El barrio de Manoteras ha perdido al inicio del verano las dos sucursales bancarias que daban servicio a buena parte de sus 15.000 habitantes. Con la misma estética y sistemas de cierre, los dos locales de los números 20 y 26 de la calle Cuevas de Almanzora que ocupaban las oficinas de CaixaBank y Banco Santander han cerrado al unísono, por el traslado en ambos
casos hasta la calle Arturo Soria.

¿Por qué esa salida simultánea? ¿Son lo mismo el Banco Santander que CaixaBank? ¿Estaban vulnerando la competencia o esta solo es una ficción? Durante esos días de calor, estas
preguntas pululaban entre las conversaciones de algunos vecinos indignados, porque “no han dejado ni un cajero de servicio” y otras razones, tenían claro que eran lo mismo, que eran los rescatados con dinero público.

Después de contactar por escrito con ambas entidades bancarias para obtener información, solo se ha recibido la respuesta de CaixaBank explicando que se trata de un traslado al barrio próximo de Pinar de Chamartín, que no están tan lejos, que así ofrecen una mejor atención y que han puesto en marcha un servicio sénior para personas mayores, dada la dificultad de algunos ancianos en emplear la banca digital. El Banco Santander no ha contestado.

La competencia desigual de la banca digital ha llegado arrasando sin apenas sucursales

Como informa a este periódico J. S. C., profesional de la banca, la crisis de las entidades bancarias es enorme. Los bancos tradicionales, empresas privadas a las que el Estado ha ido convirtiendo en mediadores indispensables para disponer del propio dinero, daban un servicio a cambio.

Sin embargo, la competencia desigual de la banca digital ha llegado arrasando sin apenas sucursales, con un software más actual y menor necesidad de desarrollos informáticos, con un personal minúsculo y sin los gastos mobiliarios e inmobiliarios de la banca tradicional.

Como negocio privado, “era evidente que tenía que reaccionar”. No ha habido medidas que compensaran la competencia desigual. Lo más fácil era menguar, aunque supusiera “tener
que abandonar a los ancianos de Manoteras o de cualquier rincón de la ciudad o el país”.

También son víctimas sus trabajadores. La presión sobre ellos se ha incrementado con despidos, traslados y exigencias que, en ocasiones, no son nada éticas.

En marzo pasado, Gobierno, patronales bancarias y asociaciones de usuarios acordaban “mantener las libretas de ahorro para mayores de 65 años”. Ese acuerdo iba a suponer avances en la atención personal. Era solo una foto. En tres meses, estarían quizá con cartilla en la mano, pero sin sucursales como, por ejemplo, en Manoteras.

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