primaria y Secundaria y las mayores de 18 y 20 años sin trabajo.
Esta es la causa de los intentos de hurto para poder revender mercancía con la que alimentar y dar a sus hijas los recursos mínimos. Pero la falta de experiencia de Esther en estas lides, enviudó en 2013, explican que esos hurtos realmente solo hayan sido intentos.
La cárcel puede dinamitar la valentía de quien ha asumido sus responsabilidades sin medios y ha creído que es una ciudadana más. El proceso de indulto es lento por lo que en el entorno de la Oficina de Apoyo Mutuo y la Asociación Vecinal de Manoteras se espera el aplazamiento y se sigue apostando por la integración. Entre tanto, Esther se mantiene preparando el currículum y con la esperanza de encontrar un trabajo.