Las vecinas de Hortaleza madrugamos mucho el 8M, ya que, aunque estábamos de huelga, nuestro día estaba cargado de actividades. Siguiendo con la programación, a las ocho de la mañana realizamos un piquete informativo en Fuente de la Mora, la zona empresarial, para reivindicar los motivos por los que hacíamos huelga y repartir lazos morados por las víctimas de la violencia de género.
A las diez de la mañana, hicimos la primera parada para recargar pilas en el local de Izquierda Unida, donde tomamos un sustancioso desayuno cargado de alegría, vitalidad y mucho café. Toda la preparación corrió a cargo de los hombres, porque ese día las mujeres hacíamos huelga de cuidados.
En cada traslado, nuestra pancarta de 3 metros se podía leer al otro lado de la calle, y también podía escucharse el coro de mujeres reivindicativas. En respuesta, se alzaban los puños de los paseantes, se intercambiaban sonrisas de complicidad, vítores y cláxones de los coches.
A media mañana, el parque Alfredo Kraus va llenándose de personas, algunas se conocen, se saludan y se abrazan mientras suena la música en el altavoz. A las 12.00 horas, la Comisión 8M de Hortaleza comienza la lectura. El clima se vuelve más solemne, y todas prestamos atención a las palabras transmitidas por las compañeras. La gente aplaude, se nota el júbilo porque revivimos a las que tanto lucharon, porque estábamos haciendo historia y estábamos creando un futuro mejor para las que vienen.
El evento se alarga con las conversaciones, la música distendida y las compañeras tumbadas en el césped al soleado día y la frescura del ambiente. Se comparte la comida, y también las experiencias.
Se acerca el momento. Por las escaleras del Metro Mar de Cristal, entra una oleada de gente. Predomina el color morado, las pelucas, las pancartas, los mensajes, las canciones y el olor a huelga. Son las cinco de la tarde, y nos dirigimos al centro de Madrid. La gente sabe quiénes somos, ¡las feministas!
Llegamos a Colón, y nos encaminamos a Atocha. La comisión de los barrios se une, y ahora somos cuatro pancartas juntas las que avanzamos. Multitud de gente, todas la misma razón. Estamos las hermanas unidas, reivindicando nuestros derechos. Estamos emocionadas, exaltadas, alegres y felices por ser parte del movimiento. Nos apoyamos unas a otras en los cantos, nos sentimos hermanas, la sororidad está presente.
Tras tres horas y media de marcha, llegamos al final con dolor de pies y de garganta y aires de celebración. Es el cumpleaños de todas. Es un paso más hacia delante, un paso menos en falso para las mujeres. Es el movimiento por la igualdad.