Durante la Guerra Civil, el noviciado de la Sagrada Familia había sido cuartel de la CNT-FAI, cuartel del Campesino (famoso jefe militar comunista) y academia de Carabineros. Tras la rebelión del coronel Segismundo Casado, se sucedieron varios días de fuertes combates entre las dos facciones republicanas, hasta el 11 de marzo de 1939, en el que las tropas de Casado entran en Hortaleza, poniendo en desbandada a sus oponentes y aplastando el último foco de resistencia en la Huerta de la Salud.

La huida precipitada de los cuarteles dejó desperdigado todo tipo de armamento y pertrechos militares, que sirvieron a los chavales del pueblo como peligroso entretenimiento, hasta que las divisiones de requisa franquistas se hicieron cargo. El día 28 de marzo, el comandante militar de la plaza destituyó a los vocales del Consejo Municipal republicano y los encarceló, junto a otros vecinos, en la Casa de los Padres del convento. Dieciséis de los detenidos fueron fusilados en los meses siguientes.

En la posguerra, la finca era Parque de Automovilismo del Ejército cuando el Auxilio Social de Falange Española y de las JONS le echó el ojo, con la primera intención de poner allí la sede principal de su movimiento. Aunque las monjas se negaron a cederla inicialmente, recibieron presiones de las “más altas” esferas del régimen y terminaron por claudicar. En octubre de 1941, el general Francisco Franco inauguró el Hogar Clara Eugenia para niñas.

Ocho años más tarde, el 25 de octubre de 1949 a las 5:30 de la tarde, una chispa prendió en una de las chimeneas del palacio, declarándose un voraz incendio. A pesar de la pronta intervención de los vecinos -que arrojaron por las ventanas muebles, máquinas de coser y pianos- y de la labor de tres parques de bomberos de la capital, la acción continuada del fuego durante seis horas lo redujo todo a cenizas.

Este fue el final del palacio, que, junto a sus hermosos jardines; su cuidada huerta de árboles frutales; sus fuentes, estanques y acequias, y su frondosa alameda, había proporcionado tanto placer a los que lo conocieron. Como el escritor británico William Beckford, que, comparando a nuestro pueblo con un elitista barrio londinense, proclamó: “Yo prefiero las tierras de Hortaleza al verdor del West-End”.


Juan Carlos Aragoneses es el autor del blog Historias de Hortaleza

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