Nos hemos cruzado con Carola en La Soci sin reconocerla y seguro que nos hemos visto en las Fiestas de Manoteras durante el taller de yoga de Carmen. Mientras, su rostro, su voz y su mensaje llenaban los grandes medios y se alzaban con un grito de esperanza hasta el mismísimo Parlamento europeo. La vimos con Gonzo, Buenafuente o Ana Rosa; sí, habíamos leído de ella en El País, El Mundo, elPeriódico, eldiario.es… y también en el El Salto.
Pero el barrio está lleno de biografías únicas, historias ejemplares de lucha y resiliencia (resistencia y crecimiento) con las que nos cruzamos sin saberlo. ¿Por qué los vecinos nos conocemos poco?
Carola, experta en comunicación, es joven; apenas cuatro décadas, tres marcadas por el dolor. La medicación la llevó a un estado casi vegetal y a desear morir. Tuvo que desintoxicarse en el CAD de Hortaleza (centro de atención a las adicciones) porque la química legal (las medicinas) y las operaciones la iban destruyendo. Todo comenzó cuando con 11 años una caída patinando le rompió el coxis. Empezó el infierno, pero la esperanza llegó con la infusión en leche de una hierba que flota en el limbo de la desidia, los intereses y la persecución: el cannabis.
PREGUNTA: ¿Eres chica de barrio?
RESPUESTA: Sí, soy chica de barrio. Nací en Arturo Soria y he pasado casi toda mi vida viviendo en Santiago Apóstol (Manoteras) y, a pesar de que una vez me mudé a la zona sur de Madrid, no lo soportaba: sobre todo el ruido. Cada uno nace donde nace, mis raíces están aquí, mis padres están aquí, mi clase de yoga está aquí… No cambio este barrio por nada.
¿Dónde has estudiado?
He estudiado en Cardenal Spínola y la carrera (Comunicación Audiovisual), en la Universidad Europea de Madrid.
¿Algún recuerdo especial del cole?
Sí, recuerdo la incomprensión por parte de las monjas con mi forma de vestir y la forma tan pasional de vivir la música. Tras mi caída, no podía hacer una jornada de clase entera en esas terribles sillas de madera.
¿En qué has trabajado?
Me he dedicado a la música, una de mis pasiones. He tocado todos los palos, desde la prensa a la producción… Comencé en Radio Enlace muy jovencita, junto con Óscar… Hacíamos juntos un programa que se llamaba La Trashmision. Si no me falla la memoria, tendría 15 o 16 años. Era de las más jóvenes.
Me he dedicado a la música, una de mis pasiones. He tocado todos los palos, desde la prensa a la producción... Comencé en Radio Enlace muy jovencita, junto con Óscar, haciendo el programa ‘La Trashmision’
¿Cómo se entra a organizar conciertos y festivales?
Se entra de manera natural. Empiezas a conocer a grupos en la radio, luego continúas escribiendo en medios musicales y, de ahí, ya te surge la necesidad de organizar aquellos conciertos que te gustaría ver y empiezas a trabajar con artistas a los que admiras tanto musical como personalmente. No es una industria fácil para una mujer y menos en aquellos años, que éramos muy pocas y los festivales no son lo trendy que son actualmente.
¿Con qué grupos?
Empecé con Sepultura, Hamlet… También Machine Head, Nickelback, Marilyn Manson, Marea como jefe de prensa, Fito… Luego con Enrique Morente… Cuando lo dejé, hacía dos Vista Alegre y Fito hacía un Palacio de Congresos y lo dejé haciendo dos Palacio de los Deportes… Todavía sigo currando con un grupo, Berri Txarrak del País Vasco, por amistad.
¿Cómo podías?
Cuando tienes que jugarte medio millón en un festival… En todos los conciertos que hacía, tenía que ir un médico que me fuera pinchando cada cuatro horas para poder trabajar.
¿Por qué lo dejaste?
Hubo un momento en el que no pude.
¿Qué es el dolor?
El dolor es una sensación terrible, que me lleva acompañando toda la vida, e incapacita. Ya no recuerdo lo que es vivir sin dolor, no soy capaz de entender qué sería vivir sin dolor, sin estar pendiente de la temperatura del ambiente, de los ruidos, de los asientos en los sitios que visito, de las horas que puedo estar fuera de casa… Lo condiciona todo.
El dolor es una sensación terrible, que me lleva acompañando toda la vida, e incapacita. Ya no recuerdo lo que es vivir sin dolor. Lo condiciona todo
¿Y encontraste el cannabis?
