Una vecina de Hortaleza, Nuria Barrios, nos regaló en 2022 un ensayo de obligada lectura, considerado por el gremio de libreros y por buena parte de la crítica literaria una de las mejores obras del año en no ficción editadas en España: La impostora: cuaderno de traducción de una escritora (editorial Páginas de Espuma).

Leemos cientos de libros traducidos a lo largo de nuestras vidas, pero sin tener en cuenta un factor clave: no existen dos traducciones iguales, y encima pueden diferir de manera trascendental unas de otras, y a su vez del original.

La impostora es un brillante ensayo que nos descubre el mundo invisibilizado de la traducción a través de relevadoras reflexiones, propias y ajenas, y de multitud de sorprendentes ejemplos. Por sus páginas, desfilan casos aclaratorios de nombres y títulos grabados con letras de oro en la cultura universal, como Cortázar, la Biblia, El segundo sexo, Los versos satánicos, Los muertos de Joyce, La metamorfosis, Kundera y un largo etcétera.

Nuria no se olvida de su barrio. El club de lectura de la biblioteca Huerta de la Salud, formado por trece mujeres, recibió a finales de febrero en el mirador del Silo de Hortaleza, mientras anochecía, su visita. Habían decidido dedicar una de sus sesiones a La impostora, y hasta el histórico lugar se desplazó la autora.

'La impostora' es un brillante ensayo que nos descubre el mundo invisibilizado de la traducción

El encuentro arrancó con una breve semblanza literaria expuesta por una de las lectoras: “Presentamos a Nuria Barrios, que es escritora, traductora, doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y crítica literaria. Ha ganado premios como el Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado y el Málaga de Ensayo con La impostora, que es el libro que nos ocupa en este momento. Es traductora de John Banville (Benjamin Black cuando escribe novela negra) y de la poeta estadounidense Amanda Gorman”.

Luego, el debate se detuvo en su labor como poeta, cuentista y novelista. Todo arde, su última novela, fue entusiastamente elogiada por una lectora.

Nuria Barrios

Encuentro entre el club de lectura de la biblioteca de Huerta de la Salud y Nuria Barrios, en el mirador del Silo de Hortaleza. SANDRA BLANCO

Nuria Barrios, desde el primer momento, parecía una continuación de su libro; la misma voz que analiza como un martillo idea tras idea, igual de clarificadora, precisa y meticulosa que en el texto.

“La traducción es un oficio con un alto porcentaje de mujeres, invisibles pese a ser mayoría”; “Traducir es un oficio muy duro” (más adelante, comentaría lo mal pagado que está); “En la traducción influyen las ideas políticas, religiosas, la manera de pensar de uno; es como si fuera otro libro”; “Estamos hechos básicamente de palabras”; “Es muy difícil romper las rutinas, no somos conscientes de la transformación que sufre el libro traducido”; “El lenguaje cambia la sociedad”; “Para una buena traducción hace falta tiempo, lo que llega si no a la librería no es bueno, no es tan bueno como el original, te están dando un producto que ha perdido valor en el camino”.

Dos cosas pensó Nuria que sorprenderían especialmente de La impostora tras su aparición, pero en las primeras entrevistas observó con decepción que no fue así, ambas relacionadas con el mundo de las mujeres. Por un lado, el uso del genérico femenino, “porque a partir de un momento dado ya está todo escrito en femenino”, tras reflejar en el libro que el oficio lo ejercen mayoritariamente mujeres.

Por otro lado, el ejemplo de la mala traducción de la Biblia del famoso pasaje del nacimiento de Eva, cuando se escribió que la mujer había nacido de la costilla del hombre en vez de, como figura en el original hebreo, “al costado”, o “al lado”, un error crucial que, a juicio de Nuria, “desmorona todo un edificio social, ideológico, político”, una “falacia” a la que no se da la debida importancia, pero que ha marcado “la historia de las mujeres, de sometimiento al varón, de estar a su servicio”.

Dolida por el papel de la mujer en el mundo, la autora reivindicó el lenguaje para luchar contra el homocentrismo

Dolida por el papel de la mujer en el mundo, la autora reivindicó el lenguaje para luchar contra el homocentrismo: “El lenguaje es de todas”; “El lenguaje no pesa nada, no resulta pesado de cargar, no te lo pueden quitar”; “Nosotras tenemos el arma del lenguaje, y a veces no nos damos cuenta de ello”. Si en un grupo son mayoría las mujeres, se debe usar el genérico femenino al referirse a él, porque es lo justo, fue una de sus conclusiones. Ahora puede llamar la atención cuando se hace así, “por las rutinas aprendidas”, pero con el tiempo irá sonando natural, apostilló.

Las integrantes del club aprovecharon para manifestar a la autora su devoción por La impostora. Una lectora repasó con humor su intento frustrado de apuntar frases, algo imposible, porque Nuria Barrios es un torrente de ideas, escribiendo y hablando, que no cesa de fluir. Lo anotado o subrayado sería entonces casi todo el libro. Risas en el Silo, porque a todas las presentes les debió ocurrir algo similar.

Los clubes de lectura resultan fundamentales para Nuria: “Lo mejor para un libro es estar en un club de lectura”, afirmó. Llegó a defender la creación de una asignatura específica de lectura en los colegios, que enseñara a leer más allá de la mera alfabetización.

El club de lectura de la biblioteca Huerta de la Salud quedó encantado con tener enfrente, o al lado, mejor dicho, a una Nuria Barrios entregada de principio a fin. Es posible que el viejo Silo aprendiera más que nunca de lo escuchado entre sus paredes. La autora evocó el Chamartín donde vivió cuando era todo campo. Ahora, desde su casa en el barrio de La Piovera, pasea por los parques cercanos de otros antiguos pueblos, como el Juan Carlos I y El Capricho en Barajas, o Los Molinos y Torre Arias en Canillejas.

Como cabía esperar, la escritora es defensora de los bienes patrimoniales históricos. Nuria Barrios se fue a casa, pero seguro que su voz siguió resonando durante la noche en el privilegiado mirador del Silo de Hortaleza.

Nuria Barrios

Juan Jiménez Mancha, director de la biblioteca Huerta de la Salud, junto a las componentes del club de lectura antes de comenzar el encuentro con Nuria Barrios. SANDRA BLANCO

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