En marzo, tres toneladas y media de metal resonarán en la Gran Vía de Hortaleza. Será con 12 campanas, en lo alto de la nueva iglesia ortodoxa de Santa María Magdalena. Andréi Kórdochkin, el párroco, está preocupado.
– ¿Aquí a la gente le gustan las campanas?
– No sé, ¿van a sonar cada hora?
– ¡No! Definitivamente, ¡no!
La construcción del templo empezó en diciembre de 2011 y, por fin, está a punto de terminar. Coincidirá con la Semana Santa ortodoxa, que comienza el 5 de mayo: la cúpula mayor de las cinco, a 14 metros del suelo de la basílica, se alzará sobre el pavimento; las aulas de catequesis estarán preparadas con todos sus pupitres; el coro trasladará sus cánticos en eslavo al barrio —aunque están introduciendo algunos en español— y la imagen de Santa María Magdalena presidirá el altar.
Los tañidos de las campanas se oirán los sábados a las seis de la tarde y los domingos a las diez de la mañana, justo antes de cada celebración. “El templo lo estamos haciendo para la comunidad ortodoxa que existe ya en Madrid, pero la idea es que no sea un lugar cerrado, sino un lugar abierto”, explica Kórdochkin. Por eso, una vez inaugurada la iglesia, el párroco quiere hacer una visita guiada semanal para que los vecinos vean cómo funciona. “Creo que sería bonito encontrar la forma de integrarla en la vida del barrio”.
Hasta ahora, la comunidad ortodoxa de Madrid, formada por 150 personas, se reunía en un taller de muebles. Una situación que se volvió insostenible por la falta de espacio.
UN NOMBRE CON PASADO
“Cuando empezamos a estudiar la historia en los archivos, vimos que hubo una capilla ortodoxa en Madrid desde mediados del siglo XVIII hasta finales del XIX dedicada a Santa María Magdalena”. De ahí la elección, explica. Kórdochkin llegó a España hace nueve años. “Vine con la idea de construir algo”, cuenta. Y ha erigido el mayor templo ortodoxo de la capital. Ha reunido prácticamente los tres millones de euros que ha costado —ya sólo le faltan 400.000—, ha conseguido una parcela cedida por el Ayuntamiento en 2010, y está construyendo con ladrillos de la fábrica Cerámica Espíritu Santo. “Me gusta mucho”, dice entre risas.
“Parece grande, pero no lo es. La parcela tiene 750 metros, y sólo la mitad de ellos son construibles”. En ellos están la basílica, con capacidad para 300 personas, y la casa parroquial, que será el centro administrativo para España y Portugal. Además, habrá una biblioteca y una sala donde tomar café después de la liturgia. Aunque por fuera aún hay cosas por acabar, Kórdochkin ya está preparado para inaugurar el primer templo ortodoxo de la capital.