Un compañero me preparó una infusión en leche con un poco de cannabis en flor y ahí empezó todo. Descubrí la vaporización y en La Santa Le Club de Malasaña daban 4 kilos de marihuana.
¿Qué ha supuesto el cannabis?
Abrir una ventana hacia una calidad de vida que hasta que no lo comencé a utilizar bien no lograba conseguir con nada. Ahora solo tomo tres medicaciones y antes tomaba 19.
¿Cómo se debe utilizar?
Se ha de utilizar bien; con formación y con información. En caso de pacientes, bajo supervisión médica, ya que hay interacciones con otras medicaciones y, por otro lado, algunos pacientes no deben usarlo. Y lo más importante: conocer su origen, el porcentaje de cannabinoides que contiene…
¿Cómo surgió el Observatorio?
Llevar un club de cannabis es un tema muy complejo. Veías mucha gente morir. Empecé en La Santa Le Club. Luego se creó la Federación Madrileña de Asociaciones Cannábicas y me encargué de llevar el secretariado y la parte de medios. Empecé a ponerme en contacto con médicos e investigadores para entender.
El Observatorio surge de la necesidad de avanzar en el proceso de regulación, y con el fin de ayudar a pacientes, empujar para lograr transmitir información de expertos, organizar eventos gratuitos para que todas aquellas personas interesadas puedan acudir, analizar aceites y preparados para ver su estandarización, hablar con unos y con otros, sin parar… hasta que lo consigamos.
El Observatorio surge de la necesidad de avanzar en el proceso de regulación y con el fin de ayudar a pacientes, lograr transmitir información de expertos, analizar aceites y preparados para ver su estandarización...
¿Por qué la asociación dosemociones?
La vida está llena de polos opuestos, de contradicciones, de extremos. El equilibrio es el escenario ideal.
¿Qué prejuicios hay sobre el uso medicinal?
,Muchos y pocos. Dependiendo de con quién hables, su nivel cultural y las ganas de escuchar y mirar con detalle y detenimiento toda la evidencia científica, toda la información acerca de nuestro sistema endocannabinoide…
¿Hay algún club cannábico en Hortaleza?
No lo sé, creo que había uno… La verdad es que no acudo a ninguno en el barrio, ya que me cultivo mis propias plantas, me preparo mis cremas y mis aceites. Cada vez hay más policía en las inmediaciones de los clubes y no me siento segura poniéndome en riesgo. Ya bastante tengo con lo que tengo… Acudo a un dispensario medicinal algunas veces, que cultiva orgánico, analiza todo y tienen variedades especiales para uso medicinal.
¿Para qué una ley del cannabis?
Es una cuestión de derechos humanos. Cada paciente tiene derecho a elegir su propio tratamiento y este es uno más. Por favor, leamos más allá de “fumar porros para el dolor”.
La gente debe saber que el cannabis medicinal tiene suficiente evidencia científica, que la experiencia nos está dando unas lecciones brutales y que el lobby farmacéutico tiene mucho poder en nuestro país
¿No se convertirá en una nueva adicción?
El problema de adicción lo tuve cuando tuve que acudir al CAD de Hortaleza, de Emigrantes, para quitarme la adicción a las mediciones que me habían pautado los médicos, sin control. El cannabis bien utilizando no produce ni de lejos esa adicción. Puedes parar el tratamiento el día que quieras. De hecho, hacemos parada de consumo dos veces al año para limpiar receptores y por tolerancia. Eso es impensable con cualquiera de las medicaciones que me acompañaban en mi día a día.
¿Qué adicciones son peores?
Bajo mi punto de vista, hay más riesgo con el fentanilo y otros opiáceos, con las benzodiacepinas, con los antidepresivos… El propio tabaco es terriblemente adictivo. Y como todo, la clave está en la dosis: un abuso siempre será un abuso sea de lo que sea. Pero aquí estamos en otra página del libro.
¿Qué tiene que saber la gente?
Que el cannabis medicinal tiene suficiente evidencia científica, que la experiencia nos está dando unas lecciones brutales y que el lobby farmacéutico tiene mucho poder en nuestro país. También que tenemos unos políticos muy cobardes e, incluso, crueles. Dejar a más de 200.000 personas enfermas en esta situación de inseguridad jurídica y sanitaria es cruel. Y tener que escuchar el argumento de que “hay suficientes opiáceos” o “el cannabis no hace magia” para no regular algo que ya funciona bien en otros países frustra mucho.
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