Cuando, en septiembre del 2015, se anunció la llegada a España de 14.931 refugiados, hubo quienes, desde Hortaleza, se negaron a esperar y se dirigieron hacia los campamentos, a primera línea, para ofrecer su apoyo y solidaridad. Otros trabajaron desde aquí y otras voces recordaron a los saharauis, a los palestinos, a los armenios… Tras casi un año, aquel anuncio del Consejo de Ministros de la Unión Europea, ya entonces insuficiente, se ha demostrado falso.

La ayuda que, con premura, fue donada en aquellas fechas dormía inútil en los almacenes de la Junta del distrito, en tanto una caravana solidaria terminaba de completar un tráiler en el parque de bomberos de Hortaleza para salir el 15 de julio en una marcha reivindicativa que pretende despertar la conciencia de Europa. Algunas conciencias ya han estado allí, donde se necesitaba. Estos son unos ejemplos, cada uno con su medio: fotografía, blog, radio, vídeo… Ayuda y comunicación que nos hace universales y humanos.

LA IMAGEN DE LA FRONTERA

Cuando estalló la crisis de los refugiados en Europa, una pareja hortalina salió a recorrer las fronteras para contar lo que estaba pasando. Se trataba de Carmen Esbrí, integrante de Attac, y Juanjo Delapeña, fotoperiodista. El 19 de septiembre del 2015, alcanzaban el punto fronterizo de Bergana, entre Croacia y Eslovenia. Allí, encontraron a los primeros refugiados, cuyo objetivo era llegar a Austria. Aún había cierta permeabilidad y la vergüenza de las vallas y de los botes lacrimógenos contra los refugiados ya indignaba. Pero aquellas familias sirias quisieron que Juanjo retratara a sus hijos: “Me pedían que enseñáramos a los niños para que el mundo viera la enorme lacra de esta crisis que ataca a los más vulnerables, criaturas que habían hecho kilómetros y kilómetros, en muchos casos, a pie”.

Carmen y Juanjo denunciaron como estaba separándose a los padres de los hijos, “desestructurando sin razón sus familias”, y certificaron los “horrores, maldades y violencia innecesaria, los crímenes que atentan contra los tratados internacionales” como la Convención de Ginebra. Por eso, Carmen confirma que lo que vio, “más que una gran crisis de refugiados, es una evidencia de la gran metástasis de un sistema”.

Meses más tarde, en el salón de actos del IES Arturo Soria y bajo el título “Refugiados aquí y ahora”, Carmen y Juanjo presentaban en el salón de actos las imágenes y las vivencias de un recorrido en el que las tiendas de campaña y la exclusión se reflejaban en familias que, huyendo del horror, descubrían el error de una Europa que no los acogía ni respetaba sus propias leyes.

HPV30p6_refugiados_Niña con madre comiendoImagen del fotógrafo Juanjo Delapeña durante su estancia en la frontera de Croacia y Eslovenia.

UN BLOG PARA DENUNCIAR

El 14 de marzo, una vecina de Hortaleza escribía a la redacción de este periódico para presentarse, anunciar que se marchaba a Lesbos (Grecia) de voluntariado “a ayudar en todo lo que pueda” y a enviar un enlace a su blog, titulado Vergüenza, en el que relataba su día a día. Isabel Herranz se fue con la ONG Light House Relief al campo de refugiados de Moira. Su objetivo, especialmente, era mejorar la calidad de vida de “los miles de niños atrapados en Grecia”. Para ello, pidió colaboración porque “los niños juegan entre basura con latas y rodeados de miseria”.

Una semana más tarde, Isabel denunciaba la situación caótica y cómo habían echado a sus compañeros de Moira y “lo habían convertido en una cárcel”. En aquel momento, un giro de la política europea hizo que los refugiados fueran llevados de forma masiva a puerto para ser trasladados a Turquía: “Los tienen hacinados y sin cuidar ni velar por su salud, higiene o alimentación; además, los obligan a pagar su billete en ferri hacia Kabala, en Grecia, donde empezarán las deportaciones”. Isabel nos informó de cómo, en el campamento de Better days for Moira, la policía pidió 150 voluntarios para que salieran del campo de refugiados o “entraban por la fuerza arrasando con todo”. Fue entonces cuando ese número de paquistaníes “se presentaron voluntarios para ser repatriados salvando así al resto de refugiados del campo (de momento)”.

untitledLa hortalina Isabel (segunda por la izquierda), durante su estancia en los campamentos griegos.

EN ONDA SOLIDARIA

No solo son las redes sociales las que han permitido mantener el contacto con lo que ocurría en el oriente del Mediterráneo. El programa Un día en la vida de Radio Enlace, producido y locutado por Javier Robles, ha conectado, en las últimas semanas, con Gema Carrasco, otra hortalina que acudió a Grecia para trabajar por los refugiados. Fue para quince días, pero lleva más de dos meses y aún no sabe cuándo regresará. Gema advierte de que la ayuda está en un momento de transición y, si alguien quiere ir a Grecia, debe hacerlo a través de una ONG.

Esta cooperante denuncia en particular la situación de los adolescentes, para los que no hay programas especiales. Gema es un torrente hortalino de carácter (“con muy mala leche”, dice ella) a la que sorprenden paradojas de la vida, como verse comiendo con un antiguo coronel de Sadam Husein, y a la que ablanda la voz de una refugiada que le dice: “Tú eres la que nos da la esperanza de que mañana es mejor”.

Pero, pronto, se repone y critica el turisteo en Grecia, la falta de proteínas en la alimentación, la caravana que ha partido hacia Grecia o la caridad del voluntariado: “Es mala la situación que tienen, pero, con tanta caridad, se la estamos haciendo peor”. Ahora, Gema propone la creación de hornos solares y de secaderos de frutas y verduras, así como el que haya huertos en los campos de refugiados: “Esta gente ni es manca ni tiene ningún problema ni ninguna incapacidad, saben gestionar su vida perfectamente y lo que están esperando es que les digamos ‘Venga, júntate”. Gema lo tiene claro: “Que reclamen sus derechos, que estamos aquí para ellos, pero que los reclamen”.

13511021_10208382717317309_1198603273210554053_nGema (tercera por la izquierda) posa con otras voluntarias y un transexual pakistaní en Idomeni

MIRANDO LA FRONTERA

El programa Jarra y siete de Radio Enlace lo realizan tres jóvenes periodistas que, un día, decidieron embarcarse para una “primera experiencia como reporteros” desplazándose hasta Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia, un improvisado campo de refugiados que aloja a unas 11.000 personas.

Cámara al hombro, Víctor de Cea, Elena de Ondarza y Rubén Omar Mendoza pusieron “el foco en cada uno de los perfiles” para conocer, en primera persona, qué está ocurriendo allí. Además de encontrar a los refugiados, se vieron con Gema Carrasco y “con médicos, voluntarios, ciudadanos… Todos con el mismo objetivo, cubrir el hueco que no está siendo capaz de ocupar la Unión Europea”. Con el título Miradas en la frontera, el documental se presentó en la Sala Moby Dick el pasado 13 de julio.

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