El barrio de Virgen del Cortijo es una gran colmena que abraza a quien se adentra en sus panales. Su peculiar geometría de altura sorprende a quien lo visita por primera vez, un tanto perdido entre números, plazas, entradas o salidas. Sin embargo, Virgen del Cortijo es como un pueblo alegre y verde que oculta una historia de no hace tanto cuando luchaba contra el gris y la indiferencia.

Era el gris del cemento y las cementeras que enturbiaban sus calles y gargantas y era la indiferencia de las administraciones a las que no importó su aislamiento sin telefonía ni medio de transporte. En un principio les llamaban desde el ambulatorio de Fuencarral el “barrio de la coña” porque “no querían venir”.

Esto lo cuentan en el panal más agitado de la calle Oña, el del número 21, donde el que fue piso piloto se convirtió en “asociación de vecinos” para tripular todas las reivindicaciones de sus nuevos habitantes allá por los años setenta. Ahora la asociación celebra su 40 aniversario, un festejo para hablar de logros y de recuerdos pero también para mantener en pie reclamaciones del barrio aún no resueltas y nuevos problemas sobrevenidos. Así lo cuentan Mari Ángeles Martín, su actual presidenta, y Pilar Gallo y Marina García, dos de las veteranas luchadoras.

RECUERDOS DE LUCHAS

Con la mesa de la sala de reuniones repleta de sobres repletos de fotografías y mientras se busca la foto de la gran manifestación que cortó la N-1, reivindican que los pisos estaban autorizados antes que las cementeras. También nos explican que hubo dos cementeras y que empresas como Pascual o Nikon tuvieron que salir del barrio porque el polvo del cemento les estropeaba el producto o les velaba las fotos.

HPV42 Artículo Virgen del Cortijo secundariaVecinos de Virgen del Cortijo, cruzando la N-1 en los años setenta / Foto AV Virgen del Cortijo

De foto en foto se encuentran el barrizal del entonces campo del Oña, las instalaciones del gas “que eran una bomba”, las fotos de Juanjo o de Avelino (dos históricos), la entrega de premios, las damas de las fiestas, la gente cruzando la carretera de Burgos y jugándose el tipo para coger el autobús, y hasta el polvo que subía de las escotillas de los camiones de las hormigoneras.

ADIÓS A LAS CEMENTERAS

La lucha vecinal consiguió que en 2007 se llevaran las cementeras, pero ya había un proyecto de nuevo parque empresarial que hoy recibe diariamente “como a 30.000 personas” que ocupan con sus coches todos los bordillos del barrio. Incluso en fin de semana, Virgen del Cortijo atrae con sus cines a cinéfilos procedentes de zonas muy distintas de la ciudad, incluidos los inquilinos del palacio de la Zarzuela. “Es uno de los más frecuentados por los Reyes”, declara Marina.

F2 Acceso cementeraPintada contra una de las cementeras del barrio / Foto AV Virgen del Cortijo

Cuando en 2007 Alberto Ruiz Gallardón, entonces alcalde de Madrid, anunció el cierre de las cementeras, prometió que el terreno de una de ellas (Prebetong) sería destinado a un centro de mayores, pero a día de hoy el terreno sigue siendo un descampado.

Es evidente que aquellos colonos que arribaron hace ya más de 40 años necesitan que esa promesa municipal no se demore. ¿Qué habría pasado si los vecinos hubieran lleva a cabo aquel plan de vaciar sobre el regidor de la Villa los sacos de cemento que había preparado? ¿Se les habría tomado más en serio?

NUEVAS DEMANDAS

La labor de la asociación vecinal es grande pese a sus 40 años de demandas y logros. Hoy preocupan también la caída de árboles, la falta de limpieza y la mala conservación de jardines, el bloqueo de salidas y entradas al barrio…

Téngase en cuenta que la solidaridad de la barriada de Virgen del Cortijo la ha pagado en propia piel (de asfalto) durante la construcción de Sanchinarro y del nuevo hospital privado. Sin embargo, no ha habido la restitución que se precisa. Las tres ciceronas recuerdan cómo “las obras nos machacaron el pavimento” y cómo defendían la entrada de la calle Oña ante los camiones pesados. Era David contra Goliat y Marina se ríe de su propia audacia: “Yo era muy lanzada, los paraba y les decía que por aquí no pueden pasar y les mandaba por la entrada de la M30”.

Quien lleva la secretaría de la asociación, pero quiere permanecer en el anonimato, pide a la veteranas que no solo hablen de demandas, que Virgen del Cortijo es un lugar agradable para vivir y donde la buena convivencia es uno de sus mejores pilares. Las muchas luchas, corrige, no deben crear una imagen equivocada. Es toda una invitación a visitar y pasear por sus calles.

En su 40 aniversario, cerca de un millar personas forman la asociación vecinal de Virgen del Cortijo. Son pocos según nuestras informantes, pero de indudable pasión por su barrio, un espacio ciudadano que como una colmena se eleva entre la avenida de Manoteras y la calle Oña.

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