Solo cuatro días después de su muerte y promovido por Carmen Ramos, su profesora y amiga, se convocó en el local de asociación vecinal de Manoteras a un sencillo y sentido homenaje a Maribel Carrillo Gijón en el que participaron sus compañeras y compañeros de los grupos de yoga, miembros de la coordinadora de la asociación vecinal, amigos y familiares.

Sentados formando un gran círculo, se dijeron algunas palabras recordándola. Así, Pedro Tostado, veterano cofundador de La Soci, recordó cuando crearon la “Asociación de Vecinos” y se reunían en las casas de unos y otros en los primeros años setenta del pasado siglo. Otras voces hablaron del tesón de Maribel, de su humildad, de lo agradecida que era, del deseo de ayudar siempre, de su eterna sonrisa…

La que fuera hija de médico, la joven que no quería separarse de su padre y le acompañaba de la mano a pasar consulta en Seseña, llego a Madrid con doce años para estudiar y ya se quedó en una ciudad que hizo suya.

Maribel trabajó especialmente con las familias gitanas que ya habitaban la zona y a las que había que dar voz

Tras instalarse en Hortaleza, Maribel fue fundadora de la “Asociación de Vecinos de Manoteras” junto a un pequeño grupo de personas dispuestas a “hacer un barrio”. Para ello asumió la secretaría y, de algún modo, lideró buena parte de los trabajos y reivindicaciones para la mejora en las condiciones de vida de todo el vecindario. Maribel trabajó especialmente con las familias gitanas que ya habitaban la zona y a las que había que dar voz.

En defensa de los derechos de quienes residían con anterioridad en Manoteras, la entonces secretaria de la “Asociación de Vecinos” recorrió “las casitas” que había en la zona recomendando a los dueños que no se dejasen expropiar a cambio de nada, que exigiesen una vivienda en compensación, que defendiesen sus derechos.

Maribel también se implicó en la pelea para que se construyese el parque que está en la calle Vélez Rubio con Bacares y Somontín. Este debía tener un auditorio con gradas y escenario, además de disponer de una fuente y zonas deportivas e infantiles. No todo se consiguió pero, al menos, el parque se hizo.

En el homenaje a Maribel también se recordaron otras de sus luchas y logros, como la construcción de un colector del final de Cuevas de Almanzora, ya que se inundaban los bajos de las casas con los aguaceros, o el soterramiento de la central eléctrica de esa misma calle. Tampoco se pueden olvidar las movilizaciones por conseguir un metro en el barrio o tantas otras necesidades.

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Intervención de Carmen Ramos durante el homenaje a Maribel Carrillo. Foto Pura Marrín

La implicación social y el activismo de Maribel comenzaron en su etapa universitaria y continuó en el sindicato CNT, en la lucha contra el terrorismo o en la propia implicación barrial con proyectos de la asociación de Manoteras, entre otras organizaciones.

Quienes la conocieron, vieron a Maribel sentarse entre la víctima y su agresor en una comisaría, asociarse a cuanta ONG la llamase (Médicos sin Fronteras, Amnistía Internacional, AECC, la asociación José Carreras, Greenpeace, Ecologistas en Acción…, con quienes colaboró un tiempo) o simplemente, aportando a ONGs que solicitaban ayuda a través de los medios de comunicación. Cuando veía uno de esos reclamos, siempre preguntaba “¿les damos a esos?”.

Fue mujer de espíritu independiente. En la etapa final, cuando la saludaban en la calle diciendo aquello de “lo que ha hecho por el barrio”, ella contestaba “ya no me acuerdo, tengo alzhéimer”. Los trabajos y la implicación de Maribel parecieron desdibujarse con su memoria, pero no así entre quienes compartieron con ella tantas inquietudes.

Abierta a todo y a todos, Maribel siempre estuvo dispuesta a ayudar, siempre alegre. Sin embargo, en lo que nunca transigió fue con la “derecha rancia y la iglesia”, sus dos grandes enemigos.

Hace 25 años comenzó a hacer yoga en el barrio con Carmen Ramos. Aquella iniciativa se convirtió en un grupo que fue creciendo. En esas sesiones y en su periódico diario y su nieto, tuvo Maribel sus mayores alicientes en la difícil etapa final de su vida. Ya no iba a cantos armónicos, aunque seguía dibujando, ni a manifestaciones. Decía “yo ya hice mucho, ¿verdad? Ahora le toca a otros”.

Tal vez, haya otra vida después de esta. Si es así, Maribel ya habrá preguntado “yo qué puedo hacer”. Si son listos, la pondrán de secretaria porque, además, escribía muy bien.

El acto de homenaje a Maribel se cerró brindando con cava y con pasteles mientras se escuchaban algunas de las canciones que la acompañaron a lo largo de sus 77 años de vida, una vida ejemplar e inspiradora.

 

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