Hablar de la Librería El Bosque es hablar de Hortaleza, de la comunidad francesa, de elegancia, tradición e historia, porque esta bella librería situada en el bulevar de la calle Añastro, número 15, lleva 40 años abriendo sus puertas a los lectores. Hablar de la Librería El Bosque es también hablar de un oficio, el de librero, que es duro, muy duro, eso lo sabemos bien lectores y escritores. Cada vez que se cierra una librería, una siente una punzada en el estómago, bueno, en realidad, yo siento dos, una como lectora y la otra como escritora. El vacío es inmenso.
Antes de ponerme a escribir sobre este maravilloso rincón de mi barrio, al que acudo desde hace más de 20 años, charlo un buen rato con el librero. El prefiere permanecer en el anonimato, llamarse librero, sin más, y yo lo respeto. Lo primero que compartimos ambos es la desazón por la caída de las ventas. ¿Es que el barrio ha dejado de leer? No, el barrio lee, lee mucho, el problema es el daño que hacen las grandes plataformas como Amazon. Contra eso es imposible luchar.
Las librerías agonizan, y si las ayudas estatales no hacen su función arropando la cultura, llegará un momento en el que Madrid se quede sin librerías. ¿Se imaginan una ciudad sin librerías? Sería como un bosque sin árboles. Hablamos del cambio generacional: “Los jóvenes apenas pisan la librería, vendemos pocos cómics”. Confiemos en las campañas de apoyo a la lectura que se están implementando en la Comunidad de Madrid, confiemos en regresar a los índices de lectura de antaño, porque dejar de leer es como dejar de respirar y en una librería se respiran historias, muchas, es un lugar hecho de pasadizos, de túneles del tiempo.
En la Librería El Bosque encontrarán grandes ventanales por donde asoman los títulos más comerciales, tanto en español como en francés; la novela es lo que más se vende, quizá es porque la edad media de sus lectores es alta. Dentro, encontramos un variado surtido de títulos: del libro de bolsillo a la literatura pura y dura, libros de viajes y libros infantiles; pero lo que sostiene realmente a esta librería de barrio es la literatura francesa. Recuerden que en nuestro barrio se habla también francés y, por lo tanto, se lee en francés.
De julio a septiembre las familias se agolpan en el mostrador para pedir los libros escolares, pero con la llegada de Amazon, cada vez se agolpan menos, los padres prefieren acudir a la gran plataforma, una especie de Godzila que va asfixiando a este sector, hasta que un día, mientras paseamos miremos al escaparate y veamos solo nuestro reflejo, sin cubiertas, sin títulos, sin papel, porque eso es lo que va a suceder, un día encontraremos el maldito cartel de “Se traspasa”, y entonces nos lamentaremos.
En cada hueco que deja una librería, perdemos un poco de nosotros mismos, de nuestra historia, de nuestra memoria. ¿Y las subvenciones y ayudas a librerías? Parece que son pocas y que no llegan o llegan cuando la librería está ya cerrada. ¿Y el Plan ACCEDE? Este plan consiste en un sistema de préstamo gratuito para estudiantes, es decir, la adquisición de libros de texto centralizada. Inicialmente podría parecer una buena idea, pero no está funcionando.
Las causas que esgrime la Asociación de Libreros son, entre otras, la mala gestión, la fijación del precio y que realmente es una medida que beneficia a las grandes cadenas de librerías, no a las librerías de barrio. Así que, podemos decir que el modelo no funciona.
En marzo de 2023 entró en vigor la Ley del Libro, la Lectura y el Patrimonio Bibliográfico de la Comunidad de Madrid. Con ella se pretendía apuntalar el tejido del libro, contribuir a la modernización de las pequeñas librerías, digitalización e implantación de tiendas online. Además, fomentaba la transformación de librerías en centros culturales, lo que puede traducirse en espacios para la presentación de libros, cuentacuentos, talleres o clubes de lectura. No obstante, el problema está en el espacio de algunas librerías para poder llevar esto a cabo.
SINERGIAS CULTURALES DE LA LIBRERÍA EL BOSQUE
En la Librería El Bosque no hay un club de lectura, pero colaboran estrechamente con el club de lectura de la asociación de vecinos, una tertulia literaria que lleva más de 20 años funcionando con un sólido grupo de ávidos lectores. La librería y el club se coordinan para la venta de los títulos que se van programando. Este tipo de colaboraciones son importantes, es una manera de hacer barrio, de conocer a otros lectores y de sostener la librería. Los miembros de los clubes de lectura son los mejores clientes de una librería, son espíritus curiosos, son fieles.
La Librería El Bosque colabora con el club de lectura de la asociación de vecinos, coordinando la venta de los títulos programados
Hay otro grupo de espíritus curiosos: los niños. Cada sábado, a través de los cristales, se los ve tirados en el suelo leyendo. Me pregunto si no sería maravilloso que consideráramos al librero como una especie de médico sanador, un chamán, aquel que nos receta un libro, aquel que nos abre las puertas de su consulta y nos escucha, en vez de dejarnos envolver por plataformas, booktubers o los espejismos de esas falsas listas de “los mejores libros del año”, listas que, en su mayoría, están teñidas de intereses muy alejados de lo puramente literario.
¡Vamos! Entren en su librería de barrio, en este hermoso bosque de libros, charlen con los libreros y libreras, paseen por sus estanterías, acaricien los libros, huélanlos, quieran los libros, porque son una gran medicina contra la sordidez de la realidad, contra la soledad y la tristeza.