Cuando a un político lo humillan en público es difícil recuperar un poco de dignidad. A Almeida, sin ir más lejos, ya le da collejas cualquiera. Ayuso, sentada en un sillón del salón de su casa, miraba fijamente la cabeza de Casado, que tiene allí colgada desde hace tiempo como trofeo de caza. Saboreando un puro y un coñá pensó: “¿Qué voy a hacer con los casadistas de mi gobierno ahora que he vuelto a arrasar?” Y la respuesta obvia fue: mandárselos como colleja a Almeida.
Así nos encontramos en Hortaleza con un pata negra del PP madrileño, David Pérez, en algún momento considerado delfín del aguirrismo, pero que se ha quedado en sardina de Ayuso.
Y eso que, cuando le tocó, Pérez la sirvió como hacen todos en ese gobierno y en ese partido: no con lealtad, sino con abyección. Pero Ayuso, de la que siempre se ha destacado que no tiene superpoblación de neuronas, las que tenga, las usa para recordar los agravios. Así que Enrique López está de vuelta en la judicatura con su toga (azul oscura, casi negra), y Carlos Izquierdo y David Pérez, que no fueron suficientemente servilones, han terminado en simples presidentes de Juntas municipales de Almeida.
¿Qué nos trae a Hortaleza el dedo de Ayuso? A un legionario del PP. Con su marejada capilar del outfit oficial del partido, David Pérez es del sector “soy liberal para los cuartos, pero me meto en tu vida si eres homosexual”, tan del agrado de sus amigos de Vox.
David Pérez fue consejero de Vivienda, y dijo que regular el precio del alquiler es intervencionismo soviético, tal cual, oiga. Y se quedó tan ancho
En su etapa como consejero regional lo fue de Infraestructuras (tan querido en San Fernando de Henares, por ejemplo), y antes lo fue de Vivienda, lo cual dice mucho de su buen hacer, dado el precio de las casas en esta ciudad y en esta comunidad. Es muy favorable a aquello que dijo Ayuso de que, quien no pudiera pagar el alquiler en Madrid, que se fuera más lejos, a ver si allí le alcanzaba. Total, de aquí a Socuéllamos hay un paso. Pérez lo expresó en plan gran ideólogo: regular el precio del alquiler es intervencionismo soviético, tal cual, oiga. Y se quedó tan ancho.
No se sabe si Pérez alcanza a comprender la estupidez de la afirmación o si le da igual. Es un gran comunicador, autor de hecho de un manual sobre técnicas de comunicación política, y lo mismo piensa aquello de que repetir una mentira mil veces la convierte en una verdad, como dijo…
Pero seamos ecuánimes: tiene sus principios (y si no le gustan tiene otros, como dijo Groucho Marx). Entre los cuales están que no aborte nadie. Ya hemos dicho que es mucho de dejar a la sociedad a su libre albedrío (su blog se llamaba Madrid, sociedad abierta), pero parece que lo del aborto sí que merece que un señoro como él se meta a explicar lo que hay que hacer. En 2017 consideraba el aborto “un retroceso social”. Desconocemos su experiencia al respecto (de los retrocesos sociales, se entiende).
Más principios: tampoco le caen bien los homosexuales ni las personas trans. Cuando Cristina Cifuentes llevó a la Asamblea una ley contra la LGTBfobia en 2016 prefirió ausentarse de la cámara para no tener que votarla. 300 eurazos tuvo que pagar de multa, lo cual, en ese partido, es un sacrificio como el de Abraham. Este tipo de fruslerías políticas fueron las que llevaron a que, durante sus ocho años como alcalde de Alcorcón, recibiera otras tantas reprobaciones: ocho veces lo reprobaron. Pero a él, que se las den todas en la misma mejilla, que le da igual (y si no, pone la otra).
Entre sus grandes éxitos como alcalde de Alcorcón está su apoyo, hasta el infinito y más allá, del proyecto de Eurovegas, que, según él, iba a hacer caer un maná sobre Alcorcón. Cualquiera que se preguntara si aquello no olía un poco a estafa era tildado de ignorante, proetarra, ultraizquierdista y facineroso, por lo menos, en la verborreica cuenta de Twitter del edil. Luego, si no sale Eurovegas, habrá sido por culpa del Coletas. Pero ya hemos dicho que David Pérez es un liberal que sabe mucho de comunicación, claro.
Para terminar de conocer al personaje hay que recordar sus alegres palabras sobre las feministas, que Pérez, en su infinita sabiduría, calificó de “amargadas, rabiosas y mujeres fracasadas”. Ya sabemos que Ayuso no es feminista, Dios la libre, pero la situación tiene un punto de Schadenfreude, esa palabra alemana para designar la alegría por el pesar ajeno. Al final es una mujer la que manda a David Pérez a una simple Junta Municipal. Que, según los suyos, los de El Español, es un desprecio por condenarlo al “extrarradio”.
Bienvenido al extrarradio, David.