Ninguno de los tres huertos comunitarios de Hortaleza (Cárcavas, Manoteras y Sanchinarro) ha aceptado que una multinacional dedicada al expolio del agua limpie su imagen patrocinando el metro cúbico de agua que le correspondía pagar al Ayuntamiento de Madrid en el proyecto de huertos comunitarios, según los acuerdos iniciales con al Federación Regional de Asociaciones de Vecinos (FRAVM).

Julia González de la asociación vecinal de Sanchinarro comenta que aún no saben “cómo se podrá asumir el pago”, pero se siente satisfecha porque el nuevo espacio les está dando una visibilidad que necesitaban por tratarse de una nueva asociación.

Hortelanos en asamblea

Por su parte, el nuevo huerto de Manoteras ha conseguido reunir en tiempo récord a un buen número de vecinos de Manoteras y de otros barrios del distrito, que se constituyeron en asamblea el pasado 1 de febrero y que en su segunda reunión dijeron no a las pretensiones del Grupo Pascual, propietario de la marca Bezoya, acusada de esquilmar el agua de la Sierra de Guadarrama.

“De manera casi unánime las asociaciones implicadas renunciamos a ello optando, en cambio, por costear nuestra agua; buscando patrocinadores entre nuestros vecinos y los comerciantes del barrio. Contemplando para más adelante la posibilidad de iniciar una campaña de crowdfunding”, comenta una de las nuevas hortelanas, encargada además de iniciar el perfil del Huerto Comunitario de Manoteras en una red social.

En apenas unas semanas, el proyecto ha quedado ya bien instaurado, con más de cincuenta miembros «hortelanos» y una serie de programas en marcha: parcelación del terreno, instalación del riego por goteo y creación de la parcela escuela, con sus primeros cometidos resueltos.

¿Qué aportan estas iniciativas?

Además del valor ecológico y de retomar el contacto con la tierra, la experiencia del huerto “constituye un grandísimo ejercicio de ciudadanía”, declaran en Manoteras. Para la nueva comunidad hortelana de este barrio “es el verdadero ejercicio de educación ciudadana, el descubrimiento de lo que somos capaces de conseguir por nuestros medios y el entusiasmo que hace barrio y hace comunidad”. Y es que en un huerto comunitario, nos indican mientras mueven y preparan el terreno, “es posible aprender mucho más que a cultivar tomates”.

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