Hace diez años, en el barrio hubo mucho ruido, porque el vecindario se echó a la calle para hacerse oír ante gobernantes que no querían escuchar. Como el 5 de enero de 2008, cuando unas 2.000 personas se manifestaron contra la privatización de la Cabalgata de Hortaleza, la de toda la vida. En aquella marcha, movida por la indignación que provocó con su polémica decisión la concejala del Partido Popular Elena Sánchez Gallar, al final se acabó bailando a ritmo de samba, que desde entonces no ha dejado de sonar en Hortaleza.
Al barrio le habían robado la Cabalgata, pero ese día Hortaleza ganó muchas otras cosas. Entre ellas, una cohesión vecinal que alumbró todo tipo de proyectos. A la marcha del 5 de enero de 2008 acudieron un par de grupos de percusión invitados por Germán Peña, de la asociación Amejhor. “Tras la manifestación, en un bar, alguien dijo que molaría hacer un bloco en el barrio, y nos pusimos a ello”, explica uno de los veteranos de Sambaleza, la batucada de Hortaleza, una formación musical que emergió de los colectivos del barrio al servicio (y disfrute) del movimiento vecinal, y que este sábado 6 de octubre celebra su décimo aniversario con una fiesta para no parar de bailar.
ENSAYOS CON CAZUELAS
Desde el conjuro del 5 de enero tuvieron que pasar varios meses hasta el primer ensayo, que fue “un desastre”, como recuerda riendo Germán. Ocurrió el 4 de octubre de 2008, y los aprendices de percusionista reunidos en el local de la asociación vecinal La Unión de Hortaleza bajaron de casa con sartenes y cazuelas ante la carencia de instrumentos. La convocatoria la movieron diferentes colectivos, como Danos Tiempo, donde participaba Jorge Díaz, que entonces recibía clases de percusión en el centro de Madrid y se trajo hasta Hortaleza a su profesor, Iván Canteli, que llegó al barrio tras dormir apenas dos horas y puso a los principiantes a dar palmas. “Recuerdo que se reunieron como 40 personas, y la clase quedó muy redondita”, asegura este músico que sigue acudiendo todos los sábados a Hortaleza para dirigir los ensayos de Sambaleza.
Sambaleza, durante la celebración del carnaval de Hortaleza en 2015 / Foto Sandra Blanco
En ese primer encuentro estuvo el inolvidable Borja Valcárcel, otro de los promotores de la batucada, y Pilar Aroca, que junto a Germán es la única que permanece en Sambaleza desde el primer día. “En este tiempo hemos tenido a chavales tan jóvenes que venían a ensayar con sus padres, y gente con discapacidad, de todo tipo. Es que cuando tocas los tambores te olvidas de todo, incluso cuando no estás bien”, asegura tras haber visto pasar a un centenar de personas por esta escuela de percusión, entre ellos al actor y cómico Agustín Jiménez, que propuso bautizar al grupo ‘Barra libre de cerveza’ para que “así se apuntara más gente”, hace saber Germán.
La alegría de la samba hortalina no tardó en contagiarse por el barrio. Ataviados con sus características camisetas azules, los miembros de Sambaleza han puesto banda sonora a las celebraciones y reivindicaciones del movimiento vecinal del último decenio. También más allá del barrio. “Recuerdo una vez en Sol, cuando el 15M, que salimos desde la calle Arenal acompañados de zancos y malabares. Se montó guapísima”, rememora Germán. “Eso fue lo más”, apostilla Pilar.
SAMBA PARA EL BARRIO
Dentro o fuera del barrio, los instrumentos de Sambaleza (surdos, repiques, tamborines o agogós, todos con genuina denominación brasileira) están a disposición de la gente. “No estamos para dar conciertos por ahí, sino para temas del barrio y con vinculación al movimiento asociativo”, apunta Germán. Algo que al profe Iván le mantiene ligado al barrio diez años después.
El grupo de percusión es fijo en la Fiesta de Arte de Calle que organiza Danos Tiempo / Foto Sandra Blanco
“Sambaleza tiene un aliciente humano, ha pasado mucha gente, pero es muy maja siempre, y también tiene el componente de la pelea vecinal, que me atrae mucho”, dice este músico criado en la República Dominicana, donde se le quedó incrustado el Caribe, y que sigue mirando el barrio con la admiración que sólo tienen los forasteros. “Aquí hay un caldo de comunicación entre la gente, una cooperación entre asociaciones, la sensación de ser parte de proyectos, que lo mantiene muy vivo”, proclama.
Y vivo se mantiene Sambaleza, que este año compartió el honor de dar el pregón de las Fiestas de Hortaleza junto a Amejhor. Entre actuación y actuación, todos los sábados sus instrumentos retumban en el pinar del Canto del Águila si el tiempo acompaña. De lo contrario, ensayan bajo un puente, para no molestar al vecindario, al lado de las vías de la antigua estación. Allí siguen contagiando: hace unas semanas, un pequeñajo observaba al grupo de percusión siguiendo el ritmo con unos palos. En Hortaleza queda samba para rato.
Sambaleza, en la sala Galileo, durante la fiesta de apoyo a la Cabalgata de Hortaleza de 2016 / Foto Sandra Blanco