Todo indicaba que, cuando ustedes lean este artículo, Rosa y su hijo Xavi habrían sido desahuciados; que, tal y como decían las cartas del banco que Xavi y su madre recibían una semana tras otra, la mañana del pasado viernes 11 de marzo veríamos la ya repetida imagen de un barrio unido luchando por parar un desahucio más. Sí, sí, en el “Madrid sin desahucios”. Pero no ocurrió. A día de hoy, Rosa y Xavi estarán leyendo Hortaleza Periódico Vecinal, algo más tranquilos, sabiendo que el desahucio que estaba fijado sobre su vivienda ya no va a dejarlos en la calle.
El origen del desahucio
Para quien no conozca este caso, Rosa es una vecina de Canillas desde hace 25 años, pero una deuda de su exmarido (con el que no se habla) con Bankia hizo que se subastara su domicilio por 80.000 euros, menos de la mitad de la cantidad en la que estaba valorada la casa, que fue comprada por Manuel C. A., un hombre que se dedica a adquirir viviendas en subastas judiciales para especular con los inmuebles.
Además, Rosa tiene una discapacidad por la que percibe una pensión de tan solo 200 euros. Cuando ella y su hijo se pusieron en contacto con Manuel C. A. para una hipotética compra, él se negó diciendo que quería la casa vacía para proceder a su venta.
Un breve respiro
Gracias al trabajo incansable del grupo de apoyo a Rosa (integrado por la OFIAM, Hortaleza Rebelde y amigos y amigas de la familia) y de los vecinos y vecinas del barrio, a 72 horas del desahucio Xavi y su madre consiguieron aplazarlo un par de meses.
Días antes, la Junta de Hortaleza, presidida por Yolanda Rodríguez, mandó un escrito al Juzgado de Primera Instancia de Alcalá de Henares que llevaba el caso de Rosa para pedir el aplazamiento del desahucio hasta que hubiera una solución digna para la familia.
Tan solo un día antes del desahucio, vecinos y vecinas del barrio realizaron una concentración a las puertas de la Junta de Hortaleza, mientras el hijo de Rosa se reunía con la concejala del distrito. Y es que no pararon. Una semana frenética que empezó con repartos de octavillas en los mercadillos del barrio y pegadas de carteles en las paradas de metro y que culminó con una gran noticia: el desahucio se aplazaba de nuevo.
Un final feliz
Pocos días después, la Agencia de Vivienda Social (antiguo IVIMA) les confirmó la adjudicación de una vivienda situada en Miguel Hernández (Vallecas), cerca del ambulatorio, el supermercado, la farmacia y el metro, suficiente para que Rosa y su hijo Xavi vivan tranquilos.