Soy vecina de Hortaleza y vine aquí porque me pareció un barrio tranquilo y poco contaminado. En la calle Santa Susana, donde vivo, los bloques de viviendas son antiguos, pero tiene una gran masa de arbolado, pequeños jardines y parques que los alegra y embellece.

Esta primavera podaron nuestros árboles. Poco tiempo después las hojas parecían estar cubiertas de un polvo gris que parecía suciedad pero después de llover, este polvo persistió. Con el tiempo este estado se ha agravado y extendido a otros árboles y ahora, nuestros árboles, parecen esqueletos fantasmas claramente enfermos. ¿Qué les ocurre? ¿Hay peligro de que se caigan o mueran? Me preocupa mucho, porque no quiero imaginar mi barrio sin árboles.

He tenido la gran suerte de encontrar a varios vecinos y expertos arboricultores, por trabajo y por amor como Natividad Para Pascual, Víctor, Miguel, Israel y Carlos que han tenido la paciencia y la sabiduría de explicarme los problemas que están padeciendo nuestros jardines.

Hongos y podas

Mis árboles tienen mildium. Este hongo parásito se extiende a través del aire y del agua y también puede propagarse por herramientas de poda contaminadas. Hay varios factores que contribuyen a que los árboles enfermen y mueran: Las podas extremas y fuera de temporada, la herencia rural, el intrusismo profesional, la mala planificación urbanística y en los últimos años los recortes presupuestarios.

El mantenimiento de los árboles debería consistir en quitar ramas secas, dejarlos desarrollarse de forma normal, practicar los tratamientos fitosanitarios para prevención de plagas y enfermedades, y realizar una poda de mantenimiento cada 2, 3 o 4 años (aclareo de ramas); pues el objetivo de la poda, que no se debe notar, es dar una estructura vigorosa al árbol y mantenerla a medida que va creciendo.

Pero las podas extremas que se están practicando dañan los árboles. Hacer un desmoche (cortar el tronco principal) o un terciado (quitar la tercera parte o dos tercios de las ramas) es abrir heridas muy grandes donde entran virus, bacterias y hongos.

Además el árbol es un todo, las raíces y ramas están tan íntimamente relacionadas que la acción sobre unas repercute sobre las otras y viceversa. Una poda agresiva mata parte de las raíces, originando podredumbre y poniendo en riesgo la estabilidad del árbol, que, al primer viento, perderá ramas o se caerá. La poda de ramas inferiores que desequilibra el peso del árbol concentrándolo en la copa, contribuye también a este peligro.

La poda agresiva deja, a medio plazo, un árbol con más riesgo que antes porque al privarle de tantas hojas, fábrica de alimentos, activa un mecanismo de supervivencia y debajo de cada corte las yemas latentes originan brotes que crecen muy rápido sobre las capas más superficiales de las ramas madres de forma inestable.

Este procedimiento es doblemente costoso, porque además de esa primera poda si el árbol sobrevive necesitará en poco tiempo otra poda de reformación para eliminar esas ramas más frágiles y si muere deberá ser talado.

Estas podas sólo deben practicarse en casos extremos: ramas secas o grandes con evidentes riesgos de rotura, ramas atacadas por plagas y enfermedades, o en árboles muy decrépitos y estropeados. Son podas de salvamento, no de mantenimiento, y siempre deben ir seguidas de podas de reformación. Las podas equivocadas provocan crecimientos extraños, descompensados, y árboles que se vuelven débiles e inseguros. Estas podas agresivas se hacen aún más peligrosas cuando se realizan fuera de temporada. La mejor época es la llamada latente, a finales del otoño y en invierno.

En primavera los árboles necesitan savia para que broten hojas y flores, si además tienen que cicatrizar las heridas de la poda se debilitan mucho llegando incluso literalmente a ‘desangrarse’ muriendo en parte o completamente. Aumenta el riesgo de enfermedades transmisibles; las heridas rezuman esencias que atraen insectos y otros agentes patógenos.

Herramientas ‘contagiosas’

La necesidad de desinfectar las herramientas de poda es menor si se realiza en temporada latente. Ninguna pasta o pintura cicatrizante sustituye una poda correcta. Esta ‘manía’ de podar así los árboles proviene en parte de una herencia rural; se practica una poda de horticultura, de fructificación.

