La luz se filtraba entre los árboles mientras el graznido del cuervo rompía el silencio. Los dos ejércitos nerviosos y dispuestos para el combate esperaban la señal, pero… ¿me habré equivocado de lugar? Pensaba que veníamos a la presentación de un libro y nuestra entrada en la Sala de los Espejos en La Soci de Manoteras nos dejó descolocados.

COMIENZA LA BATALLA

Los asistentes llevaban al cuello, a modo de escapulario, el estandarte correspondiente a los dos bandos que estaban dispuestos a luchar. Encontramos dos asientos vacíos y, envueltos en la penumbra que reinaba en la sala, ocupamos su lugar.

Un personaje encapuchado con candil en mano avanzaba lentamente ante los ojos expectantes de los allí congregados. Con la solemnidad de una ceremonia, la gran sacerdotisa se retiró la capucha que cubría su cabello caoba. Los sonidos del bosque dieron paso a sus palabras y su voz susurrante, como si de un conjuro se tratase, nos reveló la identidad de estos dos ejércitos que aguardaban en silencio el momento de entrar en combate. Eterna rivalidad entre territorios: norte y sur, Lorrell y Aslund.

De pronto, entran en escena dos nuevos personajes cuyos cuerpos estaban cubiertos con pieles. Sus cabezas tocadas con cascos representan a cada uno de los ejércitos. La llama se prendió cuando ambos comenzaron a arengar a los allí reunidos. Gritos, vítores, golpes en el suelo con los pies… todo servía para defender y enaltecer a los contendientes.

El frenesí se desató y, antes de que la sangre llegase al río, un nuevo personaje apareció portando un botiquín en sus manos, esta vez para poner freno y fin a la contienda. Las luces se encendieron y el hechizo se rompió. Volvimos a la realidad.

COLOQUIO POSTERIOR

L. G. Morgan, maestra de ceremonias y sacerdotisa, autora de El pacto, trasladó su agradecimiento a los asistentes que, momentos antes, habían sido feroces guerreros. El coloquio comenzó con las anécdotas sobre el proceso creativo de esta novela y posterior publicación, todo un reto para Morgan.

En la tercera publicación de esta autora de Manoteras, que debutó en el 2013 con la antología Entremundos y que usó su barrio para la novela La casa de los cerezos, ha dado, además, un paso creando su web con tienda para difundir en papel o en formato digital su obra.

Con un ejemplar en mano firmado por la autora, se fue abandonando la Soci, que nuevamente fue escenario de la vida cultural del barrio de Manoteras.

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