Un grito de “¡Es de primera! ¡El XV es de primera!” recorrió las gradas repletas de aficionados que vieron cómo las chicas del XV Hortaleza alcanzaban, por primera vez en la historia del club, el ascenso a la máxima categoría nacional femenina, la División de Honor.
Tanto las ‘dragonas’ como el público desbordaban alegría, y no fue para menos. El ‘quince’ del Complutense Cisneros no les puso las cosas fáciles, y el resultado no empezó a definirse hasta el segundo tiempo pero, finalmente, las chicas de Hortaleza se impusieron por 10-25 en el terreno neutral de San Sebastián de los Reyes, logrando una plaza en la élite del rubgy femenino español.
El camino fue largo. Antes, las chicas del XV Hortaleza tuvieron que proclamarse campeonas de Madrid para participar en un torneo de ascenso, disputado en su terreno de juego, donde también se impusieron a otros equipos procedentes de toda España. La última prueba era jugarse la plaza contra el Complutense Cisneros, que fue el último clasificado en la División de Honor la pasada temporada.
Rubgy de primera
Así, el pasado sábado 25 de abril será recordado como un día histórico para el deporte de nuestro barrio y, quizá, haga que cada vez más vecinos se interesen por este deporte, que muchas veces pasa desapercibido. Sin embargo, este desconocimiento contrasta con la posición del club en el panorama deportivo nacional.
En sus poco más de diez años de vida, el XV Hortaleza Rugby Club ha conseguido situarse como uno de los clubes con más federados en España: cuenta con 23 equipos y 560 fichas. Además, los triunfos de sus equipos ya han traspasado fronteras. Hace un par de años las ‘dragonas’ se enfrentaron contra el equipo estadounidense Vassar College, con una victoria final que las reafirmó en la ya más que merecida primera línea del rugby nacional.
Valores ‘ovales’
Pero los triunfos y los números no son sólo los que hacen grande a este club. Lo que quizá para muchos es un deporte altamente agresivo, en realidad se basa en un código de conducta que va más allá del campo, con el objetivo de construir buenos jugadores y mejores personas. Otra de sus máximas es que no hay que ganar a toda costa, sino a base de sacrificio y respeto por el contrario; o que los rivales serán amigos para siempre.
Esta filosofía es incluso aplicada por el público cuando, por ejemplo, un jugador realiza una transformación (pateo del balón entre los postes de goal), guardando un sepulcral silencio. Sin duda, una imagen inaudita en otros deportes. “El rugby es el único deporte que consigue que un irlandés del norte y otro del sur olviden sus diferencias”, bromeaba uno de los asistentes del público.
Si el rugby sigue siendo una disciplina poco reconocida en este país, aún lo es más cuando son las chicas quienes juegan. Sin embargo, cada vez más gente apoya y disfruta el deporte femenino, ignorando las injustas diferencias de sexo, y que obligan a las chicas a tener que hacer frente a muchas barreras sociales que por desgracia hoy en día todavía existen.
Un orgullo tener compañeras en el ese gran equipo.
Me encanta el mundo del rugby. Mi novia precisamente se dedica a ello de forma semi-profesional