En campos y montes se usan las cortas agresivas para aumentar la producción de los frutales, elevar el valor de la madera o dar forraje al ganado. Pero esos modelos, no tienen sentido para árboles ornamentales de ciudad, a los que sólo pedimos sombra y belleza.

La poda es un arte que obliga a saber de botánica y de técnica; ahora hay muy buena formación técnica y gente muy capacitada, pero sigue habiendo intrusismo profesional. No se llama a profesionales y se contrata gente sin suficientes conocimientos. Los recortes de los últimos años han llevado a los buenos profesionales a empresas privadas, al paro o a trabajar en pésimas condiciones.

El tamaño importa

¿Por qué seguir podando, si muchos árboles, en vez de embellecer afean las ciudades, cuesta más mantenerlos, pierden esperanza de vida y miles mueren cada año? Porque muchas de las especies que crecen en nuestras ciudades no fueron bien elegidas; no se tuvo en cuenta que el árbol es un ser vivo que crece, no un mueble.

Son demasiado grandes o están tan juntos que no tienen espacio, o sobre terrenos tan poco apropiados que crecen torcidos o apuntando sus ramas hacia coches y transeúntes y, para que no molesten, cortamos las ramas bajas, elevando la copa, pero este es un remedio paliativo, no la solución a una mala planificación urbanística. Pero ciudadanos y políticos quieren ver árboles grandes desde el primer día y se seleccionan especies baratas y de rápido crecimiento, sin tener en consideración otros aspectos.

Y son muchos los aspectos a tener en cuenta: tamaño de la especie, frondosidad, belleza de su floración, agresividad de sus raíces, que no invadan conducciones de agua y levanten muros y pavimentos, o que si crecen en praderas con mucho riego tendrán raíces débiles y superficiales, resistencia a plagas y enfermedades, facilidad de reproducción, velocidad de crecimiento, resistencia a los elementos como suelo, polución, agua, etc.

También hay que considerar las especies que manchan mucho los suelos y obligan a la limpieza de las calles; las que empobrecen el terreno (pinos), las que tienen frutos tóxicos o las que producen graves alergias (olivos, mimosas, cipreses).

Algunas especies están sometidas a graves enfermedades y plagas (olmo, plátano de paseo, pino) y necesitan tratamientos químicos periódicos, que son costosos y pueden suponer un riesgo para la salud de humanos, insectos y aves. Se debería potenciar el empleo de medidas preventivas y de lucha biológica, como por ejemplo no abusar del cultivo de estas especies o incluso prescindir de ellas, para no favorecer la propagación de enfermedades y plantar con criterios de biodiversidad.

Otro problema es la llegada de especies de otros países que ocasionan daños ecológicos y económicos, ya que en la tierra y en los embalajes traen patógenos, insectos y gusanos. El picudo rojo ha destruido miles de palmeras en España. Habría que talar muchas especies condenadas a esta tortura continua, cambiarlas por otras más apropiadas, pero hablar de tala genera mucha polémica.

En definitiva, una plantación mal realizada a la larga costará más cara y, es tal su complejidad, que no se debería hacer política con ella. Es necesaria la planificación conjunta de arquitectos, urbanistas y técnicos en jardinería.

Caídas y tala de árboles en el barrio

Recientemente en Pinar del Rey y Canillas se han caído y talado varias ramas y árboles enteros, afortunadamente sin daños personales. Este verano en el colegio Filósofo Séneca la caída de una rama aplastó las vallas metálicas. Un árbol cayó cortando la calle Mota del Cuervo en septiembre y el 29 de diciembre cayó otro en la calle Santa Adela que ya estaba marcado para tala, calle donde este otoño invierno se han talado dos chopos y el año pasado otro cayó de madrugada. El Ayuntamiento tiene una herramienta en la web llamada ‘Un alcorque, un árbol’ para que se puedan denunciar daños o solicitar la renovación de los árboles de los alcorques de todas las aceras. ¿Tienen heridas los árboles de su entorno, peligro de caída, se ha caído o han talado alguno recientemente? ¿Lo han repuesto? Pueden mandarnos las fotos de sus árboles a info@periodicohortaleza.org

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