Desde que llegó a España en noviembre de 1973, dejando atrás su Chile natal, Edith Chahín pudo dedicarse a su vocación, la enseñanza, ya que posee el título de Magisterio, el de Pedagogía y el de Ciencias Religiosas por la Universidad Católica de Chile y de Múnich (Alemania).
Además, a lo largo de los años, ha compaginado esta labor con escribir diversas obras, así como guiones para emisoras como COPE o Radio Nacional, pues en España consiguió el título de Técnica en Radio y Televisión.
Esta autora, residente en Villa Rosa, ha escrito, con sus actos y realizaciones, parte de la historia de Hortaleza. Siempre le ha gustado escribir, leer y escribir, porque, como nos comenta: “La lectura es la base de la escritura”.
ESCRITORA ECLÉCTICA
Su primera novela, Nahima, la larga historia de mi madre (2001), fue traducida al árabe por el profesor sirio Rifaat Atfé y editada en 2014, así como su segunda obra, esta vez de ficción, Fadua, la impetuosa doncella de Homs (2004), aunque en este caso en el centro cultural de la Embajada de Egipto en Madrid; y ambas se encuentran en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
En su tercer libro, Cartas ocultas (2008), probó el género epistolar, mientras que La trovadora de Jerusalén (2012) es claramente de narrativa histórica.
Por último, Nostalgias líricas, su obra más reciente, publicada en 2020 con la editorial Rilke, tiene un título que no es casual, sino causal.
La nostalgia es la base del poemario, hace que nos pongamos en su piel, nos identifiquemos con cada verso y sintamos lo que ella sintió al escribirlo durante los primeros años de su vida en Madrid. Una época en la que se mezclaban sus anhelos por la nueva vida que comenzaba en España con la nostalgia y el sufrimiento que le causaba estar separada de su familia, que continuaba viviendo en la ciudad de Santiago de Chile en plena dictadura.
LA LECTURA ENNOBLECE
Edith nos comenta que en sus primeros libros le palpitaba el corazón de forma más acelerada pensando en la reacción que podían tener los lectores ante estas o aquellas afirmaciones que había escrito. Sin embargo, no le ha pasado esto con Nostalgias líricas, pues afirma que este poemario no lo escribió sola; lo escribió la vida retratada en sus primeras páginas, lo escribió su corazón, lo escribieron sus circunstancias, como decía Ortega y Gasset, esas que nos rodean a todos.
“La lectura es una vitamina para el cuerpo y para el alma. Es un sedante para los que sufren de estrés, y remanso para los que tienen problemas”
No hay mejor manera de reflejar lo que Edith siente por la literatura que con una gran reflexión que nos dejó en la entrevista: “Escribir es bonito y educativo para el que escribe y para el que lee. La lectura ennoblece, la lectura es el eslabón que no debe faltar en nuestra vida. La lectura es una vitamina para el cuerpo y para el alma. Es un sedante para los que sufren de estrés, y remanso para los que tienen problemas. La lectura une a la familia, une a los amigos, une a los pobres y a los ricos. La lectura es la sal de la vida. Por eso escribo y escribo y seguiré escribiendo mientras tenga salud y fuerza”.