En Los santos inocentes, la gran Mary Carrillo borda su papel como marquesa. Va a su finca donde los colonos, en respetuosa fila, esperan para que les dé unas monedas y les pregunte cómo les va a ellos, a sus hijos y a sus puercos (los de ella, claro). Los campesinos sonríen quitándose la gorra y haciendo reverencias. Y así queda claro quién da y quién recibe. Es una limosna que los señores procuran graciosamente a los campesinos, que no tienen ningún derecho. Dios sabrá por qué ha hecho ricos a unos y pobres a otros.

Un tiempo abolido, pero no para todos. El PP nunca ha entendido la sanidad pública y gratuita como un derecho de los ciudadanos, independientemente de que sean ricos o pobres. Las excusas son muchas: gasto insostenible, las empresas gestionan mejor que la Administración, ¡la libertad! –palabra ensuciada por el ayusismo–.

La consecuencia ha sido un constante deterioro de la sanidad desde que gobiernan, especialmente de la Atención Primaria, el escalón más importante del proceso. Puedes gastarte una millonada (o recibir la limosna de Amancio Ortega) en una máquina de última generación contra el cáncer. Pero, además de la incompetencia ontológica de los gestores del PP, sin trabajo previo en Atención Primaria, esas máquinas no cumplirán su función de curar a quien lo necesite.

La consecuencia ha sido un constante deterioro de la sanidad desde que gobiernan, especialmente de la Atención Primaria

Pero qué más les da. Lo importante no es lo que cueste la sanidad (¿acaso es más barato no tenerla?), sino que hagan negocio con ella unas cuantas empresas, que lo mismo se forran con nuestras casas que con nuestra salud. Y lo que es realmente crucial para ellos es que la atención sanitaria la tengan solo quienes puedan pagársela. Quienes no que sepan que lo que tienen es por graciosa limosna que ellos les dan. Como la señora marquesa.

La mayoría de la gente, de izquierdas y de derechas, no comparte esta visión. Por eso los vecinos se vuelcan con los médicos encerrados en Manoteras. Saben que lo que piden no son mejoras laborales (como si las mejoras laborales fueran algo perverso, por otra parte), sino una mejor atención sanitaria para todos. Y por eso el PP y toda su fanfarria mediática quieren convencernos de que detrás de cada protesta contra su desastre están “los titiriteros comunistas”.

¿Exageramos comparando esto con Los santos inocentes? Solo les puedo confirmar que no soy tan mayor como parezco, y conozco a gente de mi generación que no pudo nacer en un hospital público ni, por supuesto, privado. Lo hizo en lo que se llamaba, sintomáticamente, la Beneficencia.

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